Capítulo 103

Nueva York, 11 de febrero de 1916

Cuando entraron en la capilla de San Pablo ya eran las ocho de la tarde. Habían esperado a Alicia y Lincoln en el hotel, pero después Hércules pensó que tal vez sus amigos irían directamente a la iglesia. Roosevelt le contó brevemente su percance con los hombres de Jean y los dos decidieron armarse mejor. Sin duda los templarios estarían custodiando la capilla.

Escucharon el oficio religioso impacientes, Hércules se daba la vuelta a cada instante para comprobar si habían llegado sus amigos. Cuando la celebración terminó, la gente no tardó mucho en abandonar la sala. Ellos dos se escondieron detrás de unas cortinas y a las ocho cuarenta y cinco se pusieron manos a la obra.

—¿Sus amigos no van a venir? —preguntó Roosevelt extrañado.

—Se deben haber entretenido —contestó Hércules.

—Esta mañana no les conté toda la verdad. Mi padre salvó un libro de las llamas. Hasta hoy no le había dado mucha importancia, la verdad es que ni siquiera lo había abierto. Parece un libro de arte. Están grabadas y descritas algunas obras, pero creo que es mucho más —dijo Roosevelt.

—¿A qué se refiere?

—Para mi padre, Nueva York representaba la nueva Alejandría. Una ciudad en la que la ciencia y la sabiduría alumbrarían de nuevo al mundo. Esta era la capilla preferida de muchos masones, entre ellos la del propio George Washington.

—Hoy mismo lo estaba leyendo en la biblioteca —comentó Hércules—. Pero ¿por qué era una capilla tan querida por los masones?

—Está llena de sus símbolos, tanto en el interior como en el exterior; la forma de la propia capilla es la de un templo pagano.

—Pero debe haber algo más.

—Mire la torre octogonal; según el libro de mi padre, imita el monumento de Lisícrates.

—¿El monumento de Lisícrates? —preguntó Hércules.

—Sí, es un monumento cercano a la Acrópolis de Atenas. En ella se representaba el mito de Dioniso, el dios del vino, la locura y el éxtasis. Muchos han considerado a Dioniso como el verdadero Mesías que había de venir, otros piensan que es una representación del diablo —dijo Roosevelt.

—Increíble.

—Fuera está la estatua de roble de San Pablo. El apóstol lleva un libro en la mano. Es la única representación en el mundo en la que San Pablo lleva un libro, normalmente lo llevan los cuatro evangelistas. El libro se cree que es el de los misterios de Dioniso.

—¿En qué consisten esos misterios? —preguntó Hércules.

—Al parecer, cuando apareció el cristianismo había varios cultos mistéricos. En esos cultos, el iniciado debía pasar una serie de pruebas secretas y únicamente un selecto grupo podía conocer sus misterios.

—Algo parecido a la masonería —dijo Hércules.

—Exacto, algunos creen incluso que esos cultos son el mismo origen de la masonería. Sus ritos tenían relación con la muerte, el renacimiento y la posesión de espíritus. Dioniso representaba al dios de lo animal, los instintos básicos de los seres humanos. Los fieles caían en trance después de consumir alcohol y otras sustancias, y eran poseídos por espíritus. Se rendía culto al toro y la vaca, por eso se piensa que el famoso becerro de oro tiene su origen en estos cultos paganos que también se daban en Egipto —dijo Roosevel— pero esto es una iglesia.

—Sí, pero tiene muchos símbolos paganos. El monumento a Richard Montgomery es otro ejemplo claro. La pirámide y sus elementos guerreros recuerdan más a un monumento romano que cristiano. Además, ¿no se ha fijado en que apenas hay cruces en la iglesia? Las pocas que hay se pusieron más tarde. Uno de los cuadros que se conservan en la capilla es una representación del sello de los Estados Unidos —dijo Roosevelt.

—¿El sello de los Estados Unidos?

Roosevelt se aproximó al gran sello. Los dos observaron fascinados el cuadro por unos momentos.

—Se creó una comisión para diseñar un sello oficial. Estaba compuesta por John Adams, Benjamín Franklin y Thomas Jefferson. Cada uno de ellos mostró un modelo. Adams utilizó la figura de Heracles, mientras que Jefferson y Franklin utilizaron simbología del Antiguo Testamento: Jefferson sugirió la peregrinación de los israelitas hasta la Tierra Prometida y Franklin propuso la figura de Moisés abriendo el mar Rojo.

—¿Los Estados Unidos representados como el pueblo de Israel?

—Sí, desde el principio muchos vieron en los Estados Unidos al pueblo elegido para llevar la libertad al resto del mundo —dijo Roosevelt.

—Por eso la simbología de Moisés —dijo Hércules.

—Sí, es algo que se ve en muchos monumentos. Pero el diseño elegido finalmente fue el presentado por el secretario del Congreso, Charles Thomson, maestro de una logia masónica de Filadelfia.

—Otro masón.

—Sí, otro masón.

—Es increíble —dijo Hércules.

