A las diez de la noche del jueves, tras dar las buenas noches en el velatorio de Clyde a un grupo de amigos íntimos que todavía recordaban a su marido en sus mejores días, Peggy y Skip regresaron a casa. Celia y los chicos llegarían a la mañana siguiente en coche para el funeral. Madre e hijo vieron juntos una emisión en diferido de la rueda de prensa del mediodía, que estaban repitiendo en las noticias. Incluía la entrevista a un vagabundo llamado Sammy.
Ahogada por la rabia, Peggy llamó a Frank Ramsey a su móvil.
—¿Cómo ha podido hacer algo así? —Exigió saber—. ¿Cómo ha podido? Confiaba en usted. Usted lo sabe. Clyde le dijo todo cuanto sabía sobre Jamie Gordon. Reconoció haberla golpeado. —Elevó la voz hasta gritar—: ¡Le confesó lo que sabía! ¡Lo hizo en su lecho de muerte! Declaró que Jamie había saltado de la furgoneta y que la había oído gritar pidiendo ayuda. Clyde bebía mucho. Lo único que quería era dormir, pero esa tal Gordon no hacía más que molestarlo. Él solo quería librarse de ella. ¡Usted sabe que no la mató!
—Señora Hotchkiss, entiendo que esté disgustada, pero no sabemos si él no la mató.
—¡Yo sé que él no la asesinó! Escuche lo que dijo ese asqueroso vagabundo. ¡Incluso él reconoció que Clyde no intentó seguirlo! ¡Me ha traicionado, Frank Ramsey! Me pidió que lo convenciera para que respondiese a sus preguntas en el lecho de muerte. Ahora me arrepiento de haber preguntado a Clyde por esa tal Gordon. Lo siento por ella y por sus padres. Pero prácticamente usted ha anunciado que él es el asesino. Sin tener ni idea de dónde estaba Clyde hace casi treinta años, ha insinuado que quizá, y solo quizá, mi marido, un héroe de guerra herido, también fue el culpable de la muerte de Tracey Sloane. ¡Espero que esté contento, señor Ramsey! ¡Espero que esté contento! ¡Y váyase al infierno!
Frank Ramsey había tenido una semana muy larga. Celia y él acababan de meterse en la cama cuando recibió la llamada de Peggy Hotchkiss. Celia no oyó lo que Peggy estaba diciendo, pero sí supo que una mujer muy alterada estaba gritando a Frank.
Cuando la llamada finalizó, ella le preguntó:
—Frank, ¿qué ha pasado?
Frank Ramsey reflejó cada minuto de sus cuarenta y ocho años y más cuando respondió:
—Celia, mucho me temo que acabo de escuchar la voz de la verdad. He defraudado a la esposa de Clyde Hotchkiss. Creí a Clyde cuando dijo que no había seguido a Jamie Gordon al salir de la furgoneta. Todos estuvimos de acuerdo en descartar su nombre como posible sospechoso del asesinato de Tracey Sloane por un motivo muy concreto. Pero no era un motivo lo bastante bueno, y es culpa mía.