Todos los investigadores de la oficina del fiscal habían sido retirados de sus respectivas unidades para que se concentraran en los crímenes de Mendham. A las tres en punto, el equipo que se había dedicado a analizar los registros de llamadas de Charley Hatch, Ted Cartwright, Robin Carpenter y Henry Paley estaba listo para informar a Jeff.
—En los últimos dos meses Cartwright ha hablado con Zach Willet en seis ocasiones —dijo Liz Reilly, una nueva investigadora—. La última fue ayer a las tres y seis minutos de la tarde.
—Es posible que la señora Nolan escuchara esa llamada —comentó Jeff—. Es más o menos la hora en que terminó su clase con Zach.
—Cartwright y Henry Paley han hablado mucho en los últimos meses —informó Nan Newman, uno de los veteranos—. Pero no hay constancia de que Henry haya hecho ninguna llamada a Charley Hatch.
—Sabemos que Paley y Cartwright estaban colaborando para forzar a Georgette Grove a vender los terrenos de la Ruta 24 —dijo Jeff—. Paley es un mafioso, y no ha podido justificar dónde estaba cuando mataron a Hatch. Necesito saber dónde estuvo antes de poder descartarlo como responsable de estos crímenes. Le he pedido que viniera con su abogado. Estarán aquí a las cinco. Ted Cartwright vendrá con su abogado a las seis.
»Sabemos que Robin Carpenter ha mentido —siguió diciendo—. Mintió sobre la fecha en que estuvo en Patsy's con su hermano. Su pase de la autopista demuestra que aquella tarde llegó a Nueva York a las seis cuarenta de la tarde, que es exactamente lo que la ex mujer le dijo a Angelo. En el restaurante, Robin fue vista entregando a Hatch un sobre con dos mil dólares, un generoso regalo de cumpleaños, a menos que no fuera un regalo y le estuviera pagando por algo.
»No hay ninguna llamada de Carpenter a Hatch desde el pasado viernes. Creo que debe de haber estado utilizando un móvil de tarjeta para ponerse en contacto con él. Y es posible que le dijera que se comprara uno él también, porque la mujer a la que le estaba cortando el césped dijo haberle visto con dos teléfonos. Mi opinión es que uno debía de ser su teléfono de siempre y el otro uno de tarjeta. También creo que cuando contestó quedó con la persona que llamaba en la abertura del seto.
»Evidentemente, no podemos estar seguros de que fuera Robin quien hizo esa última llamada, pero me apuesto la comida a que Charley estaba perdido en el momento en que la persona que le pagaba se enteró de que habían confiscado los vaqueros y las bambas manchados de pintura y las figurillas de madera. No habría podido resistir un interrogatorio.
Los investigadores escuchaban con atención las explicaciones de Jeff, con la esperanza de encontrar una ocasión de contribuir de forma significativa a su análisis de los acontecimientos que habían conducido a los diferentes asesinatos.
—Ted Cartwright odiaba a Georgette Grove y quería esos terrenos, lo cual constituye al menos un móvil para matarla —siguió diciendo Jeff—. Sabemos que de alguna forma trabajaba en colaboración con Robin Carpenter, y que salían, y quizá todavía salen. Es posible que Zach Willet haya estado extorsionando a Ted desde que Will Barton murió. Tendremos más detalles cuando hablemos con la señora Nolan.
»Creo que, con un poco de suerte, en los próximos días podremos resolver todas estas incógnitas —les dijo a sus hombres, y entonces vio que Mort Shelley acababa de asomar la cabeza por la puerta.
Intercambiaron una mirada y Shelley contestó la pregunta que Jeff no había hecho:
—Está donde dijo que estaría. Tenemos a alguien siguiéndole.
—Asegúrese de que no lo pierde —dijo Jeff con calma.