6:12 HGLENDALE

Estaba sonando el teléfono. Casey se despertó y se giró, amodorrada. Oyó un crujido de papeles bajo su codo. Bajó la vista y vio los documentos esparcidos sobre la cama.

El teléfono seguía sonando. Levantó el auricular.

—Mamá. —En tono solemne, casi lloroso.

—Hola, Allie.

—Mamá, papá quiere que me ponga el vestido rojo y yo quiero ponerme el azul de flores.

Casey suspiró.

—¿Qué te pusiste ayer?

—El azul. ¡Pero no está sucio!

La batalla de costumbre. Allison siempre quería volver a ponerse la ropa que había usado el día anterior. Con sólo siete años, tenía fuertes tendencias conservadoras.

—Cariño, sabes bien que quiero que vayas al colegio con la ropa limpia.

—Pero está limpio, mamá. Y detesto el vestido rojo.

Un mes antes el vestido rojo era su favorito. Allison quería llevarlo puesto todos los días.

Casey se sentó en la cama, bostezó, miró los papeles con las abigarradas columnas de datos. Oyó la voz quejumbrosa de su hija a través del teléfono y se dijo: Es lo último que necesitaba. ¿Por qué demonios no se ocupaba Jim de resolver la cuestión? Todo era mucho más difícil al otro lado de la línea telefónica. Jim no sabía hacerse respetar, no tenía autoridad, y la natural tendencia de la niña a enfrentar a sus padres provocaba interminables discusiones a larga distancia como aquélla.

Problemas triviales, pueriles juegos de poder.

—Allison —dijo Casey, interrumpiendo a su hija—. Si tu padre dice que te pongas el vestido rojo, obedécelo.

—Pero mamá…

—Ahora manda él.

—Pero mamá…

—Eso es todo, Allison. Se acabó la discusión. El vestido rojo.

—Mami… —Rompió a llorar—. Te odio.

Y colgó.

Casey pensó en volver a llamarla, pero decidió no hacerlo. Bostezó, se levantó de la cama, entró en la cocina y encendió la cafetera. Oyó el pitido del fax en el comedor y fue a mirar el papel que salía del aparato.

Era una copia de un comunicado de prensa de una empresa de relaciones públicas de Washington. Aunque la firma tenía un nombre neutral —Instituto de Investigación Aeronáutica—, Casey sabía que representaba al consorcio de Airbus. El comunicado estaba escrito como una noticia de un servicio cablegráfico, con título y todo. Rezaba:

LA JAA RETRASA LA CERTIFICACIÓN DEL REACTOR DE FUSELAJE ANCHO N-22, ALEGANDO CONTINUAS IRREGULARIDADES DE AERONAVEGABILIDAD.

Casey suspiró.

Sería un día espantoso.