Para confirmar sus sospechas, Nick Greco miró de cerca la foto del periódico del entierro de Connor y Susan Connelly. El funeral se había retrasado tres semanas para que Douglas Connelly estuviera lo bastante recuperado de sus heridas, le dieran el alta y pudiera asistir a la ceremonia.
Con aspecto débil y destrozado, y los ojos anegados en lágrimas, Doug Connelly estaba de pie junto a los ataúdes, con el puño izquierdo cerrado, mientras se pronunciaban las últimas oraciones en el cementerio.
Era la mano que Connor se había fracturado gravemente cuando jugaba al fútbol en la universidad, pensó Greco. A eso se refería Douglas cuando dijo en una entrevista que su hermano Connor se había lesionado y su padre había insistido en que siguiera ejercitando esa mano, flexionándola, para recuperar la fuerza. Pero luego su padre se había puesto furioso porque, después de que se le hubiera curado la mano, Connor desarrolló la manía de cerrar el puño.
A pesar de lo veterano que era, a Greco le impresionó lo que veía. La persona que estaba junto a los ataúdes con el puño cerrado… ¿Era posible que no fuera Douglas Connelly? ¿Que Douglas Connelly estuviera en un ataúd y su mujer en el otro? ¿Qué posibilidades había de que Connor Connelly fuera el único superviviente del accidente y hubiese visto en eso una oportunidad? ¿Era posible que hubiera usurpado la identidad a su hermano y se hubiese hecho pasar por Douglas?
El viejo Connelly, con sus viejas costumbres, había dicho en uno de esos artículos que su primer hijo estaba destinado a ser presidente y accionista principal de su empresa, y que sus descendientes la heredarían. El segundo hijo tendría un puesto en la compañía y una participación menor en las propiedades de la familia.
Douglas se había convertido en el presidente de la empresa a la muerte de su padre. No creo que Connor haya provocado el accidente, pensó Greco. Pero quizá, cuando ocurrió, vio una oportunidad y la aprovechó. Sabía que su hermano y Susan habían muerto. No permitiría que la empresa acabara en manos de Kate y Hannah. Cuando estaba en el hospital dijo que era Douglas y se salió con la suya.
Greco tenía delante la foto de grupo que habían encontrado en el piso de Tracey Sloane. Cuando miró la imagen de cerca, observó el puño cerrado de Connor Connelly sobre la mesa. Connor era un habitual del Tommy’s Bistro. Había estado en la lista de personas a las que había que interrogar cuando Tracey desapareció, pero habían borrado su nombre porque había muerto en el accidente unas semanas antes. O eso era lo que habían creído.
¿Se habría convertido Tracey Sloane en una amenaza para Connor Connelly? ¿Por qué? La noche en que subió a la furgoneta, debió de creer que el conductor era su hermano, Douglas. De algún modo, Connor percibió que ella se había fijado en su costumbre de cerrar el puño y sabía que podía arruinarlo todo.
Greco presionó el botón de marcación rápida de su teléfono para llamar al inspector Matt Stevens.
—Matt, creo que ya sé quién mató a Tracey Sloane.
Stevens escuchó y lo que oyó le sorprendió.
—Nick, tiene mucho sentido. Tracey Sloane habría aceptado tranquilamente la invitación de viajar con el señor Connelly; su hermano era uno de los clientes más amables del Tommy’s Bistro. Pero veintiocho años después descubrimos sus restos en la propiedad. Sabemos que la explosión fue provocada. Por lo que estás diciendo, apuesto a que su cuerpo está ahí desde la noche en que subió a esa furgoneta.
—Matt, sugiero que esta vez llamemos al señor Connor Connelly, más conocido como Douglas Connelly, para hablar con él. Cómo me gustaría seguir en el cuerpo…
—A mí también me gustaría que siguieras.
—Matt, no sé por qué ni cómo, pero el instinto me dice que la muerte de Tracey y la de Jamie Gordon, así como la explosión en la que murió Gus Schmidt y que casi mata a Kate Connelly, están conectadas.
—Yo también lo creo, Nick. Lo averiguaremos. Te lo prometo. En cuanto cuelgue, llamaré a Connelly. Quiero tenerlo aquí hoy mismo.