[1] Los conocemos en pormenor por los papeles y folletos sueltos que solían imprimirse cuando cada fiesta se celebraba, detallando todas sus particularidades, y muchos de los cuales se conservan. El estudio completo de ellos puede verse, además, en la eruditísima obra de Alenda y Mira, Relaciones de solemnidades y fiestas públicas de España (pp. 207-281); en las noticias y avisos de la época, tales como las Noticias de Madrid de 1621 a 1627; las publicadas por el Sr. Rodríguez Villa sobre los años 1636 y 1637, y las Cartas, de Almansa; en las Memorias de los viajeros, señaladamente Bertaut, Brunel y Mme d’Aulnoy; en el libro escrito ex profeso por el servidor y cronista de Felipe IV, Diego de Soto y Aguilar, cuyo título es Tratado donde se ponen en epítome algunas fiestas que se han hecho por casos memorables que han sucedido en España y fuera de ella tocantes a la monarquía de España y su corona (Ms. de la Real Academia de la Historia); en los Anales, de Madrid, por Pinelo, y en otros testimonios coetáneos, entre ellos las poesías escritas por los más célebres ingenios para loar o satirizar ciertos espectáculos. <<

[2] Los relatos corrientes señalan esa fecha; pero al frente de las obras de Villamediana, edición de Zaragoza de 1629, aparece La gloria de Niquea, advirtiéndose que fue representada en Aranjuez «a los felicísimos años que cumplió el rey nuestro señor Don Felipe IV a los 9 de Abril de 1622». <<

[3] Bajo Felipe IV, además de las loas que se representaban en los teatros o corrales públicos, se compusieron loas de fiestas reales, a propósito para espectáculos como aquel de Aranjuez, a cargo de los mejores poetas (Calderón, Moreto, Diamante, Figueroa y Antonio de Solís). Vid. Cotarelo Mori, Colec. de entremeses, loas, bailes, jácaras y mojigangas desde fines del siglo XVII a mediados del XVIII, t. I, p. XXXII. <<

[4] Alfonso Reyes, en su moderno libro Cuestiones gongorinas, estudia minuciosamente La gloria de Niquea, y opina que, aunque atribuida íntegramente al conde de Villamediana, y publicada entre sus obras, fue escrita por varios autores, y que el prólogo de ella lo compuso probablemente Góngora, maestro y gran amigo de Villamediana (cosa que sostuvo ya en 1635 Martín de Angulo, en carta particular inserta en Epístolas satisfactorias). Sospecha Reyes que el trágico fin del conde, poco más tarde, y la relación que la voz pública estableció entre su muerte y la fiesta de Aranjuez, pudieron hacer que Góngora esquivara hacer constar su intervención en La gloria de Niquea. «Sabemos, por lo menos —añade—, que la muerte del conde lo desconcertó de tal manera, que pensó en alejarse de la corte» (ob. cit., p. 23). <<

[5] El Fénix castellano D. Antonio de Mendoza, renascido de la Gran Bibliotheca d’el Ilustrissimo Señor Luis de Sousa, Lisboa, 1690. <<

[6] Alfonso Reyes, Cuestiones gongorinas, p. 14. <<

[7] Obras líricas. <<

[8] Así lo consignan Céspedes, en su Historia de Felipe IV, y Pinelo, en sus Anales de Madrid. <<

[9] Claro es que el incidente del incendio, con la versión de ser un amoroso ardid de Villamediana, no podían publicarlo los cronistas españoles de la época. Hiciéronlo, en cambio, los extranjeros con perfecta unanimidad. Así, Tallemant des Réaux, en sus Historiettes (traducidas por Gayangos al castellano en la Revista de España, julio y agosto de 1885); Brunel, en su Voyages d’Espagne, y Mme. d’Aulnoy, en su Relation du voyage d’Espagne.

