Washington, 9 de febrero de 1916
Alicia llevaba toda la mañana cuidando de Margaret. La chica recuperaba poco a poco el apetito y parecía estar saliendo del estado de ensimismamiento. Durante unos instantes observó su sueño apacible y después se sentó para leer el periódico.
Cuando llevaba un rato hojeando el periódico, una de las noticias le llamó la atención: Jack London, el famoso novelista, ha sido hallado muerto en un tren que se dirigía a California. No se encontraron signos de violencia, aunque el cadáver presentaba una expresión de terror. La muerte se creía debida a un fallo cardiaco por una dosis indebida de medicamentos.
Alicia leyó la noticia varias veces, incrédula. En una segunda lectura descubrió un detalle inquietante. Junto al cadáver se había encontrado un alfiler de corbata con la leyenda «Deus meumque jus». Al parecer el alfiler tenía forma de triángulo.
La mujer se quedó pensativa. El periódico detallaba el símbolo con una fotografía. Entonces recordó que era lo mismo que el senador había escrito en el suelo del barco, pero otra noticia le llamó poderosamente la atención. Ese mismo día Enrique Costanzo Granados daba un concierto privado en la Casa Blanca con su orquesta.
—No puede ser —dijo Alicia mientras pasaba las hojas.
Alicia salió a la puerta de la habitación.
—Disculpe, ¿sabe dónde se encuentran mis amigos?
El policía le entregó una nota.
—El inspector dejó esta nota para usted.
Alicia leyó la nota y se puso apresuradamente su abrigo.
—Cuide de Margaret. Que nadie entre en la habitación —dijo Alicia mientras salía del dormitorio.
Mientras corría escaleras abajo una idea le rondaba la mente. Si el violonchelista seguía con Costanzo Granados, el presidente estaba en peligro.