Nueva York, 6 de febrero de 1916
La casa de Hyde Park se conservaba en perfecto estado. Dejó el coche delante del porche y se adentró en la penumbra. El tiempo había vuelto a empeorar después de una mañana radiante. Aquel invierno estaba siendo especialmente duro. La biblioteca permanecía igual que la última vez que entró. El abuelo había reunido miles de volúmenes a lo largo de toda su vida. En eso se parecía poco a su padre. La familia Delano se remontaba al siglo XVII, cuando un peregrino de Flandes llegó a Plymouth huyendo de las persecuciones religiosas. Su abuelo Isaac era un hombre de negocios como su padre, pero también era un amante de los libros.
El abuelo era el que le había narrado la historia de la familia y por qué pertenecían a la Orden de Orange; aunque él no tenía ese marcado protestantismo, no quería olvidar sus raíces. Pertenecer a una de las sagas más importantes del país tenía sus ventajas, pero también sus inconvenientes. Todos esperaban mucho de ti, quizá demasiado.
Recordaba que su abuelo siempre le había hablado de los misterios escondidos en América, conservaba un libro antiguo que narraba leyendas y viejas historias de los primeros pobladores del país.
Revisó las estanterías y al final se subió a la escalera. Allí, casi en la parte más alta, se encontraba el libro. Su buen estado de conservación le impresionó. Se sentó con él en una de las butacas tapadas con sábanas blancas y comenzó a leer.
El libro narraba todo tipo de aventuras y leyendas, pero había una que le obsesionaba especialmente. La relacionada con la famosa cueva de la isla de Oak. Nadie había podido desvelar por completo sus secretos, ahora una nueva expedición estaba a punto de partir, y por fin el misterio sería desvelado.