El Sr. Cotarelo y Mori, en su libro El conde de Villamediana (pp. 111-132), estudia en forma extensa y documentada los incidentes del festejo. Recientemente hace lo propio el Sr. Alonso Cortés, en su obra La muerte del Conde de Villamediana (1928), donde niega verosimilitud a la afirmación de los viajeros franceses sobre el salvamento de la reina en el fuego por aquel magnate, sin aducir otras razones sino la de que el atribuir Mendoza tal hecho al monarca, habiéndolo realizado el conde, más bien hubiera sido desacato a la Majestad que lisonja. <<

[10] Con esos relatos, hilvanados entre sí, compuso el Duque de Rivas su bellísimo romance histórico El conde de Villamediana. <<

[11] Unas quintillas del conde, que cita Cotarelo (El conde de Villamediana, p. 205), pudieran referirse a tal lance. <<

[12] Hecho igual fue referido por Brantôme, en su Libro de las damas galantes, en tiempo muy anterior. <<

[13] Don Cayetano de la Barrera y Hartzenbusch han negado tal osadía en Villamediana, pero ella consta en testimonios de la época. El primero en conseguirla fue Baltasar Gracián, en su Agudeza y arte de ingenio, publicada en 1648. También hacen alusión a ella los coetáneos Pellicer de Ossau, Salazar y Castro, Brunel y Mme. d’Aulnoy. <<

[14] Gonzalo de Céspedes, en su Historia de Felipe IV. <<

[15] Quevedo, Grandes Anales de Quince días. <<

[16] Relato de Góngora, citado a continuación. <<

[17] El moderno escritor Femández Guerra, comentando este pasaje, cree que el atentado fue frente a la calle de Coloreros. <<

[18] Este palacio fue reconstruido o restaurado después de 1665 a 1670, en la forma que ha subsistido hasta hace pocos años. Aún se conserva su notable portada barroca de tiempo de Carlos II, instalada recientemente en la Casa de Velázquez, de la Moncloa. <<

[19] Góngora, carta de 23 de agosto de 1622, escrita a Cristóbal de Heredia (Obras poéticas de D. Luis de Góngora, ed. de Foulché-Delbosc, t. III, p. 212. Alonso Cortés, ob. cit., pp. 73-74). <<

[20] En la sátira La cueva de Meliso se lee: «Al que lo mató hizo el Conde-Duque guarda mayor de los reales bosques, llamado Ignacio Méndez, natural de Illescas… Otros, por el contrario, dicen que el matador fue Alonso Mateo, ballestero del Rey». Ya Góngora escribió en la aludida relación: «Háblase con recato de la causa, y la Justicia va procediendo con exterioridades; mas tenga Dios en el cielo al desdichado, que dudo procedan a más averiguación». <<

[21] Sabido es que el conde Lozano fue muerto por el Cid en duelo, por haber ofendido a su padre. De aquí el juego de palabras. <<

[22] Bellido Dolfos, asesino del rey de Castilla, Sancho II, en el cerco de Zamora el año 1072, por supuesta inducción de su hermana doña Urraca, ha venido a simbolizar el brazo homicida movido por ajena voluntad. <<

[23] Quevedo, en sus Anales de Quince días, escribe: «y hubo personas tan descaminadas en este suceso, que nombraron los cómplices y culparon al Príncipe, osando decir que le introdujeron el enojo por lograr su venganza, que su orden fue que lo hiriesen, y los que la daban la crecieron en muerte, abominando el engaño tanto como el delito». <<

[24] Ruiz de Alarcón, fustigado muchas veces por el muerto, le dedicó una composición cáustica, que empezaba así:

«Aquí yace un maldiciente,
que hasta dijo de sí mal». <<

[25] Quevedo, Anales de Quince días. <<

[26] Citada por D. Adolfo de Castro en su obra Felipe IV y el Conde-Duque de Olivares. <<

[27] Bertaut, Journal d’un voyage d’Espagne. Entre los modernos, Hartzenbusch, en el siglo XIX, y Alonso Cortés, en el libro reciente ya mencionado, insisten en creer que la rivalidad entre Villamediana y el rey no era por la reina, sino por doña Francisca Tabora o Tavora. <<

[28] Historiettes, escritas en el siglo XVII, publicadas en 1833-1835, y reproducidas en castellano por Gayangos en la Revista de España (julio y agosto de 1885). <<

[29] Ob. cit., p. 65. <<

[30] Cotarelo, ob. cit., pp. 188-202. <<

[31] Ob. cit., pp. 63-64. <<

[32] Discurso leído en la recepción de D. Francisco Cutanda, en la Real Academia Española, el 17 de marzo de 1861. <<

