Me están bajando por las escaleras. No puedo abrir los ojos. Jack. Trato de decir su nombre. Pero solo puedo susurrarlo. Me siento los labios entumecidos. Tengo que despertar. Jack me necesita.
—No pasa nada, Liza. Ahora te llevo junto a Jack.
Alex me está hablando. Alex, mi marido. Está en casa, no en Chicago. Mañana tengo que decirle que en realidad soy Liza Barton.
Pero me ha llamado Liza.
Había somníferos en ese vaso.
¿Estaré soñando?
Jack. Está llorando. Me llama. Mamá. Mamá. Mamá.
—Jack. Jack. —Trato de gritar, pero solo soy capaz de mover los labios.
Noto un aire frío en el rostro. Alex me lleva en brazos. ¿Adónde me lleva? ¿Dónde está Jack?
No consigo abrir los ojos. Oigo una puerta que se abre. La puerta del garaje. Alex me tiende en algún sitio. Ya sé. Mi coche, el asiento trasero de mi coche.
—Jack…
—¿Le quieres? Pues ahí lo tienes. —Es una voz de mujer, ronca y brusca.
—¡Mammmmmá!
Los brazos de Jack me rodean el cuello. Su cabeza se hunde contra mi pecho.
—¡MAMÁ!
—Sal, Robin. Voy a arrancar el motor. —Es la voz de Alex. Oigo que la puerta del garaje se cierra. Jack y yo estamos solos.
Estoy tan cansada… no puedo evitarlo. Necesito dormir.