—Fíjese bien. En el anverso del sello, que es la representación que tenemos aquí en la pared, aparece el águila calva americana con alas desplegadas y lleva sobre el pecho un escudo, con la parte superior en azul y en la baja, barras rojas y blancas. En una de las garras porta una rama de olivo y en la otra hay trece flechas. Sobre ella hay un círculo con trece estrellas. En el pico, el águila lleva la leyenda «De muchos se formó uno», el mismo eslogan del fundador de los Illuminati, Weisshaupt.

—¿«De muchos se formó uno»?

—La frase es de Pierre Eugene du Smitiere, miembro de la Sociedad Filosófica Americana.

Hércules miró con cuidado cada detalle del sello. Después Roosevelt se aproximó con el libro y le enseño el reverso de este.

—En el reverso aparece un triángulo con un ojo en su interior y se incluye la leyenda: «El nuevo orden de los siglos». La frase está tomada de Virgilio, pero muchos han creído ver el ideario Illuminati de una nueva era. Lo más sorprendente del sello es la frase: Novas Orso Seclorum. Muchos han visto en esta frase la simbología masónica y en especial las ideas de los Illuminati. Este grupo masónico habría logrado infiltrarse en el Gobierno de los Estados Unidos y promover sus ideales a nivel mundial. El final de los siglos sería la llegada al poder del Anticristo, ya que los Illuminati son luciferinos, adoradores de Satanás. Otros interpretan la frase no como una profecía de un nuevo orden mundial, sino más bien como un deseo de los Padres Fundadores de que los siglos siguientes fueran distintos y en ellos reinara la justicia y la libertad. La frase se deriva de una de Virgilio en la que este desea una era de paz y armonía.

—Es una pirámide y tiene el Ojo que Todo lo Ve.

—Efectivamente, su simbología masónica es tan clara que hasta un niño lo vería.

—¿Quiénes eran los illuminati?

—La primera logia illuminati en los Estados Unidos se abrió en 1785 en la Columbia de Nueva York, por tanto su influencia en la independencia fue nula. Se cree que se afiliaron hombres como el gobernador de Nueva York, Clinton Roosevelt, Horace Greenley y el propio Thomas Jefferson. No se puede confirmar este hecho, y los signos del sello de los Estados Unidos están claramente influenciados por la masonería, la influencia Illuminati no está probada.

—¿Qué tiene que ver con el gran sello?

—Posiblemente nada, aunque es innegable que el Gran Sello de la Unión tiene connotaciones masónicas, tanto por sus formas como por los símbolos utilizados.

—¿Qué nos queda por ver? —preguntó Lincoln.

—Por último, la escultura llamada La Gloria fue realizada por Pierre L’Enfant y es la pieza clave de toda la capilla.

—Algo había leído en la biblioteca.

—Este francés es realmente curioso. Lafayette fue su mentor y gracias a él conoció a Washington. Diseñó la ciudad de Washington, pero también otras muchas cosas como la enseña de la ciudad de Cincinnati, la alcaldía de Nueva York y, durante un tiempo, fue el diseñador de moda de la clase alta norteamericana. Después cayó en desgracia, el Congreso se negó a pagarle y murió en la miseria.

—Es curioso, pero muchos grandes genios terminan así.

L’Enfant fue el que escribió este libro de arte. Puso especial interés en su escultura La Gloria. Mire, es una representación del Ojo que Todo lo Ve. De ese ojo de Dios salen rayos hasta las Tablas de la Ley. La Biblia habla de que el propio dedo de Dios esculpió en piedra su ley.

—Sí, conozco la historia.

—Las tablas fueron el único elemento que Dios tocó personalmente, por eso siempre se ha considerado que tenían un poder increíble. Dios había dejado su impronta en piedra. Muchos grupos han querido recuperar las tablas y obtener el poder que se cree que conservan.

—Ya sabemos qué es lo que están buscando los templarios; es el Arca de la Alianza… Es curiosa la coincidencia —dijo Hércules.

—Puede que simplemente busquen las Tablas de la Ley, no todo el arca.

En ese momento se escucharon unos aplausos al fondo de la sala. Los dos hombres se giraron y contemplaron a Jean, que entraba con cinco de sus hombres y sus amigos, atados y amordazados.

—Felicidades, creo que han dado con la pista que necesitábamos.

Los hombres de Jean apuntaron a Hércules y Roosevelt. Jean quitó el libro de las manos de este y se puso a mirar el monumento.

Intentó tirar de varios de los rayos para ver si se movían, pero sin éxito. Después se acercó a las tablas y pasó el dedo por las letras grabadas. Justo en el sexto, «No robarás», se escuchó un chasquido y aparecieron unas escaleras debajo del púlpito.

—Van a tener el privilegio de descubrir el tesoro de los templarios. Por aquí, caballeros.

Todos miraron asombrados a las escaleras que se perdían en la oscuridad. Los caballeros habían ocultado su tesoro dentro de la iglesia. Empezaron a descender uno a uno alumbrados por un par de faroles. El olor a humedad y el polvo les impedían respirar bien. Después de unos diez minutos descendiendo por la escalinata llegaron a una sala a oscuras que parecía de grandes dimensiones. Jean se acercó a varios faroles y los fue encendiendo hasta que todos contemplaron el secreto que se había ocultado durante siglos en aquel templo subterráneo.