Casey se sentó. El encargado de sonido se acercó y le enganchó el receptor en la cinturilla de la falda.
—Diga unas cuantas palabras, por favor. Para probar el nivel.
—Probando, probando. Estoy cansada —dijo.
—Suficiente. Gracias.
Casey vio a Richman entrar en la habitación y situarse de espaldas a la pared del fondo. Tenía una media sonrisa en los labios y no parecía preocupado. Estaba convencido de que Casey no podría hacer nada. Marder había hecho un trato fabuloso; iba a entregar el ala, a hundir a la compañía. Y todo con la ayuda de Casey.
Reardon se sentó en la silla de enfrente, se encogió de hombros, se alisó la corbata y le sonrió.
—¿Cómo lo lleva?
—Bien.
—Aquí dentro hace calor, ¿no? —Consultó su reloj—. Ya casi hemos terminado.
Malone se acercó y susurró algo al oído de Reardon. Los murmullos continuaron durante unos instantes.
—¿De veras? —preguntó Reardon levantando las cejas. Luego asintió varias veces. Por fin dijo—: Entendido. —Y comenzó a revolver los papeles de la carpeta que tenía delante.
—¿Preparados, muchachos? —preguntó Malone.
—Cámara A preparada.
—Cámara B preparada.
—Sonido preparado.
—Rodando —dijo ella.
Allá vamos, pensó Casey. Respiró hondo y miró a Reardon con expectación.
El reportero le sonrió.
—Usted trabaja para Norton Aircraft.
—Sí.
—Lleva cinco años en la compañía.
—Sí.
—Es una ejecutiva de confianza, con un puesto de responsabilidad.
Asintió. Si el tipo supiera…
—Ahora bien, ha ocurrido un incidente en el vuelo 545. En un avión que según usted es perfectamente seguro.
—Correcto.
—Sin embargo, tres personas han muerto y más de cincuenta resultaron heridas.
—Sí —respondió Casey.
—La filmación del accidente, que ya hemos visto todos, es aterradora. La Comisión de Estudio de Incidentes ha estado trabajando contrarreloj. Y ahora ustedes dicen que han hecho un descubrimiento.
—Sí.
—Es decir que saben qué ocurrió en ese vuelo.
Con cuidado, pensó.
Tenía que andarse con mucho, mucho cuidado. Porque lo cierto era que más que una certeza tenía una importante sospecha. Aún debían ordenar la secuencia de hechos, confirmar que las cosas habían sucedido en un orden determinado: la cadena de causas y efectos. Aún no podían estar seguros.
—Estamos muy cerca —dijo Casey.
—No es preciso que le diga que estamos ansiosos por oír lo que saben.
—Lo anunciaremos mañana —dijo Casey.
Vio la reacción de sorpresa de Richman al otro lado de los focos. No se lo esperaba. El pequeño cabrón intentaba figurase qué se proponía.
Que se figurara lo que quisiera.
Al otro lado de la mesa, Reardon hizo un pequeño aparte y Malone le susurró algo al oído. El reportero asintió con un gesto y volvió a mirar a Casey.
—Si ya saben qué ocurrió, señora Singleton, ¿por qué esperar?
—Porque, como usted ha dicho, el accidente fue grave. Ya hemos oído demasiadas especulaciones infundadas de diversas fuentes. Norton Aircraft considera que es importante actuar con responsabilidad. Antes de decir algo públicamente, tenemos que confirmar nuestros hallazgos haciendo una prueba de vuelo con el mismo avión en que se produjo el accidente.
—¿Y cuándo harán la prueba de vuelo?
—Mañana por la mañana.
—Ah. —Reardon suspiró con tristeza—. Pero eso es demasiado tarde para nuestro programa. Supongo que comprende que estamos ofreciendo a su compañía la oportunidad de responder a unas acusaciones muy graves.
Casey tenía la respuesta preparada.
—Hemos programado la prueba de vuelo para las cinco de la madrugada de mañana —dijo—. Daremos una conferencia de prensa inmediatamente después. O sea, mañana a mediodía.
—A mediodía —repitió Reardon.
Aunque su expresión era indiferente, Casey sabía que estaba haciendo cálculos mentales. Mediodía en Los Ángeles eran las tres de la tarde en Nueva York. Tiempo de sobra para salir en las noticias de la noche, tanto en Los Ángeles como en Nueva York. El informe preliminar de la Norton saldría en las cadenas regionales y nacionales. Y Newsline, que se emitía a las diez de la noche, estaría desfasado. Según lo que se dijera en la conferencia de prensa, el reportaje de Newsline, editado la noche anterior, podría muy bien ser historia antigua a las diez de la noche, la hora de emisión del programa. Es más, podría ser incluso embarazoso.
Reardon suspiró.
—Por otra parte —dijo—, queremos ser justos con ustedes.
—Naturalmente —respondió Casey.