Su hija había dejado un mensaje en el contestador diciendo que iba a pasar la noche en casa de Amy, con el permiso de su padre. Casey no se alegró al oír la noticia. Pensaba que su hija no debía irse a dormir a casa de sus amigas los días de colegio, pero no podía hacer nada al respecto. Se metió en la cama, cogió la fotografía de Allison de encima de la mesilla de noche, la miró un momento, y volvió a su trabajo. Estaba revisando las comunicaciones del vuelo 545, comparando las coordenadas de ruta de cada tramo con las transcripciones de radio de las torres de control de Honolulu y Oakland, cuando sonó el teléfono.
—Casey Singleton.
—Hola, Casey. Soy John Marder.
Se sentó en la cama. Marder jamás la llamaba a casa. Miró el reloj y vio que eran más de las nueve de la noche.
Marder carraspeó.
—Acaba de telefonearme Benson, de Relaciones Públicas. Un programa de noticias de la televisión le ha pedido permiso para filmar el interior de la planta. Les ha dicho que no.
—Ya. —Era lo normal. No se admitía el acceso de la prensa a la planta.
—Luego ha recibido una llamada de una productora de Newsline llamada Malone. Dijo que querían entrar en la fábrica, y ha insistido en que les permitiéramos hacerlo. Una mujer agresiva y pedante. Benson le ha dicho que lo olvidara.
—Ajá.
—Me ha asegurado que ha estado cortés.
—Ajá. —Casey esperaba.
—Esa tal Malone dice que Newsline está preparando un reportaje sobre el N-22, y que quería entrevistar al presidente. Benson le ha explicado que Hal está fuera del país.
—Ya.
—Luego la mujer ha sugerido que reconsideráramos su solicitud, porque el reportaje de Newsline tratará de los problemas de seguridad del avión. Ya sabes, dos incidentes en dos días, un fallo de motor y una extensión de slats, con el resultado de varios pasajeros muertos. Ha dicho que había hablado con algunos críticos (no ha dado nombres, pero puedo imaginármelos) y que quería darle a nuestro presidente la oportunidad de responder.
Casey suspiró.
—Benson le ha respondido que quizá pudiera conseguirle una entrevista con el presidente la semana próxima —prosiguió Marder—. Pero ella se ha negado. Que Newsline emitirá el reportaje este fin de semana.
—¿Este fin de semana?
—Exactamente —respondió Marder—. No podían haber escogido un momento peor. El día antes de mi viaje a China. Es un programa de gran audiencia. Lo verá todo el país.
—Sí —dijo ella.
—Luego la mujer ha añadido que quería ser justa, y que el hecho de que una compañía no respondiera a las acusaciones daba mala espina. De modo que si el presidente de la compañía no podía hablar, quizá pudiéramos encontrar a algún otro ejecutivo que lo hiciera.
—Ajá…
—Así que me entrevistaré con esa idiota mañana a mediodía —dijo Marder.
—¿Delante de las cámaras?
—No, no. Nada de cámaras. Pero tocaremos el tema de la investigación de la CEI. Así que creo que sería bueno que estuvieras presente.
—Desde luego.
—Al parecer, piensan emitir un reportaje alarmista sobre el N-22 —dijo Marder—. Todo por culpa de esa maldita cinta que ha emitido la CNN, que ha sido lo que ha destapado la olla. Pero estamos metidos en esto hasta el cuello, Casey. Y tendremos que hacer todo lo posible para salir bien parados.
—Allí estaré —respondió ella.