A las cuatro y media del martes, Jeff MacKinsgley acababa de llegar a su despacho cuando el sargento Earley le llamó para decirle que se había enterado de que Robin Carpenter y Charley Hatch eran medio hermanos.
—He convocado una rueda de prensa para las cinco —le dijo Jeff—. Dígale que venga a mi despacho a las seis. O, mejor, tráigala usted.
Tal como esperaba, la rueda de prensa fue algo controvertida.
—Ha habido dos asesinatos en el condado de Morris en menos de una semana, y los dos en casas de precios millonarios. ¿Hay alguna relación entre esas muertes? —preguntó el enviado del Record.
—Charley Hatch era el jardinero de la casa de Holland Road. El basurero dice que esta tarde el sargento Earley le ha confiscado una bolsa de basura que había cogido del cubo de Hatch y que dentro había unos vaqueros, unas zapatillas deportivas y unas figurillas de madera, ¿es cierto eso? ¿Era sospechoso Charley Hatch de la muerte de Georgette Grove? —El que preguntaba era un periodista del New York Post.
—¿Estos asesinatos tienen algo que ver con el acto de vandalismo perpetrado contra la casa de la pequeña Lizzie, en Old Mill Lane? ¿Tiene alguna pista la oficina del fiscal? —quiso saber el enviado del Asbury Park Press.
Jeff se aclaró la garganta. Tratando de escoger las palabras con mucho cuidado, dijo:
—Charley Hatch, jardinero, recibió un disparo esta tarde entre la una cuarenta y las dos y diez. Creemos que su atacante le conocía y seguramente habían quedado para verse. Nadie en la zona ha oído ningún disparo, lo cual no es raro, puesto que había un cortacésped en marcha en una casa vecina en Valley Road. —No quería decir más, pero entonces cambió de opinión, porque comprendió que no podía dar por terminada la rueda de prensa sin dar más detalles—. Creemos que las muertes de Charley Hatch y Georgette Grove están relacionadas, y también que podrían estar vinculadas al acto vandálico contra la casa de Old Mill Lane. Estamos siguiendo diferentes pistas. Les tendremos informados.
Volvió a su despacho, consciente de que su irritación y su sentimiento de frustración se estaban concentrando exclusivamente en Clyde Earley. Apuesto a que no esperó a que la basura estuviera fuera de la propiedad de Charley Hatch para examinarla, pensó echando humo. Apuesto a que Charley sabía que habían encontrado sus cosas y se asustó. Si Earley sospechaba de él, tenía que haber esperado a que la basura llegara al vertedero. Luego podíamos haber pinchado el teléfono de Charley y descubrir para quién trabajaba. En cambio, ahora lo único que tenemos es al tipo que recogió la basura contándole su aventura a todo el mundo.
¿Y cómo encaja en todo esto la recepcionista sexy de la inmobiliaria Grove, la que dice ser medio hermana de Charley Hatch?, se preguntó.
*****
A las seis en punto, escoltada por el sargento Earley, Robin Carpenter llegó al despacho de Jeff. Walsh, Ortiz y Shelley estuvieron presentes durante la entrevista. Jeff estaba convencido de que todos eran conscientes de una cosa: Robin era la clase de mujer que puede conseguir lo que quiere de un hombre. Es curioso, pensó. La semana pasada se mostró muy discreta cuando hablamos con ella después de encontrar el cadáver de Georgette Grove. Y ahora está jugando abiertamente con mis hombres, pensó, porque vio que Ortiz no podía apartar los ojos de ella.
—Señorita Carpenter, me gustaría expresarle mis condolencias por la muerte de su hermano. Estoy seguro de que esto debe de haber sido un duro golpe para usted.
—Gracias, señor MacKingsley, pero no quiero darles una impresión equivocada. Siento mucho lo de Charley, pero la verdad es que, hasta hace un año, ni siquiera sabía que existía.
Jeff escuchó con atención mientras Robin explicaba que a los diecisiete años su madre había tenido un hijo. Lo dio en adopción a una pareja que no había tenido hijos.
—Hace diez años que mi madre murió. Y entonces, el año pasado, un día Charley se presentó en la casa de mi padre y le dijo quién era. Tenía su partida de nacimiento y algunas fotografías en las que estaba en brazos de mi madre. Así que no había duda de que era quien decía ser.
