ALEJO CARPENTIER Y VALMONT, (26 de diciembre de 1904 — 24 de abril de 1980), fue un novelista y narrador cubano que influyó notablemente en la literatura latinoamericana durante su período de auge, el llamado «boom». La crítica lo considera uno de los escritores fundamentales del siglo XX en lengua castellana, y uno de los artífices de la renovación literaria latinoamericana, en particular a través de un estilo que incorpora varias dimensiones y aspectos de la imaginación para recrear la realidad, elementos que contribuyeron a su formación y uso de lo «Real Maravilloso».

También ejerció las profesiones de periodista, durante gran parte de su vida; y musicólogo, con investigaciones musicales y organizaciones de conciertos, entre otras actividades; sin embargo, alcanzó la fama debido a su actividad literaria.

Aunque durante mucho tiempo se creyó que había nacido en La Habana, Cuba, el hallazgo póstumo de su partida de nacimiento en Suiza prueba que su nacimiento aconteció en Lausana. Su padre fue Georges Álvarez Carpentier, arquitecto francés; y su madre, Lina Valmont, profesora de idiomas de origen ruso: su infancia estuvo un marcada por un profundo «mestizaje cultural». La familia se mudó a La Habana, porque el padre tenía interés por la cultura hispánica y ansias de habitar en un país joven y escapar de la decadencia europea. Así, Carpentier creció en trato cercano con campesinos cubanos blancos y negros, «hombres mal nutridos, cargados de miseria, mujeres envejecidas prematuramente; niños mal alimentados, cubiertos de enfermedades». Una realidad que posteriormente plasmaría en sus obras.

Su infancia coincidió con los primeros años de la República Independiente, un periodo en cual las escuelas se centraban en el pasado colonial español, debido a la carencia de materiales actualizados: «De acuerdo con los libros que estaban vigentes y se usaban en la España de finales del siglo XIX».

A la edad de once años se trasladó con sus padres a una finca en Loma de Tierra, del reparto El Cotorro, cerca de La Habana. De once a diecisiete años, sus padres se ocuparon de su educación. Él le enseñaba literatura y ella, música, por la que sintió inclinación desde esa época. Pero en un momento dado por esa época su padre los abandonó y él tuvo que dejar los estudios y empezar a trabajar para ayudar a su madre.

Al fin de su educación primaria en Cuba, fue a París para completar parte de sus estudios secundarios en el liceo Janson de Sailly donde, tomando cursos de teoría de la música, llegó a ser en sus propias palabras «un pianista aceptable». En 1917 ingresó en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana para continuar sus estudios en teoría musical. En 1920 consiguió entrar en la escuela de Arquitectura de esa misma ciudad, pero que posteriormente abandonaría.

A principios de los años veinte empezó a implicarse en política, especialmente en la «abortada revolución de Veteranos y Patriotas» en 1923. Aunque los grupos a los que se afiliaba no fueran específicamente políticos, sino más bien unidos por el arte, sin embargo, sí que tenían objetivos políticos y lucharon contra la dictadura de Gerardo Machado, ascendido en 1925, y contra el capitalismo norteamericano.

En 1921 empezó su carrera de periodista, profesión a la que se dedicaría prácticamente el resto de su vida. En la sección «Obras famosas» del diario habanero La Discusión publicó sus primeros trabajos literarios, básicamente resúmenes de obras conocidas. Ese mismo año abandonó definitivamente la carrera universitaria y viajó de nuevo a Francia. Al regresar dos años después, redactó artículos de crítica musical y teatral en La Discusión y El Heraldo de Cuba. Al estabilizarse su situación económica en estos años, completó algunos trabajos periodísticos tales como ser jefe de redacción de la revista comercial Hispania, escribir una historia sobre los zapatos para la Unión de Fabricantes de Calzados; y colaborar en la sección de moda de la revista Social bajo el seudónimo «Jacqueline».

En 1923 formó parte de la Protesta de los Trece junto al Grupo Minorista, un conjunto a cuya formación participó y descrito por sus miembros como intelectual apolítico, pero que sin embargo participaba activamente en la oposición al presidente Alfredo Zayas. Esta asociación se integró posteriormente en la «Falange de Acción Cubana», que organizó el fracasado movimiento insurreccional de la «Asociación de Veteranos y Patriotas».

