Capítulo 102

Nueva York, 11 de febrero de 1916

Hércules se frotó los ojos. Apenas podía mantenerlos abiertos, llevaba toda la tarde leyendo y no había sacado nada en claro.

Al parecer, Pierre Charles L’Enfant había nacido en París el 2 de agosto de 1754. Era hijo de un conocido pintor. En 1777 obtuvo el permiso real para luchar a favor de los colonos. En 1779 fue nombrado oficial del cuerpo de ingenieros. Fue herido en Savannah y capturado en el sitio de Charleston. Era masón y se cree que fundó una logia en Cincinnati. En 1779, George Washington le encargó el diseño de los edificios públicos de la futura capital. Eso mismo le había contado el tío de Lincoln en su visita a Washington.

Todo Estados Unidos estaba repleto de simbología masónica. Además, una de las expresiones artísticas más significativas de los masones fue sin duda la arquitectura. Tal vez su interés por los edificios naciera de su pasado constructor, los masones provienen de los gremios de albañiles que construyeron las catedrales, pero sin duda una de las razones principales fue dejar en piedra una herencia que perdurase.

Algunos de los ejemplos más claros son la Casa Blanca, residencia presidencial, y el Capitolio que está colocado dentro de una composición geométrica que integra a otros monumentos. Al parecer, la colocación de los edificios y las calles componen una serie de zodiacos cada uno consagrado a un patrón estelar concreto.

La estatua situada justo en la cúspide de la cúpula del Capitolio fue instalada en 1863; su creador fue Thomas Crawford. En el casco de la estatua también están puestas las estrellas, naturalmente Crawford era masón.

Los símbolos salpicaban toda la arquitectura de Washington, pero también los edificios de otras ciudades y estados. El George Washington Memorial de Alexandria, en Virginia, donde habían estado días antes, era uno de ellos, con la torre que simbolizaba el faro de Alejandría. El templo Masónico de Chicago era también muy curioso, ya que se trataba de un rascacielos. El edificio fue construido en 1892

por la firma Burnham y Root. Otro edificio, el templo Masónico de Salt Lake City, capital del mormonismo, daba pistas de la conexión entre mormones y masonería. El edificio estaba ocupado por la mayoría de las logias de la ciudad y se construyó según el modelo egipcio.

La capilla de San Pablo no era una excepción. El interior de la capilla era sencillo y austero. Dentro estaba la estatua del general Richard Montgomery, que murió en la batalla de Québec en 1775. Montgomery era masón y el monumento conmemorativo de la capilla tenía varios símbolos masónicos, como el propio obelisco. Otra de las esculturas es la representación de «La Gloria»; en ella se ven unos rayos de luz que provienen de un triángulo con la palabra Yahvé y que descienden hasta las Tablas de la Ley de Moisés.

La Estatua de la Libertad fue otro curioso obsequio. Enviada por la República de Francia para conmemorar los primeros cien años de los Estados Unidos, fue un soplo de aire fresco para un país que seguía sufriendo las secuelas de su cruenta guerra civil.

La idea surgió del jurista y político francés Édouard Laboulaye, autor de la famosa obra París en Améríque. El proyecto se encargó a un joven escultor llamado Frédéric Auguste Bartholdi. La guerra de Francia con Prusia retrasó la ejecución de la estatua. Bartholdi viajó a Estados Unidos en 1871 para buscar una ubicación para su estatua, eligió la pequeña isla de Bedloe, buscó apoyos entre los norteamericanos y se reunió con el presidente Ulysses Grant.

Al parecer, la inspiración para la estatua surgió en un viaje del escultor a Egipto, allí el diplomático Ferdinand de Lesseps le sugirió a Bartholdi la idea de crear una estatua clásica, con forma de faro, que representara a la diosa Libertad de la mitología romana. Pero aquella estatua no era originalmente para los Estados Unidos, era una idea para su construcción en Egipto. Se cree que Bartholdi aprovechó su anterior proyecto y lo reutilizó para la estatua americana.

La estatua fue inaugurada el 28 de octubre de 1886, era presidente Grover Cleveland, el vicepresidente del Senado Frédéric Desmons, un masón, representó a Francia. A la inauguración asistieron representantes de muchas de las logias de Estados Unidos. Pero todo aquello no le aclaraba nada.

Hércules decidió salir a la calle y tomar un poco el fresco. Después fue en taxi hasta el hotel. Al llegar se encontró con una grata sorpresa: Roosevelt le esperaba impaciente ahí. No llevaba sombrero, el pelo la caía despeinado por la cara y se aferraba con fuerza a un maletín.