«Y nos habían dicho que no soñaríamos», pensó Heywood Floyd, con más sorpresa que disgusto. El glorioso resplandor rosado que lo rodeaba era muy acogedor; le recordaba las parrilladas y los maderos chisporroteantes de los hogares de Navidad. Pero no hacía calor; en realidad, sentía un frío persistente, aunque no desagradable.
Murmuraban voces, demasiado bajas para que él pudiera comprender lo que decían. Aumentaron el volumen, aunque siguió sin entender.
«¡Desde luego!», reaccionó repentinamente, «¡no puedo estar soñando en ruso!».
—No, Heywood —contestó una voz femenina—. No está soñando. Es hora de que se levante.
El agradable resplandor se desvaneció, abrió los ojos, y tuvo la sensación imprecisa de una luz que se apagaba. Estaba en una camilla, asegurado con ligaduras elásticas; había algunas siluetas alrededor, pero demasiado desenfocadas como para identificarlas.
Unos dedos suaves cerraron sus párpados y masajearon sus sienes.
—No se agite. Respire profundamente… otra vez… eso es… ¿cómo se siente ahora?
—No sé… raro… muy liviano… y hambriento.
—Es una buena señal. ¿Sabe dónde se encuentra? Ya puede abrir los ojos.
Las siluetas entraron en foco, primero la doctora Rudenko, luego la capitana Orlova. Pero algo había sucedido con Tanya desde que la había visto, sólo una hora antes. Cuando Floyd logró precisar qué era, fue como un shock.
—¡Te ha vuelto a crecer el cabello!
—Espero que lo consideres un progreso. No puedo decir lo mismo de tu barba.
Floyd llevó su mano a la cabeza, y descubrió que debía realizar un esfuerzo consciente para planear cada etapa de movimiento. Su mentón estaba cubierto de una suave pelusa, como de dos o tres días. En hibernación, el crecimiento capilar era cien veces más lento de lo normal…
—Así que lo logré —dijo—. Hemos llegado a Júpiter.
Tanya lo miró sombríamente, luego espió a la doctora, que asintió apenas con la cabeza.
—No, Heywood —dijo—. Todavía estamos a un mes de camino. No te alarmes, la nave está bien, y todo funciona normalmente. Pero tus amigos de Washington nos pidieron que te despertáramos antes de lo previsto. Sucedió algo inesperado. Estamos en una carrera para alcanzar Discovery… y me temo que la perderemos.