6:40 HCONTROL DE CALIDAD

Cuando Casey entró en las oficinas de Control de Calidad, Norma alzó la vista y señaló al fondo del pasillo.

Casey la miró con perplejidad.

Norma hizo una seña con el pulgar.

—Ya estaba ahí cuando he entrado esta mañana —dijo—. Se ha pasado una hora al teléfono. De repente, el señor Dormilón ya no es tan dormilón.

Casey echó a andar por el pasillo. Cuando llegó al despacho de Richman, le oyó decir:

—De ninguna manera. Estamos convencidos de que todo saldrá bien. No. No. No lo sé. No tengo la menor idea.

Casey asomó la cabeza.

Mientras hablaba por teléfono, Richman estaba repantigado en la silla, con los pies sobre el escritorio. Al verla, pareció sobresaltarse. Cubrió el auricular con una mano.

—Acabaré en un minuto.

—Bien. —Casey volvió a su despacho y ordenó unos papeles. No quería a Richman cerca. Debía mandarlo a hacer otro recado.

—Buenos días —saludó él, entrando en el despacho. Parecía radiante, con una sonrisa de oreja a oreja. Dijo—: He conseguido los documentos de la FAA. Los he dejado encima de tu mesa.

—Gracias —respondió Casey—. Hoy tendrás que ir a la oficina central de TransPacific.

—¿A TransPacific? ¿No está en el aeropuerto?

—No; creo que está en el centro de Los Ángeles. Norma te dará la dirección. Quiero que consigas copias atrasadas de la revista de a bordo de la compañía. Tantas como puedas. Por lo menos las del último año.

—¡Caramba! —protestó Richman—. ¿No podríamos enviar a un mensajero?

—Es urgente.

—Pero me perderé la reunión de la CEI.

—En la CEI no tienes nada que hacer. Y necesito esas revistas lo antes posible.

—¿Revistas de a bordo? ¿Para qué las quieres? —preguntó.

—Tú limítate a traérmelas, Bob.

Richman sonrió con expresión maliciosa.

—No querrás librarte de mí, ¿verdad?

—Recoge las revistas, entrégaselas a Norma y luego llámame.