[33] Casa de Austria, cap. VIII. <<

[34] Cotarelo, ob. cit., p. 203. <<

[35] La muerte del Conde de Villamediana, Valladolid, 1928. <<

[36] Ob. cit., p. 79. <<

[37] Vid. Adolfo de Castro, Felipe IV y el Conde-Duque de Olivares, p. 59. <<

[38] El romántico fin de Villamediana ha inspirado varias obras literarias modernas. Además del romance del Duque de Rivas, cuéntase una balada de D. Vicente Barrantes; una leyenda de Antonio Hurtado; los dramas La Corte del Buen Retiro, de Escosura; Vida por honra, de Hartzenbusch, y muy recientemente el de Joaquín Dicenta (hijo), Son mis amores reales. También Villamediana aparece en novelas de nuestro tiempo, tales como Quevedo, de Orellana; El Conde-Duque de Olivares, de Fernández y González; Aventuras de D. Francisco de Quevedo y Villegas, por Antonio de S. Martín, y El libro de horas, por Diego San José. <<

[39] Los torneos iban cayendo en desuso, y apenas los había sino en el reino de Aragón. <<

[40] Los juegos de cañas eran una transformación de los torneos; varias cuadrillas de jinetes corrían, acometiéndose con lanzas de caña o madera, que arrojaban como proyectiles. El juego de estafermo tomaba su nombre de un muñeco giratorio, en cuyo escudo golpeaban con su lanza varios corredores a caballo. Si no lo hacían con rapidez, volvíase el estafermo, y los sacudía las espaldas con unas bolas o saquillos de arena. <<

[41] Relación impresa que Alenda menciona (ob. cit., pp. 213-214). <<

[42] Sobre la estancia del príncipe de Gales en Madrid y agasajos de que fue objeto, abundan considerablemente los datos en los Anales de Pinelo; el Tratado de fiestas y la Historia manuscrita de Felipe IV, compuestos por Soto Aguilar; las Cartas de Almansa; Noticias de Madrid de 1621 a 1627; Howell, Familiar Letters, y el Diario manuscrito de lord Bristol, utilizado por Martín Hume (Court of Philip IV, caps. II y III); la Relación de la entrada pública del príncipe de Gales en Madrid, inserta en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos (III, 204), y las varias narraciones de festejos particulares reunidas por Alenda (ob. cit., pp. 212-231). <<

[43] La rúa era el paseo de los elegantes, en coche, por la calle Mayor o el Prado. <<

[44] El detalle de las personas favorecidas y sumas que recibieron, se halla en el manuscrito Relación de las facultades concedidas por la venida del señor príncipe de Gales, copiado en Alenda, ob. cit., p. 221. <<

[45] Relación de la entrada pública del príncipe de Gales en Madrid. <<

[46] Martín Hume, ob. cit., cap. III. <<

[47] Andrés de Almansa, ob. cit., Carta 12. <<

[48] Alenda, ob. cit., p. 222. Su relato está tomado literalmente del que escribió Andrés de Mendoza en 19 de abril de aquel año. Otros varios se escribieron entonces sobre el particular. <<

[49] Cartas de Almansa, p. 206. <<

[50] Relación manuscrita, anónima y coetánea, mencionada por Alenda, ob. cit., p. 227. <<

[51] Pueden verse varias de estas composiciones en Alenda, ob. cit., pp. 220-231. <<

[52] Como tal la copió Howell en las cartas que desde Madrid mandaba a Inglaterra. <<

[53] El primero, una niña del mismo nombre, nacida antes de tiempo, en 14 de agosto de 1621, falleció al día siguiente de nacer. <<

[54] Alenda, ob. cit., pp. 232-234. <<

[55] Alenda, ob. cit., pp. 243-245. <<

[56] Relato del doctor Ferrari, capellán del rey, mencionado por Alenda, con otras narraciones coetáneas de aquellos festejos (ob. cit., pp. 255-256). <<

[57] P. Flórez, Memorias de las Reynas Catholicas, t. II, p. 944. <<

[58] Sobre el bautismo del príncipe, compusiéronse varios relatos, que guarda la Bib. Nac., impresos y manuscritos. Véase Alenda, ob. cit., pp. 261-263. <<

[59] En Pinelo, en Soto y Aguilar y en las relaciones mencionadas por Alenda, ob. cit., pp. 261-265, hay indicación de tales festejos. <<

[60] D. José Amador de los Ríos, en un apéndice al tercer tomo de su Historia de la Villa y Corte de Madrid, reproduce una de las relaciones coetáneas de la jura, y Alenda enumera bastantes relatos de la misma y de los festejos que la siguieron. Ob. cit., pp. 273-276. <<

[61] Jornada primera, escena quinta. <<

[62] Amador de los Ríos (D. Rodrigo), «Los Jardines del Buen Retiro», La España Moderna, número de enero de 1905. <<

[63] Véase Col. de doc. inéd. para la Historia de España t. LXIX, pp. 273-285. <<

