Epílogo

Puerto de Nueva York, 18 de febrero de 1916

El barco estaba a punto de salir cuando Hércules, Lincoln y Alicia se despedían de Roosevelt.

—¿Nos volveremos a ver?

—Eso espero —dijo Hércules estrechando la mano de Roosevelt.

—Ha sido un placer conocerle —dijo Alicia.

—Hasta la vista —comentó Lincoln.

—¿Adónde se dirigen?

—A Europa, posiblemente cumplamos nuestro deseo de ir a Suiza, dicen que es un país tranquilo y pacífico —dijo Hércules.

—Seguro que encontrarán aventuras dondequiera que vayan.

El marinero les hizo un gesto para que subieran la pasarela, en unos minutos retirarían el puente de embarque. Se despidieron cordialmente y se dirigieron a cubierta.

—Todo comenzó en un barco —dijo Hércules una vez arriba.

—Sí, pero espero que este viaje sea menos accidentado —dijo Lincoln.

—Una pregunta, ¿qué vio al asomarse a aquel lugar? —dijo Hércules.

Lincoln permaneció callado por unos instantes.

—Estaba allí —dijo de repente.

—¿El Arca de la Alianza? —preguntó Alicia.

Lincoln hizo un gesto afirmativo.

—Sin duda será el último hombre que la verá jamás —dijo Hércules.

—Aún cree que todo es un cuento, ¿verdad?

—Lamento decir que sí —contestó Hércules.

—¿Por qué el arca atacó a Jean y lo destruyó? —preguntó Lincoln.

—Me imagino que había alguna trampa o simplemente algún tipo de descarga eléctrica —dijo Hércules.

—Entonces yo tendría que estar muerto, ¿no cree?

—Pura suerte —contestó Hércules.

—Algo me protegió, querido amigo. Alguien que no quería que muriera.

Hércules le miró divertido.

—Se pone usted muy serio, será mejor que disfrutemos del viaje.

Alicia abrazó a Lincoln y los tres permanecieron en silencio mientras la Estatua de la Libertad les saludaba desde el otro lado de la bahía. La antorcha relucía en su mano, como la esperanza de que un día todos los misterios sean revelados.

Fin