Esta novela está inspirada en un encuentro casual y una conversación que mantuve hace muchos años con el abogado David Ogden en un partido de béisbol de los Dodgers de Los Ángeles. Por eso, el autor le estará siempre agradecido.
Aunque el personaje y las hazañas de Mickey Haller son ficticios y corresponden completamente a la imaginación del autor, esta historia no podría haber sido escrita sin la tremenda ayuda y orientación de los abogados Daniel F. Daly y Roger O. Mills. Ambos me permitieron verlos trabajar y preparar la estrategia de los casos y se mostraron incansables en sus esfuerzos para asegurarse de que el mundo de la defensa criminal era descrito cuidadosamente en estas páginas. Cualquier error o exageración en la ley o la práctica son meramente falta del autor.
La jueza del Tribunal Superior Judith Champagne y su equipo en el Departamento 124 del edificio de los tribunales penales, en el centro de Los Ángeles, autorizó al autor un acceso completo a su sala, despacho y calabozos y respondió las preguntas que le planteé. Tengo una gran deuda de gratitud con la jueza y con Joe, Marianne y Michelle.
Por último, pero no por eso menos importante, el autor quiere dar las gracias a Shannon Byrne, Mary Elizabeth Capps, Jane Davis, Joel Gotler, Philip Spitzer, Lukas Ortiz y Linda Connelly por su ayuda y apoyo durante la redacción de esta novela.