21 — Fiesta de cumpleaños

Las familiares estrofas de «Feliz cumpleaños» se extendieron a través de más de mil millones de kilómetros de espacio a la velocidad de la luz, yendo a extinguirse entre las pantallas de visión e instrumentación del puente de mando. La familia Poole, muy ufana y agrupada en torno al pastel de cumpleaños, en Tierra, quedó en súbito silencio tras entonar a coro la canción.

Luego Mr. Poole, padre, dijo ceñudamente:

—Bueno, Frank, no podemos pensar en nada más que decir en este momento, excepto que nuestros pensamientos están contigo, y que te deseamos el más feliz de tus cumpleaños.

—Cuídate, querido —intervino llorosa Mrs. Poole—. Dios te bendiga.

Hubo un nuevo coro, de «adioses» esta vez, y la pantalla de visión quedóse en blanco. Cuán extraño pensar, se dijo Poole, que todo aquello había sucedido hacía más de una hora. Para entonces, su familia se habría ya dispersado de nuevo y sus miembros se hallarían a varios kilómetros del hogar. Pero en cierto modo, aquel retraso del tiempo, aunque podía ser defraudador, era también un bien disfrazado. Como todo hombre de su edad, Poole daba por supuesto que podía hablar al instante, siempre que lo deseara, con cualquier habitante de la Tierra. Mas ahora que esto ya no era así, el impacto psicológico era profundo. Se había movido a una nueva dimensión de remota lejanía, y casi todos los lazos emocionales se habían extendido más allá del punto establecido.

—Siento interrumpir la fiesta —dijo Hal—, pero tenemos un problema.

—¿Qué es ello? —preguntaron simultáneamente Bowman y Poole.

—Me cuesta mantener el contacto con Tierra. El trastorno se encuentra en la unidad A.E.35. Mi Centro de Predicción de Defectos informa que puede fallar antes de setenta y dos horas.

—Cuidaremos de ello —replicó Bowman—. Veamos la alineación óptica.

—Aquí está, Dave. Por el momento sigue siendo excelente.

En la pantalla expositora apareció una perfecta media luna, muy brillante, contra el fondo casi exento de estrellas. Estaba cubierta de nubes, y no mostraba ningún rasgo geográfico que pudiera ser reconocido. Ciertamente, a la primera ojeada podía ser fácilmente confundida con Venus.

Mas no a la segunda, pues allá al lado se encontraba la verdadera Luna, que Venus no poseía… de un tamaño de un cuarto de la Tierra, y exactamente en la misma fase. Era fácil imaginar que los dos cuerpos eran madre e hijo, como muchos astrónomos habían creído, antes de que la evidencia suministrada por las rocas lunares demostrase fuera de toda duda que la Luna no había sido jamás parte de la Tierra.

Poole y Bowman estudiaron en silencio la pantalla durante medio minuto. Aquella imagen procedía de la cámara de TV gran enfoque montada en el borde del gran dispositivo de radio; la retícula del centro mostraba la exacta orientación de la antena. A menos que el pequeño astil apuntara directamente a la Tierra, no podrían recibir ni transmitir. Los mensajes en ambas direcciones marrarían su blanco y serían lanzados, sin ser vistos ni oídos, a través del Sistema Solar, al posterior vacío. Si fueran recibidos, no lo serían sino dentro de siglos.

—¿Sabe dónde se encuentra el trastorno? —preguntó Bowman.

—Es intermitente y no puedo localizarlo. Pero parece hallarse en la unidad A.E.35.

—¿Qué sugiere?

—Lo mejor sería reemplazar la unidad por otra de reserva, de manera que podamos examinarla.

—Está bien… denos la transcripción.

Fulguró la información en la pantalla expositora, y simultáneamente se deslizó afuera una hoja de papel que salió de la ranura que estaba inmediatamente bajo ella. A pesar de todas las lecturas electrónicas en alta voz, había veces en que la más conveniente forma de registro era el antiguo material impreso.

Bowman estudió durante un momento los diagramas, y lanzó luego un silbido.

—Debería habérnoslo dicho —manifestó—. Esto significa que debemos salir al exterior de la nave.

—Lo siento —replicó Hal—. Supuse que sabía usted que la unidad A.E.35 se encontraba en el montaje de la antena.

—Probablemente lo supe hace un año, pero hay ocho mil subsistemas a bordo. De todos modos parece una tarea desembarazada. Sólo tenemos que abrir un panel y colocar dentro una nueva unidad.

—Eso me suena estupendamente —dijo Poole, quien era el miembro de la tripulación designado para la rutinaria actividad extravehicular—. Me iría muy bien un cambio de decorado. Nada personal, desde luego.

—Veamos si el Control de la Misión está de acuerdo —dijo Bowman. Sentóse en silencio durante unos segundos, poniendo en orden sus pensamientos, y comenzó luego a dictar un mensaje.

