El doctor Peter Black casi nunca se desplazaba a West Redding durante el día. Era un trayecto de unos cuarenta minutos desde Greenwich, incluso cuando había poco tráfico, pero le preocupaba que, como realizaba ese desplazamiento con bastante frecuencia, su cara llegara a ser conocida en la zona.
En el registro de hacienda del condado, el edificio constaba como casa particular, cuyo propietario y residente era el doctor Adrian Logue, un oftalmólogo jubilado. En realidad, la propiedad y el laboratorio pertenecían a Remington Health Management, y cuando se necesitaban repuestos en la sede central, viajaban desde el laboratorio principal en el maletero del coche de Peter Black.
Cuando se detuvo ante el laboratorio, las palmas de Black sudaban. Temía la inevitable discusión que le aguardaba. Más aún, sabía que no saldría vencedor.
Cuando se marchó, menos de media hora más tarde, cargaba con un paquete, cuyo peso no justificaba el agobio que sintió cuando lo depositó en el maletero y volvió a casa.