—¿Qué te pasa, Cal? No has dejado de ladrarme, cuando lo peor que he hecho ha sido sugerir que te marcharas unos días y jugaras un poco a golf.
—Jenna, me parece que la simple lectura de los diarios, con las noticias sobre la muerte de esa enfermera y la detención de Molly, te ayudarían a comprender por qué estoy desquiciado. Deberías darte cuenta, querida mía, de que una fortuna se escurrirá entre nuestros dedos si American National consigue hacerse con esas HMO, y luego lanza una opa hostil sobre Remington. Ambos sabemos que te casaste conmigo por lo que podía darte. ¿Quieres cambiar a un estilo de vida más humilde?
—Lamento mucho haberme tomado el día libre —replicó Jenna. Había seguido a Cal hasta su despacho, alarmada por la tensión que había mostrado durante el desayuno.
—¿Por qué no vas a ver a tu amiga Molly? —Sugirió Cal—. Estoy seguro de que tus consuelos la aplacarán.
—La situación es delicada, ¿verdad, Cal? —Repuso Jenna en voz baja—. Voy a decirte una cosa, no como esposa sino como una luchadora igual que tú. Te conozco. Por delicada que sea la situación, ya encontrarás una forma de salir bien librado.
Whitehall emitió una carcajada breve y carente de humor, muy similar a un ladrido.
—Gracias, Jenna. Era justo lo que necesitaba. No obstante, creo que tienes razón.
—Voy a ver a Molly. Me quedé preocupada cuando la vi el miércoles por la noche. Estaba muy deprimida. Cuando hablé con ella ayer, después de que la señora Barry renunciara a su empleo, estaba muy afectada.
—Ya me lo dijiste.
—Lo sé. Y sé que estás de acuerdo con la señora Barry. Tú tampoco querrías estar a solas con Molly, ¿verdad?
—Exactamente.
—Cal, la señora Barry dio a Molly veinte pastillas para dormir que habían recetado a su hijo. Estoy muy preocupada por eso. Temo que, en su estado depresivo, sienta la tentación de…
—¿De suicidarse? Una idea maravillosa. Justo lo que el médico le recetó. —Cal desvió la vista—. No hay problema, Rita, puedes entregarme el correo.
Cuando la criada entró, Jenna rodeó el escritorio y besó la frente de su marido.
—No bromees, Cal, por favor. Creo que Molly está pensando en suicidarse. Ya la oíste la otra noche.
—Me reafirmo en mi opinión. Se haría un favor si se decantara por esa opción. Y también haría un favor a un montón de gente.