A Hugo, lo más valioso para mí, por estar siempre presente y por darme cada día de su vida su amor. Cuando sea mayor podrá leer esta historia de sexo, poder y religión.
A Silvia, por su incondicional apoyo en todo lo que hago. Sin ella no podría escribir.
A mi madre, que me descubrió el maravilloso mundo oculto en los libros.