El «Derecho» rojo

Pero no sólo en el ámbito de la seguridad pública, sino simplemente en todo, el Gobierno abdicaba ante los representantes del desorden y de la inmoralidad. Ya no se podía hablar de un «concepto del derecho». En todo caso no se puede utilizar el concepto normal de «Derecho» para expresar la noción que del mismo tiene esta gente. Citemos un par de ejemplos: en septiembre de 1936 salió en la «Gaceta de la República», entre otros del mismo estilo, un Decreto del Ministro que tenía a su cargo Correos, en el que se le rehabilitaba solemnemente a un ex funcionario del cuerpo de Correos destinándole a un alto cargo para el que reunía condiciones especiales, en función del injusto proceder de la administración anterior que le expulsó de la Asociación de Funcionarios, como reparación a haber sido destituido por culpa de unas «miserables» pesetas. El motivo que obligó a la administración a condenar a este «señor», tras el proceso con arreglo al procedimiento judicial ordinario, fue por malversación de fondos públicos. Cuando el propio Estado y los que lo apoyan practican el robo y lo califican como «de derecho natural», y el único reproche que cabe hacerle es que robó sólo «unas miserables pesetillas» resulta totalmente lógico que fuera premiado por su «honorable comportamiento».

Otra «perla del Derecho». El alcalde de Torrelodones, donde yo vivía, requirió de todos los vecinos allí domiciliados, que acudieran a una junta; «caso de no acudir incurrirán en la pena de pérdida de su derecho de propiedad con respecto a sus bienes raíces y con el traspaso de tal derecho al Ayuntamiento». Dicha comunicación se la llevé yo al Ministerio de Asuntos Exteriores, dejando a su buen criterio su incorporación al futuro Corpus Juris de la República venidera. También se la envié a título de ejemplo al Gobierno noruego.