Dos semanas después, Sarah y Justin estaban en el aeropuerto de Newark y veían a Laurie alejarse por el pasillo hacia la puerta del vuelo 19 para San Francisco.
—Estar cerca de Gregg y terminar la carrera en la Universidad de San Francisco es lo mejor para ella —le aseguró Justin a Sarah, al ver la expresión de inquietud que había sustituido a su alegre sonrisa de despedida.
—Lo sé. Podrá jugar mucho al golf, recuperar la buena forma física y graduarse. Ser independiente, y, a la vez, contar con Gregg. Están tan bien juntos. Ella no me necesita ya, no de la misma forma.
En el recodo del pasillo, Laurie se volvió, sonrió y les envió un beso.
«Ha cambiado —pensó Sarah—. Tiene confianza en sí misma, se siente segura. Nunca antes la había visto así».
Se llevó los dedos a los labios y le devolvió el beso.
Cuando la esbelta figura de Laurie desapareció, Sarah sintió el brazo reconfortante de Justin alrededor de sus hombros.
—Guarda el resto de tus besos para mí, cariño.
FIN