Thomasina Perkins se sintió conmovida cuando recibió la nota de Sarah Kenyon pidiéndole que escribiera una carta al juez que iba a sentenciar a Laurie solicitando indulgencia para ella.
Usted recuerda bien lo aterrorizada que estaba Laurie, y es la única persona que la vio con sus secuestradores. Necesitamos conseguir que el juez comprenda el trauma sufrido por Laurie cuando era una niña. No olvide incluir el nombre que creyó haber oído decir a la mujer cuando se dirigió al hombre al salir del restaurante.
Sarah terminaba diciendo que un conocido corruptor de menores había estado en la zona de Harrisburg por aquella época y que, a pesar de no poder probarlo, tenía la intención de insinuar que podía ser el secuestrador.
Thomasina había explicado la historia de Laurie a la Policía tantas veces que le salió de un tirón. Hasta que llegó al punto crucial.
Aquel día, la mujer no había llamado Jim al secuestrador. Thomasina estaba totalmente segura. No podía decirle ese nombre al juez, sería como si mintiese bajo juramento. Que Sarah hubiera perdido tiempo y dinero siguiendo la pista de la persona equivocada hacía que ella se sintiera culpable.
Thomasina estaba perdiendo la fe en el reverendo Hawkins. Le había escrito un par de veces para darle las gracias por el privilegio de aparecer en su programa y explicarle que, si bien jamás se atrevería a insinuar que Dios había cometido un error, quizás hubieran debido esperar y seguir escuchando al Señor, quien le había dado primero el nombre del chico de la barra. ¿Podían intentarlo de nuevo?
El reverendo Hawkins no se había molestado en contestarle. Y la tenía en su lista de correspondencia, de eso estaba segura. Por cada dos dólares que ella mandaba como donativo, le enviaban una carta pidiéndole más.
Su nieta había grabado su intervención en el programa de La Iglesia del Espacio, y Thomasina disfrutaba contemplándose una y otra vez. Pero conforme crecía su resentimiento contra el reverendo Hawkins, veía más cosas en la cinta. La proximidad de su boca al oído de ella en el momento en que había escuchado el nombre. Que se hubiera equivocado al decir Lee cuando debía haber dicho Laurie…
Se quedó con la conciencia tranquila al enviar una vehemente carta al juez, en la que describía el pánico y la histeria de Laurie con cierta exageración, aunque sin mencionar el nombre de «Jim» para nada. Envió una copia de la carta y una explicación de la misma a Sarah, subrayando el error del reverendo al referirse a Laurie como Lee.