55. LUCIFER NACIENTE

Cincuenta veces más brillante que la Luna llena, Lucifer había transformado los cielos de la Tierra, desterrando virtualmente a la noche durante varios meses al año. A pesar de sus connotaciones siniestras, el nombre era inevitable; y en verdad, el «Portador de Luz», había traído tanto mal como bien. Sólo los siglos y los milenios dirían hacia qué lado se inclinaría la balanza.

Por el lado positivo, el fin de la noche había extendido enormemente el aspecto de la actividad humana, especialmente en los países menos desarrollados. En todas partes se había reducido sustancialmente la necesidad de iluminación artificial, con el consiguiente ahorro de energía eléctrica. Era como si se hubiese colocado una lámpara gigantesca en el espacio, para que brillara sobre más de medio globo. Inclusive de día, Lucifer era un objeto luminoso, que producía sombras definidas.

Lucifer fue bienvenido por labradores, intendentes, policías, pescadores, y casi todas aquellas personas relacionadas con actividades al aire libre, especialmente en lugares apartados; les había hecho la vida más fácil y segura. Pero fue odiado por los amantes, criminales, naturalistas y astrónomos.

Los primeros dos grupos vieron seriamente restringidas sus actividades, mientras que a los naturalistas les importaba el impacto que Lucifer causaría sobre la vida animal. Muchas criaturas nocturnas resultaron seriamente afectadas, en tanto que otras consiguieron adaptarse. Algunos peces, como la lisa del Pacífico, cuyo famoso apareamiento estaba ligado a las mareas altas y las noches sin luna, se vio en grandes problemas, y parecía encaminarse rápidamente hacia su extinción.

Y lo mismo sucedía con los astrónomos con base en la Tierra. No fue una catástrofe científica tan grande como lo habría sido en otro tiempo, ya que más del cincuenta por ciento de la investigación astronómica dependía de instrumentos ubicados en el espacio o en la Luna. Éstos podían ser fácilmente protegidos de la luz de Lucifer; pero los observatorios terrestres fueron seriamente afectados por el nuevo sol que irrumpió en lo que había sido el cielo nocturno.

La raza humana se adaptaría, como lo había hecho tantas veces en el pasado. Pronto nacería una generación que no había conocido el mundo sin Lucifer; pero la más brillante de todas las estrellas sería un eterno enigma para cada hombre y mujer pensante.

¿Por qué había sido sacrificado Júpiter; y por cuánto tiempo brillaría el nuevo Sol? ¿Se consumiría rápidamente, o conservaría su poder durante miles de años… tal vez durante toda la existencia de la raza humana? Sobre todo, ¿por qué esa prohibición sobre Europa, ahora un mundo tan cubierto de nubes como Venus?

Debían existir respuestas a tales preguntas; y la Humanidad no se sentiría satisfecha hasta encontrarlas.