Capítulo 113

Nueva Escocia, 15 de febrero de 1916

Al principio el agua les llevó de nuevo al atrio, pero después la fuerza de la corriente les sacó del edificio. Bucearon hasta llegar a la superficie y aparecieron a poco más de un kilómetro de la costa. Nadaron hasta la orilla. Vieron a lo lejos como salía humo del pozo. Todo acceso al templo había quedado tapiado para siempre.

Caminaron hasta el campamento en silencio, los esbirros de Jean habían desaparecido.

—¿Estará muerto? —preguntó Alicia casi sin aliento.

—Creo que esta vez sí —contestó Hércules.

Los tres amigos se abrazaron ante la mirada de Roosevelt que contemplaba con horror como las cajas que habían sido rescatadas del templo habían desaparecido en un gran socavón.

—Me temo que el tesoro se ha perdido para siempre —dijo Hércules.

—Sí, es una lástima —contestó Roosevelt.

—No nos pertenecía —dijo Lincoln acercándose a los dos hombres.

—Es mejor que los misterios permanezcan ocultos hasta que el hombre esté preparado para entenderlos —dijo Alicia tomando del brazo a Lincoln.

—Los caballeros templarios han desaparecido para siempre —dijo Lincoln.

—¿Quién sabe? —dijo Hércules levantando la vista al cielo. El sol estaba poniéndose cuando los cuatro subieron a bordo del barco en dirección a Nueva York. Lo que para muchos era un final, para ellos era un nuevo principio.