Calvin Whitehall hizo caso omiso de la secretaria de Peter Black, pasó junto al escritorio y abrió la puerta que daba acceso al lujoso despacho de Black.
Éste levantó la vista de los informes que estaba leyendo.
—Llegas pronto.
—No —replicó Whitehall—. Jenna vio a Molly anoche.
—Molly tuvo la desfachatez de telefonearme y advertirme que sería mejor que recibiera a Fran Simmons, la periodista de la NAF. ¿Te ha hablado Jenna del programa de Crímenes verdaderos que la Simmons está preparando sobre Gary?
Whitehall asintió. Los dos hombres se miraron.
—Hay algo peor —dijo Whitehall—. Molly parece decidida a localizar a Annamarie Scalli.
Black palideció.
—Entonces, te sugiero que le des largas. Te toca a ti mover ficha. Y será mejor que lo hagas con elegancia. No necesito recordarte lo que esto puede significar para ambos.
Lanzó sobre la mesa, irritado, los informes que había estado leyendo.
—Son nuevas denuncias en potencia sobre mala praxis.
—Líbrate de ellas.
—Ésa es mi intención.
Cal Whitehall observó el leve temblor en la mano de Peter Black, los capilares rotos de sus mejillas y barbilla.
—Hemos de detener a esa periodista —dijo, con desagrado en la voz—, y evitar que Molly encuentre a Annamarie. Entretanto, será mejor que tomes una copa.