Capítulo 33

Mobile, 2 de febrero de 1916

El barco se detuvo y Hércules paró de leer. Era demasiado pronto para que estuvieran en el puerto de Miami.

—¿Qué pasará? —preguntó Lincoln, inquieto. Viajar en barco era una verdadera tortura para él.

—No lo sé —dijo Hércules subiendo hacia la cubierta. Lincoln le siguió medio mareado. Tenía la sensación de que el barco se balanceaba más cuando estaba quieto que en marcha.

En la cubierta no se veía a nadie, ascendieron a la sala del piloto, pero también estaba vacía.

—Esto no me gusta —dijo Hércules. Buscó en el bolsillo su pistola, pero no la llevaba encima—, ¿tiene su arma?

Lincoln sacó con dos dedos su revólver y se lo pasó a Hércules.

—¿Dónde están todos? —preguntó el norteamericano.

Observaron el perímetro del barco sin ver ninguna otra embarcación, hasta que su vista se paró justo a su espalda. Una lancha no muy grande estaba atada al barco. No había nadie, pero sin duda no estaban solos. Alguien había subido a bordo.

—¿Serán piratas? —preguntó Lincoln.

—He viajado durante años por estos mares y nunca he sufrido ataques piratas tan al norte —dijo Hércules.

—¿Entonces?

—Los que buscan el diario y las piezas del senador nos han localizado.

Se escuchó un ruido y los dos se agacharon. —Alicia— dijo Lincoln, preocupado.

—Tengo un plan, pero debemos ser muy rápidos —dijo Hércules bajando aún más el tono de voz.