Capítulo 86

Washington, 9 de febrero de 1916

Cuando el taxi se detuvo frente a la casa de Jean, Alicia sintió un escalofrío. No era la arquitectura ni el oscuro sendero, algo maléfico se movía en el pesado ambiente de la mansión. Se aproximó a la puerta con el sombrero empapado. Había comenzado a llover y unas nubes negras encapotaban el cielo de la ciudad. El mayordomo llevó a la mujer hasta la biblioteca y en cuanto Hércules y Lincoln la vieron se acercaron a ella preocupados.

—¿Qué ha sucedido, Alicia?

Sabían que algo grave pasaba, de otro modo su amiga nunca habría dejado sola a Margaret.

—Jack London ha muerto —dijo Alicia.

Los dos hombres la miraron incrédulos.

—¿Cómo ha sucedido? —preguntó Hércules.

—Según se cree, Jack ha sufrido un ataque al corazón por un exceso de medicamentos.

—Eso es terrible —dijo Lincoln.

—No se han encontrado indicios de violencia. Puede que sea una casualidad, pero ya saben que Jack estaba asustado, creía que algo o alguien le perseguía —dijo Alicia nerviosa.

—Eso es algo muy común en gente con personalidades ansiosas —dijo Jean.

Alicia le miró. No se había percatado de que se encontraba entre las sombras de la biblioteca.

—Pero, señorita Alicia, será mejor que tome algo caliente, está empapada.

—No gracias. Tenemos algo de prisa.

—¿Tenemos? —dijo Hércules.

—Sí, ha surgido otra cosa. Se lo contaré en el camino. Un taxi nos espera fuera.

—No se preocupen, yo despediré el taxi y les llevaré donde quieran en mi coche —dijo Jean.

—Es muy amable, pero es algo urgente —dijo Alicia.

En ese momento la mujer se dio cuenta de que en la corbata del hombre un alfiler lucía las iniciales DMJ y el triángulo. Fueron unos segundos, pero suficientes para que Jean se diera cuenta de lo que estaba observando.

—Insisto. No pueden marcharse de esa manera —dijo Jean amablemente, después sacó una pistola del bolsillo y les apuntó sin dejar de sonreír.