Se podía decir siempre que cuando Hal estaba a punto de anunciar algo catalogado en el plan, los informes rutinarios y automáticos o las respuestas a preguntas que se le formulaban, no había preliminares; pero cuando estaba iniciando sus propias emisiones, hacía un breve carraspeo electrónico. Era una costumbre que adquirió durante las últimas semanas; más tarde, si se hacía molesto, podrían tomar cartas en el asunto. Pero resultaba sumamente útil, realmente, pues avisaba al auditorio que iba a decir algo inesperado.
Poole estaba dormido, y Bowman leyendo en el puente de mando, cuando Hal anunció:
—Eh… Dave, tengo un informe para usted.
—¿De qué se trata?
—Tenemos otra unidad A.E.35. en mal estado. Mi indicador de deficiencias predice un fallo dentro de veinticuatro horas.
Bowman dejó a un lado el libro y miró cavilosamente la consola del computador. Sabía, desde luego, que Hal no estaba realmente allí, sea como fuere. Si pudiera decirse que la personalidad tuviera una localización en el espacio, sería en el compartimiento sellado que contenía el laberinto de las interconectadas unidades de memoria y rejillas de proceso, próximo al eje central del tiovivo. Pero era una especie de compulsión psicológica lo que hacía mirar hacia la lente de la consola principal cuando Hal se dirigía al puente de mando, como si estuviera uno hablándole cara a cara. Cualquier otra actitud tenía un tinte de descortesía.
—No lo comprendo, Hal. Dos unidades no pueden fundirse en un par de días.
—Puede parecer extraño Dave, pero le aseguro que hay una obstrucción.
—Veamos la exposición de alineación de rumbo.
Sabía perfectamente bien que ello no probaría nada, pero deseaba tiempo para pensar. El informe esperado del Control de la Misión no había llegado aún; éste podía ser el momento para efectuar una pequeña indagación discreta.
Apareció la familiar vista de la Tierra, creciendo ahora ante la fase de medialuna al trasladarse hacia el lado distante del sol y comenzar a volver su cara de total luz diurna hacia ellos. Se hallaba perfectamente centrada en la retícula del anteojo; el haz luminoso enlazaba aún a la Descubrimiento con su mundo de origen. Como, desde luego, sabía Bowman que debía hacerlo. De haber habido cualquier interrupción en la comunicación, la alarma hubiera sonado al instante.
—¿Tienes alguna idea —preguntó—, de qué es lo que está causando la deficiencia?
Era insólito que Hal hiciera una pausa tan larga. Luego respondió:
—Como antes informé, no puedo localizar el trastorno. En verdad que no, Dave.
—¿Estás seguro por completo —preguntó cautelosamente Bowman—, de que no has cometido un error? Ya sabes que comprobamos por entero la otra Unidad A.E.35. y no había nada irregular en ella.
—Sí. Lo sé. Pero puedo asegurarle que aquí hay un fallo. Si no es en la unidad, puede ser en el subsistema entero.
Bowman tamborileó con los dedos en la consola. Sí, era posible, aun cuando podía ser muy difícil probarlo… hasta que hubiese realmente un corte que evidenciara el trastorno.
—Bien, informaré al Control de la Misión y veremos qué aconsejan —hizo una pausa, pero no hubo reacción alguna—. Hal —prosiguió—, ¿hay algo que te está preocupando… algo que pudiera explicar este problema?
De nuevo se produjo la insólita demora, luego Hal respondió, en su tono normal:
—Mire, Dave, sé que está intentando ayudarme. Pero la falla se encuentra en el sistema de la antena… o bien en sus procedimientos de comprobación. Mi proceso de información es perfectamente normal. Si comprueba mi registro, lo encontrará completamente exento de error.
—Lo sé todo sobre tu registro de servicio, Hal… pero ello no prueba que tengas razón esta vez. Cualquiera puede cometer errores…
—No quiero insistir en ello, Dave, pero yo soy incapaz de cometer un error.
No había respuesta segura a esto, por lo que Bowman prefirió no discutir.
—Está bien, Hal —dijo, más bien presurosamente—. Comprendo tu punto de vista. Dejémoslo pues.
Sentía como si debiese añadir «y olvida por favor todo el asunto». Pero esto, desde luego, era una cosa que Hal no haría jamás.
