Mobile, 2 de febrero de 1916
Los tres amigos consiguieron reunirse en la ciudad. La policía había perseguido a Hércules algunas manzanas, pero enseguida este les había logrado dar esquinazo. Sopesaron todas las posibilidades, viajar por el interior o hacerlo en barco, pero las comunicaciones internas del país todavía dejaban mucho que desear. Trasladarse en autobús podía demorar el viaje más de una semana, mientras que en barco tardarían no más de tres días en llegar a Annapolis.
No querían llamar la atención, por lo que alquilaron un pequeño barco con una tripulación de tres hombres. El viejo capitán Chile era un irlandés de barba blanca, con una pipa perenne en los labios y que en su juventud había pescado gambas en las costas de Florida. Ahora se encargaba de transportar a personas y mercancías desde Nueva Orleans a Savannah, pero en este caso, cobrando una importante cantidad de dinero, haría una excepción y les llevaría hasta el norte.
Hércules comentó a sus amigos que aquel largo viaje por lo menos les serviría para poner en orden sus ideas y saber dónde se estaban metiendo.
—Una cosa está clara —dijo Hércules—. Nos enfrentamos a algún tipo de logia masónica.
—Sí, una logia masónica que sigue el rito escocés y que tiene simbología templaría —apuntó Alicia.
—Ya saben que en Estados Unidos la masonería es algo muy aceptado. La mayor parte de la población pertenece a algún tipo de logia. Varios de nuestros presidentes han sido abiertamente masones —dijo Lincoln.
—En Cuba la masonería también es algo público y aceptado —dijo Alicia.
—En cambio en España está prohibida en parte —comentó Hércules.
—Esa logia escocesa busca algún tipo de reliquia, será mejor que comprobemos qué encontró el senador —dijo Lincoln.
Hércules extrajo de la bolsa tres objetos. El primero era una especie de cruz templaría de piedra. No tenía ninguna inscripción ni nada que les pudiera dar una pista sobre de qué se trataba. El segundo objeto era un caballero templario tallado en marfil. El caballero estaba vestido con armadura, portaba un escudo con una inscripción: «Well of souls». El tercer objeto era un animal, parecía una oveja, hecha de oro.
—Me parecen objetos muy comunes sin aparente relación entre ellos —dijo Lincoln.
—Sin duda lo son, la mayoría de los restos que encuentra la arqueología son utensilios de la vida cotidiana. Lo misterioso aquí es qué hacían en América estos objetos de Oriente Próximo y Europa —dijo Hércules.
—Eso es lo que tenemos que averiguar. Una cruz templaría, un caballero y una especie de ídolo pagano —dijo Alicia.
—La inscripción del caballero significa «pozo de las almas» —dijo Lincoln.
—¿Pozo de las almas? —preguntó Alicia—. No me suena nada con ese nombre.
—Posiblemente el diario del senador nos aclare algo —comentó Hércules.
Hércules extrajo el diario y comenzó a leer en alto. Sus dos amigos se quedaron en silencio, mientras las palabras del senador les introducían en un increíble misterio.