[64] Registro manuscrito citado por Hume en su Court of Philipe IV, cap. VII. <<

[65] Artículo citado de D. Rodrigo Amador de los Ríos. <<

[66] Cartas del embajador inglés en Madrid, Hopton (Ms. existente en el British Museum y citado por Hume, ob. cit., cap. VI). <<

[67] El embajador Corner escribía que cuantos querían congraciarse con el privado, le enviaban algún objeto valioso para adornar el Buen Retiro. <<

[68] Fernández de los Ríos, Guía de Madrid, p. 340. <<

[69] Relación de su viaje, ed. castellana, p. 133. <<

[70] Sánchez Rivero, Viaje de Cosme III por España (1668-1669). Madrid y su provincia, p. 27. <<

[71] Sólo Madrid es corte. <<

[72] El catedrático de Historia del Arte D. Elías Tormo ha estudiado a fondo esta cuestión, aportando a ella nuevas luces en los artículos que, con el título común «Velázquez, el salón de Reinos del Buen Retiro y el poeta del Palacio y del pintor», insertó en el Boletín de la Sociedad Española de Excursiones (t. XIX, año 1911, pp. 24-44, 85-111, 191-217, 274-305) y en los apéndices de dicha monografía (t. XX, año 1912, pp. 60-63). <<

[73] Así lo cree el señor Tormo. <<

[74] Así lo afirma con abundantes y firmes razones el señor Tormo en los artículos antedichos, procurando demostrar que el retrato ecuestre del príncipe Baltasar Carlos era una apaisada sobrepuerta (lo cual explicaría la extraña disposición del vientre y patas de la jaca), y que los retratos de Felipe IV e Isabel se hallaban en el mismo testero a los pies del salón de Reinos, entre los lienzos laterales que formaban su puerta, cortados por ella en pequeño ángulo por su parte inferior. De igual modo supone que formaban la puerta de la cabecera del salón los retratos de Felipe III y Margarita, y que, al trasladarse los cuatro retratos en el siglo XVIII al nuevo palacio de la plaza de Oriente, se los completó con tiras pintadas. <<

[75] José Rincón Lozano, Historia de los monumentos de la villa de Madrid, p. 27, Madrid, 1909. <<

[76] Idem, íd., pp. 28-30. <<

[77] Fueron borradas en 1834, al destinarse el salón para estamento de próceres. La historia del Casón puede verse en el novísimo Catálogo del Museo de Reproducciones. <<

[78] Capítulo «L’Art en Espagne au XVIIe siècle», del tomo VI de la Histoire de l’Art, publicada bajo la dirección de André Michel. <<

[79] Según un escrito antiguo citado por Rincón Lazcano (ob. cit., p. 722). <<

[80] Rincón Lazcano, ob. cit., p. 723. <<

[81] Las estatuas de Narciso y Carlos V fueron de las que más agradaron al cronista del Viaje de Cosme III, ya citado (vid. página 28). <<

[82] Mesonero Romanos, El antiguo Madrid, t. II, p. 171. <<

[83] Rodrigo Amador de los Ríos, ob. cit., pp. 110-111. <<

[84] Fernández Duro, Armada española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón, t. V, pp. 65-66. Memorial histórico español, t. XV, p. 261 <<

[85] Así lo afirma un documento de 1639, citado por el señor Altamira, Historia de España, t. III, p. 733. <<

[86] Viaje de Cosme III por España, p. 29. <<

[87] El antiguo Madrid, t. II, p. 182. <<

[88] Población general de España. <<

[89] Un moderno escritor, enamorado de la época austríaca, Rodríguez Chaves, recoge esa tradición en un romance inserto en su libro La corte de los Phelipes. <<

[90] En el capítulo dedicado a las anécdotas sobre Villamediana, indiqué la falta de fundamento que tiene tal leyenda. <<

[91] Col. de doc. inéd. para la Hist. de España, t. LXIX, p. 289. <<

[92] Sepúlveda, Madrid Viejo, p. 43. <<

[93] Así lo dice Pinelo en sus Anales, describiendo las fiestas. <<

[94] Según Mesonero Romanos, se efectuó el 5 de octubre de 1632. Según D. Rodrigo Amador de los Ríos, fue un miércoles de diciembre del mismo año. <<

[95] Así consta en el archivo de Palacio. Véase Rodrigo Amador de los Ríos, ob. cit., p. 92. <<