Entre 1924 y 1928, Carpentier ocupó el puesto redactor en la revista Carteles. En 1926 asistió a un congreso de periodistas en México invitado por el gobierno de ese país y durante el cual conoció a Diego Rivera, con quien mantendría una larga amistad. Este periodo fue muy importante en la formación de su personalidad artística; llegó a conocer todos los barrios de La Habana y descubrir la arquitectura colonial y el ambiente de La Habana Vieja, elementos en que se ambientarán después muchos de sus ensayos y novelas. Sus obras y afirmaciones de entre los años 1920 y 1928 muestran que se implicó decididamente en el vanguardismo cubano, con cuyas figuras principales se trabó amistad. Carpentier también amplió su conocimientos musicales escuchando al compositor Amadeo Roldán.

En 1927, se adhirió al Manifesto Minorista, firma por la cual sería encarcelado durante siete meses bajo acusaciones de profesar ideas comunistas. Durante ese tiempo en prisión redactó la primera versión de su novela Ecué-Yamba-Ó! Ya en libertad condicional, en marzo de 1928 acudió a un congreso de periodistas en La Habana en donde conoció al poeta francés Robert Desnos quien le ayudó a huir del régimen machadista, entregándole su pasaporte y sus acreditaciones y ayudándole a embarcarse en un buque con dirección a Francia.

Su definitiva consagración como escritor llegó sin embargo con Los pasos perdidos (1953) novela en la que un musicólogo antillano que reside en Nueva York, casado con una actriz, es enviado a un país sudamericano con el encargo de rescatar y encontrar raros instrumentos. El siglo de las luces (1962), ambientada en Francia y las Antillas en el período de la Revolución Francesa. En esta obra narró la peripecia de un personaje llamado Víctor Hugues que llevó a la isla de Guadalupe la ideología de los revolucionarios franceses y también la guillotina. Una novela cautivante que confirmó el poder de convocatoria visual de su autor, en la que presenta personajes y ambientes lejanos en la historia y los acerca al lector atrapándolo en un asombroso tejido verbal. A esta célebre novela siguió Concierto barroco (1974), una obra breve donde reconstruyó con minucioso detalle y estricto rigor histórico y musicológico, el viaje de un criollo por la Europa dieciochesca, acentuando la funcionalidad de la música en su narrativa, ya que el libro está organizado y estructurado sobre fundamentos musicales, y el mismo año El recurso del método, en la que recrea la imagen del tirano ilustrado, en versión latinoamericana.

Cronológicamente se sitúa luego La consagración de la primavera (1978), novela en la que recreó una historia ambientada en tiempos de la Revolución Cubana y que había anticipado en forma de relato breve en Los convidados de plata (1973). La consagración de la primavera muestra su proceso autorreflexivo acerca de las revoluciones, a lo largo de un período que abarca desde la soviética hasta la castrista, incluyendo los hechos de Playa Girón, y donde además aparecen la Guerra Civil española y los ecos de la Segunda Guerra Mundial. Finalmente, El arpa y la sombra (1979), supuso una visión desmitificadora de Cristóbal Colón a través del relato de una íntima confesión en la que el Almirante, a las puertas de la muerte, decide hacer una especie de inventario de sus hazañas y debilidades.

En su totalidad, la narrativa de Carpentier no se caracterizó por los análisis psicológicos, dada la vastedad de una propuesta que planteaba más bien la diversidad de lo real. No mostró por tanto con excesivo detalle los aspectos de la vida individual, más allá de arquetipos como el Libertador, el Opresor o la Víctima. Su propósito central fue acaso cambiar la perspectiva del lector, trasladarlo hasta un universo más amplio, un cosmos donde la tragedia personal queda adormecida dentro de un conjunto que, aun siendo sencillo, es mucho más vasto y profundo.

Novelas

¡Écue-Yamba-O! (1933)

El reino de este mundo (1949)

Los pasos perdidos (1953)

El acoso (1958), novela corta

El siglo de las luces (1962)

Concierto barroco (1974), novela corta

El recurso del método (1974)

La consagración de la primavera (1978)

El arpa y la sombra (1979)

Cuentos y relatos

Viaje a la semilla (1944)

Guerra del tiempo (1956)

El Camino de Santiago (1967)

Los convidados de Plata (1972)

Ensayo

La música en Cuba (1946)

Tristán e Isolda en tierra firme (1949)

Tientos y diferencias (1964)

Literatura y conciencia en América Latina (1969)

La ciudad de las columnas (1970)

América Latina en su música (1975)

Letra y solfa (1975)

Razón de ser (1976)

Afirmación literaria americanista (1979)

Bajo el signo de Cibeles. Crónicas sobre España y los españoles (1979)

El adjetivo y sus arrugas (1980)

El músico que llevo dentro (1980)

La novela latinoamericana en vísperas de un nuevo siglo y otros ensayos (1981)

Conferencias (1987)

Libreto de Ópera

Manita en el suelo, música de Alejandro García Caturla.

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