10:42 HAEROPUERTO DE LOS ÁNGELES

Una vez en la furgoneta, Richman dejó escapar un profundo suspiro.

—¡Vaya! —exclamó—. ¿Siempre son tan amistosos?

Casey se encogió de hombros.

—Son técnicos —dijo. ¿Qué esperaba?, pensó. Ya debía de haber tratado con técnicos en General Motors—. Desde el punto de vista emocional, tienen trece años, están atascados en la etapa inmediatamente anterior a aquella en que los chicos cambian los juguetes por las chicas. Ellos siguen jugando con juguetes. Sus aptitudes sociales son muy limitadas, se visten mal, pero poseen una inteligencia fuera de lo común, están bien preparados y a su manera son arrogantes. Está claro que no permiten entrar en el juego a los extraños.

—Y menos a los abogados.

—Actúan así con cualquiera. Son como los grandes maestros del ajedrez. No pierden el tiempo con aficionados. Y ahora están bajo una gran presión.

—¿Tú eres técnica?

—¿Yo? No. Además soy mujer. Y por si fuera poco trabajo para Control de Calidad. Tres razones por las que no cuento en absoluto. Ahora Marder me ha nombrado enlace de la CEI con la prensa, lo cual es otro golpe de fortuna para ellos. Los técnicos detestan a la prensa.

—¿La prensa meterá las narices en este asunto?

—Puede que no —respondió Casey—. Se trata de una compañía aérea extranjera, los muertos eran extranjeros y el incidente no ha ocurrido en Estados Unidos. Y no existen documentos gráficos. Así que no le prestarán mucha atención.

—Pero parece un asunto bastante grave…

—La gravedad no es un criterio —dijo ella—. El año pasado se produjeron veinticinco accidentes con daños importantes en los aviones. Veintitrés ocurrieron en el exterior. ¿Recuerdas alguno?

Richman arrugó la frente.

—¿La catástrofe en Abu Dhabi, donde murieron cincuenta y seis personas? —preguntó Casey—. ¿La de Indonesia con doscientas víctimas? ¿La de Bogotá con ciento cincuenta y tres? ¿Recuerdas alguna de ellas?

—No —respondió Richman—, pero, ¿no pasó algo en Atlanta?

—Exactamente —dijo ella—. Un DC-9 en Atlanta. ¿Cuántos muertos? Ninguno. ¿Heridos? Ninguno. ¿Por qué lo recuerdas? Porque viste una filmación del accidente en las noticias de las once.

La furgoneta abandonó la pista y salió a la calle a través de un paso abierto en la cerca de cadenas. Giraron por Sepúlveda y se dirigieron hacia los muros redondeados y azules del hospital Centinela.

—En cualquier caso —dijo Casey—, ahora tenemos otros motivos de preocupación. —Le entregó a Richman una grabadora, le enganchó un micrófono en la solapa y le explicó lo que iban a hacer.