[1] (con respecto al jugo): A pesar del sabor, no puedo dejar de referirme a cierto paralelismo con el soma védico:
1. Una vez prensado, el Soma que tiene su morada en la montaña ha fluido en derredor en el interior del filtro. / En la embriaguez tú eres el dador de todos los bienes.
2. Tú (eres) el cantor, tú (eres) el poeta, (tú eres) el dulce (jugo) nacido planta. / En la embriaguez tú eres el dador de todos los bienes…
Himno 730 (9.18) <<
[2] yo soy la parte que tiende a lo inestable: como si fuera una débil intuición de esa idea fundamental en la filosofía yoga: la conciencia del yo —la confusión del ego individual y no el âtman— que tiende a lo inestable, que vuelve inarmónico el Ser puro. (Estado de Chitta). <<
[3] es la certeza absoluta de una materialidad sensible que se vuelve conciencia de sí en sí misma: ¿acaso no habrá que ver en esto la manifestación espontánea de primera guna, el sattva, la modalidad psíquica de la sustancia primordial, la autoconciencia serena y clara emergida de la prakrti?
Transcribo a continuación el Yoga-sutra I, 41 de Patañjali y parte del comentario al aforismo que hace Walter Gardini, a modo de corroboración de lo que digo.
I 41: «Cuando las modificaciones mentales han sido detenidas, (la mente), como un cristal traslúcido, logra plena identificación con el sujeto cognoscente, con el acto de percepción, o con el objeto y toma el color de lo que contempla».
Gardini: «Las fluctuaciones de la mente han sido apaciguadas. De los múltiples y contradictorios procesos mentales sólo uno existe bajo el perfecto control de la voluntad. Todavía no es la destrucción total pero el fin se acerca: las tendencias inestables no existen más y el flujo perturbador se detiene. En ese clima de tranquilidad se realiza la unión de la mente con lo que ella contempla».
Todo esto parece remarcarse y constatarse cuando digo: soy el borde consciente de lo sensible. <<
[4] quedo extraído; doy el nombre, indistintamente, de extracciones o desconexiones a una desaparición absoluta de la conciencia y del mundo, a una supresión del yo en el mundo, y no a una suspensión de la conciencia en un concepto de vacío. Según una fórmula vedanta, el mundo es una creación subjetiva del inconsciente, una ilusión (màyà) a la cual sólo nuestra ignorancia le confiere «realidad ontológica y validez lógica» (Mircea Eliade). En el momento de las extracciones no hay nada; de golpe, de una forma involuntaria, quedo extraído de «ese manantial inagotable de las formas cósmicas y del devenir universal», y quizás esta espontánea supresión de la conciencia sea una reabsorción en lo Uno, en el Ser inmóvil, en la sustancia primordial, la prakrti. Es quizás también el «parar el mundo» del que habla Don Juan, aunque no manejado por mí, alcanzado intermitentemente y sin que yo intentara realizarlo siguiendo las técnicas que describe Castaneda o las que indica el yoga.
La extracción es un instante en la prakrti. <<
[5] Carácter transitivo del encierro: el departamento potencialmente limita --> el yo se amuralla en el cuerpo. Después, el letargo superficial (¿concordancia con el tamas, la inercia estática y la oscuridad psíquica?) da paso al extrañamiento. <<
[6] Tras una extracción similar a la de la primera experiencia comienza una serie de intermitencias que no podría asegurar que fueran de la misma índole. Se asemejan más bien a las descriptas por Michaux en El infinito turbulento: «En la mescalina aparecen sobre todo microintermitencias. ¿No podrían explicar acaso por mayor simplicidad que la que yo he empleado hasta ahora, las rapidísimas suspensiones de sentimientos, de impulsos, de pensamientos, las cuales experimentan no auténticos cambios, sino microintercepciones?». <<