—¿Por qué no empieza por cómo se pusieron en contacto usted y el presidente? —preguntó Harvath.
Nichols sabía que no le quedaba más opción que obedecer. Su mente se retrotrajo a la noche en que lo convocaron a la Casa Blanca para reunirse con el presidente.
—El presidente dijo que había leído varios libros míos y que me había escogido por mi condición de historiador experto en Thomas Jefferson.
—Escogerlo, ¿para qué?
—Para ejercer de documentalista que le ayudara a organizar sus escritos y otras cosas de la biblioteca presidencial.
—¿No se supone que eso lo hacen los Archivos Nacionales? —preguntó Tracy.
—Cierto, pero la mayoría de los presidentes tienen a alguien de su equipo o lo traen de fuera para revisar el material antes de que se hagan cargo los Archivos Nacionales. Eso me permitía entrar y salir de la Casa Blanca y su residencia sin levantar sospechas.
—Sospechas, ¿de qué? —preguntó Harvath.
Nichols inspiró profundamente.
—Tras el 11 de septiembre, el presidente trató de consolar a una nación dolorida, pero también necesitaba consuelo. Y, lo que es más importante, según me explicó, necesitaba orientación. Y la encontró en un diario de la Casa Blanca que Thomas Jefferson había escrito durante su mandato.
»El presidente Rutledge creía que los fundamentalistas islámicos eran un enemigo distinto de cualquier otro que hubieran tenido los presidentes de Estados Unidos anteriores, pero se equivocaba.
Con estas palabras, iluminó a Harvath.
—Porque Thomas Jefferson fue el primer presidente estadounidense que tuvo que declarar la guerra al fundamentalismo islámico.
Nichols asintió con la cabeza.
—La tradición de llevar un diario presidencial privado se inició con George Washington y solo la conocían los presidentes posteriores y sus ayudantes de la Marina. Rutledge recurrió a los diarios después del 11 de septiembre para buscar inspiración en sus predecesores, y allí es donde encontró la experiencia de Jefferson con el fundamentalismo islámico.
»Jefferson estaba convencido de que, algún día, el islam volvería y plantearía una amenaza aún mayor para Estados Unidos. Estaba obsesionado con el tema y se impuso aprender todo lo que pudiera.
Harvath estaba impresionado por la clarividencia de Jefferson.
—Fue revisando el diario de Jefferson —dijo Nichols— como Rutledge descubrió algo extraordinario.