Bic y Opal no se encontraban en la Sala durante la comparecencia de Laurie. Aunque para Bic la tentación era grande, comprendió que hubiera sido reconocido por los periodistas.
—Como ministro del Señor y amigo de la familia, no sería apropiado que yo estuviera presente —dijo—. Pero Sarah rechaza todas nuestras invitaciones para cenar o para visitar a Lee.
Ahora pasaban mucho tiempo en la nueva casa de Nueva Jersey. Opal la odiaba. La enfurecía ver cómo Bic entraba a menudo en el dormitorio que había sido de Lee. El único mueble que había en él era una desvencijada mecedora parecida a la que habían tenido en la granja. Se quedaba sentado allí durante horas, meciéndose, acariciando el descolorido bañador rosa. En ocasiones cantaba himnos. Otros días escuchaba la caja de música de Lee: una y otra vez, una y otra vez.
Por toda la ciudad… chicos y chicas juntos…
Liz Pierce, la periodista de P copie se había puesto en contacto con Bic y Opal varias veces, a fin de comprobar hechos y fechas.
—Estaban en la parte septentrional del Estado de Nueva York y sintió la llamada del Señor. Predicó en la emisora local de Bethlehem, Pennsylvania, y después en Marietta, Ohio; Luisville, Kentucky; Atlanta, Georgia y por último, Nueva York, ¿no es así?
Opal sentía escalofríos al ver que Liz Pierce tenía tantos detalles de la época de Bethlehem. Pero al menos allí nadie había visto nunca a Lee. Ni una sola persona hubiera podido jurar que ellos dos no vivían solos. «No pasará nada», se dijo.
El mismo día en que Lee se declaró culpable de homicidio, Liz telefoneó para pedir más fotografías. Habían sido elegidos como tema de portada de People para el número correspondiente al 31 de agosto.