»Mi padre se había vuelto a casar, así que Charley no le interesaba para nada. Sinceramente, puede que fuera mi medio hermano, pero cuanto más le conocía, menos me gustaba. Siempre se estaba quejando, siempre decía que tenía que pagar mucho a su ex mujer. Y que odiaba la jardinería pero que, una vez se metió en el negocio, ya no pudo salir. No soportaba a la mayoría de la gente para la que trabajaba. No era la clase de persona que uno querría como amigo.
—¿Tenía mucha relación con él? —preguntó Jeff.
—Si he de serle sincera, no quería relacionarme con él. De vez en cuando llamaba y me invitaba a tomar un café. El divorcio aún estaba muy reciente, y estaba algo desorientado.
—Señorita Carpenter, tenemos razones para creer que Charley Hatch es la persona que provocó los destrozos en la casa de Old Mill Lane.
—Eso es imposible —protestó Robin—. ¿Por qué iba a hacer una cosa así?
—Eso es exactamente lo que queremos saber —replicó Jeff—. ¿Fue alguna vez Charley a la agencia a verla?
—No, nunca.
—¿Sabía Georgette que era familiar suyo?
—No. No había ningún motivo para que le hablara de él.
—¿Cree que Georgette o Henry tuvieron algún contacto con él?
—Seguramente. A veces la gente que vende las casas no está, y alguien tiene que ocuparse del mantenimiento. Charley era jardinero, y también tenía un servicio de quitanieves para el invierno. Si Georgette tenía la venta de alguna casa en exclusiva, ella era la responsable de asegurarse que todo estaba en orden, y por tanto lo más probable es que conociera a Charley si era él quien se ocupaba. Pero durante el año que llevo trabajando con ella, nunca ha mencionado su nombre.
—¿Y puede decirse otro tanto de Henry Paley? —Preguntó Jeff—. Es posible que él y Charley ya se conocieran antes de la semana pasada.
—Por supuesto.
—¿Cuándo fue la última vez que habló con su medio hermano, señorita Carpenter?
—Al menos hace tres meses.
—¿Dónde estaba usted esta tarde entre la una cuarenta y las dos y diez?
—En la oficina. Henry había quedado para comer con Ted Cartwright. Cuando volvió poco después de la una, yo fui un momento a la acera de enfrente a por un sándwich y volví a la oficina. Henry había quedado con otro cliente a la una y media.
—¿Y se reunió con su cliente?
Robin vaciló y entonces dijo:
—Sí, lo hizo, pero el señor Mueller, el posible comprador, llamó para avisar que llegaba con retraso y no podría llegar hasta las dos y media.
—Entonces, ¿Henry estuvo con usted en la oficina hasta esa hora?
Robin Carpenter vaciló. Los ojos se le llenaron de lágrimas y se mordió el labio para controlar el temblor.
—No puedo creerme que Charley esté muerto. ¿Es por eso que…? —Se quedó sin voz.
Jeff esperó y entonces dijo deliberadamente:
—Señorita Carpenter, si tiene alguna información que pueda ayudarnos en esta investigación, su obligación es dárnosla. ¿Qué quería decir?
Robin perdió la compostura.
—Henry ha estado tratando de chantajearme —dijo en un estallido—. Antes de trabajar para Georgette, salí algunas veces con Ted Cartwright. Evidentemente, cuando me di cuenta de lo mucho que le despreciaba, decidí no decirle nada. Henry ha estado tratando de tergiversarlo todo para que parezca que yo estaba perjudicando a Georgette. Y no es verdad. Lo que sí es cierto es que Henry Paley no ha estado hoy en la oficina desde que salió a la una y cuarto hasta casi las cuatro. En realidad, acababa de llegar cuando el sargento Earley ha entrado para decirnos que Charley estaba muerto.
—¿Y la cita que tenía para enseñar una casa pasó de la una y media a las dos y media? —preguntó Jeff.
—Sí.
—Gracias, señorita Carpenter. Sé que esto ha sido muy duro para usted. Si espera unos minutos, en cuanto la copia de su declaración esté lista puede firmarla y el sargento Earley la llevará a casa.
—Gracias.
Jeff miró a sus ayudantes, cada uno de los cuales había estado tomando notas en silencio.
—¿Alguna otra pregunta para la señorita Carpenter?
—Solo una —dijo Paul Walsh—. Señorita Carpenter, ¿cuál es el número de su móvil?