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Cuando Moss los llevó al interior de la estancia que hacía las veces de salón para Jefferson, así como de biblioteca y estudio, lo primero en que Harvath se fijó fue en las cabezas de buey y las representaciones de Minerva que había en el contorno del techo.

Tras examinar el mobiliario de época, Harvath preguntó:

—¿Qué había originalmente bajo esta sala?

—La bodega —respondió Moss.

Paul Gilbertson había señalado en los dibujos lo que parecía ser un anclaje para una soga y un sistema de poleas, similar al que se utilizó para el montacargas de Jefferson en Monticello.

Ahora, ese mismo esquema les había llevado hasta Poplar Forest y a una sala situada sobre una bodega, donde se encontraba la única chimenea de la casa que databa de la época de Jefferson y que jamás había requerido restauración.

Harvath se preguntaba por qué. Quizá su construcción fue deliberadamente distinta de la de las demás: mejor, más sólida por algún motivo. También se preguntaba si el secreto que buscaban no estaba necesariamente oculto en el interior de la repisa, sino que esa repisa había actuado simplemente como guardiana.

En un principio, Harvath había pensado que el esquema arquitectónico representaba alguna clase de giro de una caja secreta: un diagrama que indicara cómo manipular unas piezas en el orden preciso para descubrir un panel y poner al descubierto lo que quiera que Thomas Jefferson escondiera.

Moss señaló a la chimenea del muro oriental de la sala y dijo:

—Es esa de ahí.

Harvath, Nichols y Ozbek se aproximaron e inspeccionaron la repisa.

El profesor no mostraba mucho entusiasmo.

—Si, lo que quiera que fuera, estuvo alguna vez ahí, ya no está —afirmó.

—Quizá no —respondió Harvath mientras se dirigía a Moss y le preguntaba:

—¿Había un montacargas en esta sala que permitiera subir vino desde la bodega?

El director de Poplar Forest negó con la cabeza.

—Me temo que no.

—¿Nunca vio ningún agujero en el suelo de aquí o alguna otra cosa parecida que pudiera haber formado parte de un sistema de sogas y poleas? ¿O incluso de algún sistema de contrapesos de alguna clase de reloj?

—En absoluto. Sustituimos el suelo de toda la casa. Si hubiera habido algún tipo de agujero así, los habríamos visto.

Harvath retrocedió para examinar la repisa, concretamente el lugar donde se ensamblaba con la pared.

—¿Qué está pensando? —preguntó Nichols.

—Estoy pensando en una pila bautismal de una iglesia que conozco —dijo Harvath mientras apoyaba el hombro sobre la repisa y trataba de darle un empujón.

—¿Qué tiene que ver una iglesia con lo que estamos buscando? —preguntó Ozbek.

Harvath cogió el documento arquitectónico de la mano del profesor y lo colocó en lo alto de la repisa.

—Paul Gilbertson dijo en Monticello que creía que era un dibujo de la sección de la repisa de una chimenea, ¿no es así?

—Así es.

—Bueno, ¿pues qué pasaría si fuera algo más? ¿Qué pasaría si la obra de carpintería móvil fuera en realidad una modalidad de cerradura combinada?

—Como en una caja secreta —dijo Nichols con un toque de excitación en la voz.

—¿Qué caja secreta? —preguntó Ozbek.

El profesor imitó con sus manos la forma de una caja pequeña.

—Son unas cajas que a Jefferson le gustaban mucho y en las que era preciso manipular algunas piezas en un orden preciso para poder abrirlas. En una de ellas guardó su rodillo.

—Y el Quijote que encontramos en París —añadió Harvath.

—¿Qué importa eso, de todas formas? —dijo Ozbek—. La repisa original de la chimenea ya no existe.

—Pero sí la chimenea —respondió Harvath mientras señalaba el dibujo—. Gilbertson dijo que creía que era un lugar de anclaje para un sistema de sogas y poleas.

—En todo caso, aquí no había ningún montacargas.

—Tampoco ningún agujero en el suelo —añadió Nichols.

Harvath los miró.

—¿Qué pasaría si no hubiera sido para un montacargas? ¿Qué pasaría si hubiera sido para algo absolutamente diferente?

—¿Como por ejemplo?

—Se lo diré en cuanto retiremos esta repisa.