Mobile, 2 de febrero de 1916
El ruido provenía de arriba. La mujer se dirigió a su camarote y cogió la pistola de dos balas que siempre llevaba encima, la guardó en la liga y comenzó a ascender las escaleras. Escuchó que alguien bajaba y corrió a esconderse en la zona de cocinas. El corazón le latía con fuerza. Intentó controlar la respiración y tomó un gran cuchillo en la mano. No quería desperdiciar sus dos únicas balas si no era imprescindible.
Se escucharon varias pisadas por el pasillo, después silencio. Alicia aprovechó para salir corriendo, pero en el camino tropezó y al apoyarse varias sartenes cayeron al suelo. Dudó unos instantes, si se quedaba allí no tardarían en encontrarla, pero si escapaba podía darse de frente con ellos en el pasillo.
Al final salió de la cocina y empezó a subir las escaleras. Dos hombres comenzaron a perseguirla y uno estuvo a punto de coger uno de los tobillos de la mujer, pero al final Alicia subió a cubierta. Corrió hacia la popa y vio a otro asaltante muy cerca de ella. Ahora eran tres hombres los que la perseguían.
Escuchó un disparo y vio a Hércules y Lincoln; sus perseguidores se habían resguardado y comenzaban a responder al fuego.
Alicia oyó el silbido de las balas, pero no dejó de correr hasta alcanzar a sus amigos.
—Tenemos que llegar a la lancha —dijo Hércules.
—Pero pueden perseguirnos con el barco —dijo Alicia.
—Hemos estropeado el timón, tardarán unas horas en arreglarlo —dijo Hércules.
—El diario y las figuras, ¿se han quedado abajo? —dijo Lincoln.
Alicia enseñó sonriente el diario y las tres estatuillas. Después los tres se dirigieron hacia la lancha. Saltaron a ella y Hércules puso en marcha el motor. Los asaltantes se acercaron a la popa y comenzaron a disparar. En unos minutos el barco era un pequeño punto en el horizonte.