Brendon Moody había acudido al Palacio de Justicia de Hunterdon en su coche. Tenía previsto volver a casa desde allí, pero después de lo que había visto en el dormitorio de Allan Grant quería hablar largo y tendido con Justin Donnelly. Por eso, cuando Sarah le propuso que almorzara con ellos en el apartamento, aceptó encantado.
Tuvo la oportunidad de hablar a solas con Donnelly cuando Sarah le pidió que encendiera la barbacoa. Moody lo siguió hasta la terraza. Allí le preguntó en voz baja:
—¿Existe la posibilidad de que Laurie, o las personalidades alteradas, dijera la verdad?, ¿que ella había dejado a Allan Grant vivo y que estaba muerto cuando volvió?
—Me temo que es más probable que una personalidad alterada que no conocemos fuera la que matara a Grant.
—¿Existe la posibilidad, por muy remota que sea, de que ella no lo hiciera?
Donnelly colocó el carbón y encendió el combustible.
—¿Posibilidad? Supongo que todo es posible. Usted ha visto hoy dos de las personalidades alteradas de Laurie, Leona y el chico. Puede haber una docena más que no han surgido aún, y no estoy muy seguro de que alguna vez lo hagan.
—Aun así, sigo teniendo un presentimiento…
Brendon calló cuando Sarah abandonó la cocina y salió a la terraza.