—Control de Misión, aquí Rayos X-Delta-Uno. A las dos-cero-cuatro-cinco, a bordo Centro Predicción Defectos en nuestro nueve-triple-cero computador mostró Eco Alfa tres-cinco Unidad como probable monitora y sugiero revise la unidad en el simulador de sistemas de su nave. Confirme también su aprobación a nuestro plan de ida a EVA y reemplace unidad Eco Alfa tres-cinco antes de fallo. Control de Misión, aquí Rayos X-Delta-Uno, concluida la transmisión dos-uno-cero-tres.

A través de los años de práctica, Bowman podía expresar en esa jerigonza —que alguien había bautizado como «técnica»— una noticia importante, y pasar de nuevo al habla normal, sin conflicto de sus mecanismos mentales. Ahora no cabía más que hacer que esperar la confirmación, que tardaría por lo menos dos horas, pues sus señales hacían el viaje de ida y vuelta a través de las órbitas de Júpiter y Marte.

Llegó cuando Bowman estaba intentando, sin mucho éxito, derrotar a Hal en uno de los juegos geométricos almacenados en su memoria.

—Rayos X-Delta-Uno, aquí Control de Misión, acusando recibo de su dos-uno-cero-tres. Estamos revisando información telemétrica en nuestro simulador de misión y aconsejaremos. Mantenga su plan ida EVA y reemplace unidad Eco Alfa tres-cinco antes de posible fallo. Estamos verificando pruebas para que lo aplique a unidad deficiente.

Resuelto este grave asunto, el Controlador de la Misión volvió al inglés normal.

—Lamentamos, compañeros, que tengan un poco de trastorno, y no deseamos aumentar sus calamidades. Pero si es conveniente para ustedes ir primero a EVA, tenemos una solicitud de Información Pública. Podrían hacer ustedes un breve registro para general descargo, perfilando la situación y explicando exactamente lo que hace A.E.35. Háganlo tan tranquilizador como puedan. Nosotros podríamos hacerlo, desde luego… pero será mucho más convincente en sus propias palabras. Esperamos que ello no estorbe demasiado a su vida social. Rayos X-Delta-Uno, aquí Control de Misión, concluida transmisión dos-uno-cinco-cinco.

Bowman no pudo dejar de sonreír ante la petición. Había veces en que la Tierra mostraba una curiosa insensibilidad y falta de tacto. ¡Vaya con lo de «Háganlo tranquilizador»!

Al unírsele Poole acabado su período de sueño pasaron diez minutos componiendo y puliendo la respuesta. En las primeras fases de la expedición, había habido innumerables peticiones de todos los medios informativos para entrevistas y ruedas de prensa… casi sobre todo lo que quisieran decir. Pero al pasar las semanas sin acontecimientos dignos de mención, y al aumentar el lapso de tiempo de unos minutos a más de una hora de comunicación, había disminuido gradualmente el interés. Después de la excitación causada por el paso ante Júpiter, hacía más de un mes, sólo habían hecho tres o cuatro informaciones generales.

—Control de Misión, aquí Rayos X-Delta-Uno. Enviamos la declaración a la prensa: A primera hora de hoy, surgió un problema técnico de poca importancia. Nuestro computador Hal 9000 anunció el fallo próximo de la unidad A.E.35. Se trata de un componente pequeño pero vital del sistema de comunicaciones. Mantiene nuestra antena principal apuntada a la Tierra casi a diez milésimas de grado. Se requiere esta precisión, ya que a nuestra distancia actual a más de mil millones de kilómetros, la Tierra es sólo más bien una débil estrella, y el haz muy reducido de nuestra radio podría perderla fácilmente.

»La antena es mantenida en constante rastreo de la Tierra por motores controlados desde el computador central. Pero esos motores obtienen sus instrucciones vía unidad A.E.35. Podéis compararlo a un centro nervioso en el cuerpo, el cual traslada las instrucciones del cerebro a los músculos de un miembro. Si deja de efectuar un nervio las señales correctas, el miembro se torna inútil. En nuestro caso una avería en la unidad A.E.35. significaría que nuestra antena comenzaría a apuntar al azar. Éste fue un trastorno corriente en las cápsulas espaciales del siglo pasado. Alcanzaban a menudo otros planetas, y luego dejaban de transmitir cualquier información debido a que sus antenas no podían alcanzar la Tierra.

»Desconocemos aún la naturaleza del defecto, pero la situación no es en absoluto grave, y no hay necesidad de alarmarse. Tenemos dos A.E.35. de repuesto, cada una de las cuales tiene una vida operativa prevista para veinte años… así que es desdeñable la probabilidad de un segundo fallo en el curso de esta misión. Por lo tanto, si podemos diagnosticar la causa del actual trastorno, podremos también reparar la unidad número uno.

»Frank Poole, que está especialmente calificado para este tipo de trabajo, saldrá al exterior de la nave y reemplazará la unidad defectuosa con la de repuesto. Y al mismo tiempo, aprovechará la oportunidad para revisar el casco y reparar algunos microorificios que han sido demasiado insignificantes para merecer una especial EVA.

»Aparte de este problema menor, la misión continúa sin sucesos dignos de mención, y debería continuar de la misma manera.

»Control de Misión, aquí Rayos X-Delta-Uno, transmisión dos-uno-cero-cuatro concluida.