El frente popular

Con el fin de facilitar una mejor comprensión de la situación política en el seno del Frente Popular, así como de las abreviaturas o siglas ocasionalmente utilizadas de aquí en adelante y correspondientes a las denominaciones de los partidos, me permito hacer unas breves aclaraciones.

El Frente Popular estaba compuesto por los partidos burgueses radicales de Martínez Barrio y Azaña, denominados respectivamente «Unión Republicana» el primero, e «Izquierda Republicana» el segundo, así como por los partidos Socialista, Comunista, Sindicalista y la F.A.I., (Federación Anarquista Ibérica). El Partido Socialista es la organización política de los sindicatos socialistas (U.G.T. = Unión General de Trabajadores). La F.A.I. es, asimismo, el exponente político de los sindicatos anarquistas (a saber: C.N.T.= Confederación Nacional del Trabajo).

La situación de poder, en la medida en que ésta dependa de la adhesión del pueblo a cada una de dichos partidos, era la siguiente.

Los dos partidos de derechas contaban con un número de afiliados reducido. Su influencia se basaba en la mayor antigüedad de su experiencia política, así como en la mayor formación y más elevado nivel intelectual de sus dirigentes y afiliados.

El partido socialista se apoyaba en los sindicatos de la U.G.T. que contaban con el mayor número de adeptos en Madrid y Bilbao. En Barcelona y Valencia estaban en minoría. Más tarde se produjo una brecha profunda entre el partido y los sindicatos como consecuencia de la enemistad personal entre Indalecio Prieto, jefe de la mayoría de los diputados socialistas, y Largo Caballero, el «mandamás», sin límites, de los sindicatos. U.G.T. podría ser, numéricamente, la segunda organización entre las más fuertes de España.

El partido comunista antes de la guerra civil no era numéricamente muy importante. El español es exageradamente individualista y, por lo tanto, anarquista nato; de modo que la teoría comunista no le agrada en absoluto. Bajo la presión de la influencia rusa cobró, sin embargo, mucho auge el partido, habiendo intentado, a pesar de la fuerte oposición de los partidos proletarios, fusionarse con los socialistas, lo que llegaron a conseguir en las organizaciones juveniles; pero no en cuanto a los sindicatos, pues siempre hubo una fuerte resistencia en Largo Caballero que, especialmente durante su presidencia en el Consejo de Ministros, llegó a oponerse fuertemente a los comunistas.

El partido sindicalista, que no era fuerte numéricamente hablando, adquirió influencia por la personalidad de quien lo acaudillaba, Pestaña, fallecido recientemente, el cual había trabajado durante muchos años de modo decisivo en organizaciones anarquistas.

De la F.A.I., cuya infraestructura está constituida por los sindicatos de la C.N.T., puede decirse que es la organización más fuerte, y domina, principalmente, en Cataluña. Allí cuenta aproximadamente con la afiliación del setenta y cinco por ciento del proletariado. En Valencia, Murcia, Alicante; es decir, a lo largo del resto de la costa mediterránea, dispone asimismo de una mayoría, si bien no tan dominante como en Cataluña. En el centro de España, en Madrid, tiene menos fuerza que la U.G.T.; pero, durante la guerra, creció mucho el número de sus afiliados ya que sus condiciones de filiación, al ser más tolerantes, fueron aprovechadas por muchas personas indiferentes, que no tenían más remedio que acreditar la posesión de un carnet sindical. Un ciudadano sin semejante carnet no podía en España justificar su existencia y no gozaba de libertad para vivir con alguna seguridad. En la F.A.I. caben todos, desde el idealista, en el mejor sentido primitivo cristiano de amor al prójimo y de fraternidad, hasta el delincuente común. La teoría política de los anarquistas consiste en una organización sin normas preestablecidas de autoridad. Son ácratas. Sin forma alguna de gobierno. No son marxistas, sino antimarxistas. Su ideal es el individualismo ilimitado.