Lunes, 31 de marzo de 1969

Davina paseó la mirada por su salón de ambiente contemporáneo con satisfacción. Tenía un aspecto inmejorable, ciertos sillones desterrados, otros traídos de distintas habitaciones, o recién comprados. En cuanto esa zorra altanera viera esa sala, tendría que reconocer que Connecticut también era capaz de ofrecer diseños de interior innovadores.

Entró Uda arrastrando los pies. Davina entornó los ojos.

—Has estado leyendo el futuro en el cuenco de agua y no has visto nada bueno —dijo Davina, aunque no en inglés—. ¡Cuéntame!

—He visto un desastre —dijo Uda, aunque no en inglés.

—¿Desastre? ¿Qué? ¿Dónde? ¿Cuándo?

El rostro plano parecía más plano, como si se lo hubieran envuelto en celofán muy apretado.

—No puedo verlo, Vina.

—¡Pues vuelve a mirar!

—No es nuestro desastre, ahí está lo malo. Nos afecta, pero no de una manera maligna. Volver a mirar no servirá de nada.

Davina se serenó.

—Mientras el desastre no sea nuestro, puedo estar tranquila. ¿No tiene que ver con el éxito del libro?

—No. El éxito del libro es beneficioso.

—¿Alexis?

—Es una luz brillante en el cielo sobre un campo de desolación absoluta. Intacto, perfecto. Tampoco se trata de Max. Ya te lo he dicho, Vina, el desastre no es nuestro.

—Entonces, ¿puedo celebrar la fiesta mañana?

—Sí, claro. Será un éxito, aunque has cometido una estupidez al invitar a esa policía —dijo Uda.

Davina puso cara de sorpresa.

—¿Una estupidez? Aquí la estúpida eres tú. La sargento Carstairs es de la buena sociedad, además de policía. Nadie en Holloman celebra una fiesta sin invitar a la sobrina aristócrata de los Silvestri. Fui yo la que cometió un error, Uda, cuando la conocí y le dije cómo debía vestirse. Delia Carstairs es famosa por su excentricidad.

—Eso no se puede decir de la gigantesca esposa del capitán Delmonico —comentó Uda de mal humor.

—Es una famosa heroína —explicó Davina en tono paciente— y no es una fiesta de descendientes del Mayflower, aunque también habrá dos de ellas. —Se mostró briosa—. La mía consiste en un delicioso adelanto de la del lanzamiento del libro, que tendrá lugar el miércoles, solo que con mejor comida, mejor bebida y un marco mucho más acogedor. Chubb contratará la misma vieja empresa de cátering, mientras que yo tengo a Uda, la magnífica cocinera. ¿Y la comida?

—Incluye bollitos al curry, pastelillos calientes rellenos de flan de cuatro quesos, crepes en miniatura con caviar y nata, tartaletas de cangrejo con salsa dulce para untar, volovanes de langosta, camarones fritos en mantequilla…

—¡Excelente! —exclamó Davina, atajándola—. ¿Cuántas han aceptado la invitación, empezando por las más importantes?

—Vienen todas las importantes. Diecinueve.

—¿Y Lily?

—Lily vendrá a ayudarnos al barman y a mí.

—¡Excelente! Dile que se deje los diamantes en casa.