—¡Qué imbécil! —protestó Burne—. ¿Así es como motiva a sus tropas? ¡Que le den por el culo!
—Así ha sido siempre —dijo Trung encogiéndose de hombros.
—¿Tú qué crees? —preguntó Smith—. Esto podría ser una noticia fantástica. ¿Será verdad que Edgarton recibió el pedido de China?
—Supongo que sí —respondió Trung—. Porque en la planta se han estado construyendo herramientas en secreto. Han hecho otro par de herramientas para el ala, y están a punto de enviarlas a Atlanta. Apuesto a que el trato ya es seguro.
—Lo que es seguro es que Marder quiere salvar el pellejo.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Puede que Edgarton haya recibido una oferta provisional de Pekín. Pero ocho mil millones de dólares es mucha pasta para un pedido. Boeing, Douglas y Airbus también están detrás de ese encargo. Los chinos podrían cambiar de proveedor en el último momento. Sería muy típico de ellos. Lo hacen continuamente. De modo que Edgarton está cagando clavos, preocupado por si no consigue cerrar el trato y tiene que contarle al consejo directivo que ha perdido la oportunidad de su vida. ¿Qué hace entonces? Le arroja el balón a Marder. ¿Y qué hace Marder?
—Culparnos a nosotros —respondió Trung.
—Exactamente. Este vuelo de TransPacific les pone la oportunidad en bandeja. Si cierran el trato con Pekín, serán unos héroes. Pero si no hay trato…
—Será porque nosotros lo hemos echado a perder —completó Trung.
—Eso mismo. Habremos tirado por la borda ocho mil millones de dólares.
—Bien —dijo Trung poniéndose en pie—. Será mejor que echemos un vistazo a ese avión.