—Mire, Dru, esa filtración no ha salido de aquí —espetó Jeff, que ya empezaba a perder la paciencia—. Parece olvidar que Clyde Earley, entre otros, también sabe que Celia Nolan es Liza Barton. No sabemos si hay más personas que la han reconocido o alguien les ha dicho quién es. Francamente, creo que la persona que planificó aquel acto vandálico contra la casa de Old Mill Lane conocía perfectamente la identidad de Celia Nolan. El Post se va a limitar a repescar una vieja historia y tratar de vincularla a los tres homicidios que se han producido estos días, pero están meando fuera de tiesto. Tenga un poco de paciencia y tendrá su historia.
—No me la estará jugando, ¿verdad, Jeff? —La ira de Dru empezaba a remitir.
Sus ojos se relajaron, los labios se distendieron.
—No creo habérsela jugado nunca —dijo Jeff con un tono a la vez molesto y comprensivo.
—¿Me está sugiriendo que espere?
—Lo que digo es que pronto habrá una gran historia.
Estaban ante la puerta del despacho de Jeff. El fiscal había salido al oír a Dru dando voces.
Anna se acercó.
—No se imagina lo que le ha hecho a esa pobre chica, Dru —dijo reprendiéndola—. Tendría que haberle visto la cara cuando la ha oído decir lo del Regreso de la pequeña Lizzie. La pobre está atrapada en esa casa. Estaba desolada.
—¿Me está hablando de Celia Nolan? —preguntó Dru.
—Ha salido cuando estaba usted hablando conmigo —espetó Anna—. Iba con su abogado, el señor Fletcher.
—¿Liza…, quiero decir, Celia ha vuelto con él? ¿Él la representa? —Demasiado tarde, Dru comprendió que Jeff no le había dicho a su secretaria quién era Celia—. Esperaré —añadió con tono de disculpa.
—Estoy esperando a Henry Paley y su abogado —le dijo el fiscal a su secretaria—. Son las cinco. Ya puede irse.
—De ninguna manera —le dijo Anna—. Jeff, ¿Celia Nolan es realmente Liza Barton? —La mirada del fiscal hizo que la siguiente pregunta se le atragantara—. Haré pasar al señor Paley en cuanto llegue —dijo—. Y, tanto si se da cuenta como si no, sé cuando algo es realmente confidencial.
—No sabía que hubiera ninguna diferencia entre confidencial y realmente confidencial.
—Oh, pues la hay —le aseguró Anna encarecidamente—. Mire, ¿aquel que viene por allí no es el señor Paley?
—Sí, es él —dijo Jeff—. Y el que va detrás es su abogado. Hágalos pasar inmediatamente.
Henry Paley leyó una declaración que, evidentemente, había preparado su abogado.
Había sido socio minoritario de Georgette Grove en la agencia durante más de veinte años. Y, aunque él y Georgette habían tenido ciertas desavenencias en relación con los terrenos de propiedad conjunta de la Ruta 24, y sobre si era conveniente que él se retirara, siempre habían sido buenos amigos.
—Personalmente me llevé una gran decepción cuando vi que Georgette había estado registrando mi mesa y se había llevado el archivo con las notas en las que describía mis acuerdos con Ted Cartwright —dijo con voz de palo.
Henry admitió que había estado en la casa de Holland Road más veces de las que había dicho, pero insistió en que si había sido otra cosa fue solo por descuido.
A continuación reconoció que, hacía un año, Ted Cartwright le había ofrecido cíen mil dólares si conseguía persuadir a Georgette para que vendiera los terrenos de la Ruta 24 para construir un complejo comercial. Él le dijo que no le interesaba, así que la cosa no pasó de ahí.
—Ha habido ciertas dudas sobre mi paradero a la hora en que falleció Charley Hatch, el jardinero —leyó Henry—. Salí de mi oficina a la una y cuarto y fui directamente a la agencia de Mark Grannon. Allí me reuní con Thomas Madison, primo de Georgette Grove, El señor Grannon había hecho una oferta para comprar la agencia.
»En cuanto al difunto Charley Hatch, es posible que le haya visto cuando estaba enseñando algunas de las casas de las que él se ocupaba. No recuerdo haber cruzado jamás ni una palabra con él.
»En relación con el homicidio más reciente, quizá con alguna conexión con la familia Barton, no conocía a la víctima, Zach Willet, y jamás he montado a caballo ni asistido a clases de equitación.
Con expresión satisfecha, Henry dobló pulcramente su declaración y miró a Jeff.
—Confío en que esto sea suficiente.
—Tal vez —dijo Jeff con tono agradable—. Pero tengo una pregunta: ¿No cree que, al enterarse de su amistosa relación con Ted Cartwright, Georgette Grove hubiera seguido aferrándose de por vida a esos terrenos y no hubiera aceptado vender? Por lo que he oído decir sobre ella, eso es exactamente lo que hubiera hecho.
—No acepto la pregunta —dijo el abogado de Paley muy acalorado.
—Señor Paley, usted estaba cerca de Holland Road cuando asesinaron a Georgette, y su muerte ha permitido que consiga un acuerdo mejor que el que le ofrecía Ted Cartwright. De momento esto es todo. Gracias por venir, señor Paley.