La guerra de Troya describe todos los males que suelen aparecer en las guerras a gran escala: ambición, avaricia, sufrimiento, traición, incompetencia. Pero los griegos, aunque nos cuentan con toda franqueza cómo sus antepasados se arruinaron en esta estúpida campaña de diez años, tampoco consideran a los dioses olímpicos libres de culpa. Según ellos, la guerra les fue impuesta al rey Príamo y al rey Agamenón por una disputa envidiosa entre tres diosas, que el propio Zeus Todopoderoso no se atrevió a resolver. En otras palabras, por fuerzas fuera del control humano. Los efectos se sintieron en lugares tan alejados como el norte de Italia, Libia, Etiopía, Palestina, Armenia y Crimea.
Los poemas de Homero no son, ni mucho menos, la única fuente de la leyenda; de hecho, unos dos tercios de este libro se basan en otros autores griegos y latinos. Y, sin embargo, al enlazar las distintas narraciones, quedo sorprendido al descubrir lo bien que concuerdan. Buena parte del relato tiene sentido histórico, a pesar de que Homero tomó prestada a la fuga de Paris y Helena de un poema épico anterior, y aunque el famoso caballo de madera fue, según algunos escritores, sólo una máquina de asedio: una estructura de madera recubierta con pieles de caballo, que permitió a los hombres de Agamenón escalar las murallas de Troya en un punto débil. Desgraciadamente, las únicas descripciones de la lucha consisten en aventuras de reyes y príncipes montados sobre carros, tal vez debido a que los juglares homéricos cantaban sus poemas en las cortes reales, donde la democracia no estaba bien vista. Tersites, el único soldado raso mencionado por su nombre en la Ilíada, es ridiculizado; nos es descrito como un hombre feo, deformado y cobarde que intenta comenzar un motín en el campamento.
Troya, cuyas ruinas a la entrada del Helesponto (hoy día llamado el estrecho de los Dardanelos) han sido descubiertas y excavadas, cayó, por lo visto, a principios del siglo XII a. C. La Ilíada de Homero está ahora fechada alrededor del año 750 a. C. la odisea, aunque supuestamente es también obra de Homero, fue escrita una generación más tarde por una manera distinta, y no concuerda con la trama generalmente aceptada de la guerra troyana, pues encubre las faltas de Ulises y le permite escapar castigo que se merecía. La literatura inglesa, para ser bien entendida, requiere un conocimiento tan bueno de la guerra de Troya como de la Biblia: la belleza de Helena, la astucia de Ulises, el noble coraje de Héctor, el talón vulnerable de Aquiles, la locura de Áyax, son conceptos que se han vuelto proverbiales. Sin embargo, éste es tal vez el primer intento moderno de relatar toda la historia, desde la fundación de Troya hasta el regreso de los griegos victoriosos, en un libro breve para muchachos y muchachas. Pueden encontrarse más detalles, con una lista de los libros antiguos consultados, en mis Mitos griegos.
R. G.
Deià, Mallorca.