[96] Alenda (Solemnidades y fiestas…, pp. 287-289) enumera y resume los principales relatos coetáneos impresos, a los que debe añadirse el manuscrito del analista Pinelo. Las anónimas Noticias de Madrid de aquellos días, existentes en la Biblioteca Nacional, sirven de base a las modernas narraciones de Fernández de los Ríos, Amador de los Ríos (D. Rodrigo) y Morel Fatio (L’Espagne aux seizième et dixseptième siècles). Las gacetas de 1637, publicadas por Rodríguez Villa (La Corte y la Monarquía de España) y el relato anónimo de la época inserto como apéndice por Mesonero Romanos, contribuyen a darnos una información copiosa. Martín Hume utiliza la correspondencia del testigo presencial, sir Walter Aston. <<

[97] Ya se indicó su emplazamiento. <<

[98] Rodríguez Villa, ob. cit., p. 66. <<

[99] Carta del P. Sebastián González al P. Rafael Pereyra, de la Compañía de Jesús (Memorial histórico español, t. XIV, pp. 36-38). <<

[100] El palacio de Híjar. <<

[101] Evoluciones giratorias a caballo. <<

[102] Noticias de Madrid. Memor. hist. esp., t. XIV, p. 63, nota 1. <<

[103] Amador de los Ríos (D. Rodrigo), ob. cit. <<

[104] Gaceta publicada por Rodríguez Villa. Ob. cit., pp. 109-110. <<

[105] Amador de los Ríos (D. José), Historia de la villa y corte de Madrid, t. III, p. 103. <<

[106] Idem, íd., p. 104. <<

[107] Pellicer, Avisos de 4 de diciembre de 1640 (Sem. erud., t. XXXI, p. 246). <<

[108] Mesonero Romanos da la expresada fecha siguiendo a Pinelo; pero el coetáneo Pellicer, en sus Avisos de 14 de junio de 1639, refiere el percance aéreo, atribuyéndolo a dichos mes y año, afirmando que la fiesta, costeada por el virrey de Nápoles, se preparaba para el primer día de Pascua con tramoyas de Lotti, más de 3.000 luces, comedia en el estanque, en teatro navegable, y cena en el mismo lugar; pero el ciclón, desbaratándolo todo, alarmó al rey, haciendo cesar la fiesta (Sem. erud., t. XXXI, p. 33). Por la discordancia entre los testigos coetáneos y autorizados, no es fácil saber si ambos se refieren al mismo percance, confundiendo alguno las fechas. <<

[109] Pellicer, Avisos de 28 de febrero de 1640 (Sem. erud., tomo XXXI, pp. 142 y 43. <<

[110] Mesonero Romanos, obra y tomo citados, p. 167. Alude, claro es, a la pérdida de la privanza real que sufrió Olivares ese día. <<

[111] Cotarelo Mori, Col. de entremeses, loas, bailes… (de la Nueva Bibl. de Autores Españoles), t. I, p. XXXII. <<

[112] Viaje de Cosme III por España, p. 30. <<

[113] Aviso de 7 de febrero de 1640. <<

[114] Relación citada, p. 142. <<

[115] Según algunos datos que da, se representaba La Conquista de Orán, por el cardenal Cisneros, arzobispo de Toledo. <<

[116] Journal d’un voyage d’Espagne. <<

[117] Relación citada, fragmentos de sus páginas 133 y 142. <<

[118] Schack escribía esto en la primera mitad del siglo XIX, antes de los grandes adelantos artísticos, mecánicos, ópticos, acústicos, eléctricos y de todo orden, que han transformado la escenografía. <<

[119] Historia de la literatura y del arte dramático en España, t. IV, pp. 144-145. <<

[120] Obra y tomo citados, pp. 151-152. <<

[121] Monreal, Una comedia en el Buen Retiro (vid. La Ilustr. esp. y amer. de 1872, p. 571). <<

[122] Ms. de la Bibl. Nac., citado por Monreal, Cuadros Viejos, p. 124 (nota). <<

[123] El decreto obra en el Archivo del real Palacio Es citado por Schack, ob. cit., t. IV, p. 132 (nota). <<

[124] Monreal, Una comedia en el Buen Retiro. <<

[125] Anales de Madrid. <<

[126] Así lo dicen nuestros historiadores del teatro; pero Cánovas (Casa de Austria, p. 284 de la ed. de 1911) narra el ciclón como ocurrido al representar Circe, de que trato seguidamente. <<