Era insólito que el Control de la Misión derrochara banda de ancho de radio en visión, cuando todo lo realmente necesario era un circuito hablado con confirmación de teletipo. Y el rostro que apareció en la pantalla no era el habitual controlador, sino el Jefe Programador, el doctor Simonson. Poole y Bowman supieron al punto que ello sólo podría significar trastorno.
—Hola, Rayos X-Delta-Uno, aquí Control de Misión. Hemos completado los análisis de su dificultad A.E.35, nuestros dos Hal Nueve Mil están de acuerdo. El informe que me dieron ustedes en su transmisión dos-uno-cuatro-seis de predicción de un segundo fallo confirma el diagnóstico.
»Como sospechamos, la falta no debe hallarse en la unidad A.E.35. y no es necesario reemplazarla de nuevo. El trastorno se encuentra en los circuitos de predicción, y creemos que ello indica un conflicto de programación que sólo nosotros podemos resolver si desconectan su Nueve Mil y conmutan Vía Control Tierra. En consecuencia, darán los pasos necesarios, comenzando a las 22:00 Hora de la Nave.
Se extinguió la voz del Control de Misión. En el mismo momento, sonó la Alerta, formando un fondo plañidero a las «¡Condición Amarilla! ¡Condición Amarilla!» de Hal.
—¿Qué es lo que no marcha? —preguntó Bowman, aunque ya suponía la respuesta.
—La unidad A.E.35. ha fallado, como lo predije.
—Veamos el despliegue de alineación.
Por primera vez desde el comienzo del viaje, la imagen había cambiado. La Tierra había comenzado a desviarse de la retícula del anteojo; la antena de la radio no se hallaba ya apuntando en dirección a su blanco.
Poole asestó su puño al interruptor de alarma, cesando el plañido. En el súbito silencio que se extendió sobre el puente de mando, los dos hombres quedaron mirándose mutuamente con desconcierto y preocupación mezclados.
—¡Maldita sea! —profirió por fin Bowman.
—Así, pues, Hal tuvo razón todo el tiempo.
—Así parece, será mejor que nos excusemos.
—No hay necesidad alguna de ello —intervino Hal—. Naturalmente, no me agrada que la unidad A.E.35. halla fallado, pero espero que eso restaure su confianza en mi seguridad.
—Lamento esta equivocación, Hal —replicó Bowman más bien contrito.
—¿Se halla plenamente restaurada su confianza en mí?
—Por supuesto, Hal.
—Bien, eso es un alivio. Ya sabes que yo tengo el mayor entusiasmo posible por esta misión.
—Estoy seguro de ello. Ahora déjame tener, por favor, el control manual de la antena.
—Aquí lo tienes.
Bowman no esperaba en realidad que ello sirviera de algo, pero merecía la pena intentarlo. En el despliegue de alineación, la Tierra estaba ahora completamente desviada de la pantalla. Pocos segundos después, mientras hacía juegos de manos con los controles, reapareció; con gran dificultad, logró arrastrarla hacia los hilos centrales del anteojo. Durante un instante, unos pocos segundos, al alinearse el haz, se reanudó el contacto y un borroso doctor Simonson reapareció diciendo: «… por favor notifíquenos de inmediato si el circuito K de kayak, R de rey…». Luego, de nuevo otra vez se oyó el murmullo sin significado del universo.
—No puedo mantenerlo firme —dijo Bowman, tras varios intentos más—. Da más respingos que un caballo salvaje… parece haber una señal de control falsa que lo altera.
—Bueno… ¿Y qué podemos hacer ahora?
La pregunta de Poole no era de las que podían responderse fácilmente. Estaban desconectados con la Tierra, pero ello no afectaba de por sí a la seguridad de la nave, y podía pensar en varias maneras de restaurar la comunicación. Si la situación empeorase, podía colocar la antena en posición fija y emplear toda la nave para apuntarla. Sería una chapuza, y un gran engorro cuando comenzaran las maniobras finales… pero podía hacerse, si todo lo demás fallaba.
Esperaba que no serían necesarias tales medidas extremas. Había aún una unidad A.E.35. de reserva… y posiblemente una segunda, puesto que habían sacado la primera antes de que se estropease realmente.
Era una situación vulgar, familiar a cualquier ama de casa. No se debe reemplazar un fusible fundido… hasta que no se sepa a ciencia cierta por qué se ha fundido.