[127] Pellicer (D. Casiano), en su Origen de la comedia y del histrionismo en España (t. II, apéndice, pp. 146-166), reproduce un completo relato de entonces acerca de la comedia Circe y su representación. A esta fiesta debe de referirse la reseña mencionada en los Avisos de Pellicer (D. José) de 21 de junio de 1639, llamándola naumaquia a estilo romano, que se representó en días sucesivos, primero ante la real familia, luego ante el Consejo de Castilla y, finalmente, ante las comunidades religiosas y el pueblo, «estando francas las puertas a todos los que quisieran entrar al espectáculo» (Sem. erud., t. XXXI, p. 36). <<

[128] La historia completa del Buen Retiro está por hacer. Sería curioso conocer el total de gastos que produjeron sus fiestas. El erudito D. J. Domínguez Bordona da alguna impresión de ello, aunque fragmentaria, en su artículo «Noticias para la historia del Buen Retiro» (Rev. de la Bibl., Arch. y Museo del Ayuntamiento de Madrid, enero 1933). Se basa en un Ms. de la colección Carderera, existente en la Biblioteca Nacional, y que se refiere al protonotario de Aragón don Jerónimo Villanueva, a quien Felipe IV y el Conde-Duque dieron encargos de confianza. En el manuscrito en cuestión figuran, entre otros documentos, las cuentas de gastos del Buen Retiro desde octubre de 1633 hasta agosto de 1639. Resulta de ellas que Villanueva pagó 1.698.294 reales y 43 maravedíes del fondo de gastos secretos para el Buen Retiro, y a esa suma hay que añadir otras no mencionadas en el manuscrito. <<

[129] Gaceta de la época, citada por Alenda (ob. cit., pp. 298-299). <<

[130] Las relaciones en prosa y verso de la corrida pueden verse en Alenda (ob. cit., pp. 300-303). <<

[131] Pueden verse en Alenda (ob. cit., pp. 310-315). <<

[132] Carta autógrafa de D. Jerónimo del Val al cronista de Aragón Juan Francisco Andrés, fechada en Madrid a 3 de Julio de 1648 (véase Alenda, ob. cit., pp. 311-312). <<

[133] Epitalamio a las felices bodas de nuestros augustos reyes Filipo y María Ana, 1649. Está escrito en octavas reales. Otros muchos relatos en verso y prosa se compusieron entonces, sobre la entrada de la reina y los festejos de Madrid. Se cree que uno de ellos lo escribió don Pedro Calderón (Alenda, ob. cit., pp. 311-321). <<

[134] Este, en su carta a don Luis de Haro, publicada por Alenda (ob. cit., pp. 313-314), detalla sus diligencias con los comisarios municipales, sus trabajos y sus dificultades para proveerse de lo necesario, y hasta sus regateos con los mercaderes, expresando la falta de recursos y de crédito con que tuvo que luchar. «De manera —escribía él— que cada real cuesta gotas de sangre y a mí que lo busco». <<

[135] Avisos, t. II, p. 37 (Aviso del 24 de julio de 1655). <<

[136] Barrionuevo, Avisos de 5 de diciembre. <<

[137] Relación compuesta y publicada en aquel mismo año de 1657 por Joseph Fernández de Buendía. El resumen de ésta, como de las demás relaciones que entonces vieron la luz con rimbombantes títulos, puede leerse en Alenda (ob. cit., pp. 330-333). También Soto y Aguilar, en su historia manuscrita de Felipe IV, describe prolijamente los festejos. <<

[138] Avisos de junio de 1658. <<

[139] Citado por Alenda (ob. cit., p. 334). <<

[140] Así lo asegura una de las relaciones de los festejos en honor de Grammont de las varias que para reseñarlos se compusieron (vid. Alenda, ob. cit., pp. 349-352). <<

[141] De tal mascarada se escribieron dos minuciosas relaciones: la de Gabriel de Narváez Aldana (véase Alenda, ob. cit., p. 373) y la de Juan Francisco Rizo. Esta última, compuesta en octavas reales, puede verse reproducida íntegramente en la obra de don Gabriel Maura Gamazo Carlos II y su Corte (t. I, apéndice 3.o pp. 527 y ss.). <<

[142] Carlos II y su Corte, t. I, cap. II, «El bautizo», 1661. También el Sr. Maura Gamazo describió tal solemnidad en su artículo «El bautizo de Carlos II», publicado en la revista de Madrid La Lectura, 1910, pp. 422-437. <<

[143] Pueden verse las relaciones coetáneas del bautizo en Alenda (ob. cit., pp. 373-374). <<