PRÓLOGO SUMMARIO

DE AMBOS LOS TOMOS DE LA PÍCARA JUSTINA

Justina fue mujer de raro ingenio, feliz memoria, amorosa y risueña, de buen cuerpo, talle y brío; ojos zarcos, pelinegra, nariz aguileña y color moreno. De conversación suave, única en dar apodos, fue dada a leer libros de romance, con ocasión de unos que acaso hubo su padre de un huésped humanista que, pasando por su mesón, dejó en él libros, humanidad y pellejo. Y ansí, no hay enredo en Celestina, chistes en Momo simplezas en Lázaro, elegancia en Guevara, chistes en Eufrosina, enredos en Patrañuelo, cuentos en Asno de oro, y, generalmente, no hay cosa buena en romancero, comedia, ni poeta español cuya nata aquí no tenga y cuya quinta esencia no saque.

La suma destos tomos véala el lector en una copiosa tabla; mas, si con más brevedad quieres una breve discripción de quién es Justina y todo lo que en estos dos tomos se contiene, oye la cláusula siguiente que ella escribió a Guzmán de Alfarache antes de celebrarse el casamiento:

«Yo, mi señor don Pícaro, soy la melindrosa escribana, la honrosa pelona, la manchega al uso, la engulle fisgas, la que contrafisgo, la fisguera, la festiva, la de aires bola, la mesonera astuta, la ojienjuta, la celeminera, la bailona, la espabila gordos, la del adufe, la del rebenque, la carretera, la entretenedora, la aldeana de las burlas, la del amapola, la escalfa fulleros, la adevinadora, la del penseque, la vergonzosa a lo nuevo, la del ermitaño, la encartadora, la despierta dormida, la trueca burras, la envergonzante, la romera pleitista, la del engaño meloso, la mirona, la de Bertol, la bizmadera, la esquilmona, la desfantasmadora, la desenojadora, la de los coritos, la deshermanada, la marquesa de las motas, la nieta pegadiza, la heredera inserta, la devota maridable, la busca roldanes, la ahidalgada, la alojada, la abortona, la bien celada, la del parlamento, la del mogollón, la amistadera, la santiguadera, la depositaria, la gitana, la palatina, la lloradora enjuta, la del pésame y río, la viuda con chirimías, la del tornero, la del deciplinante, la paseada, la enseña niñas, la maldice viejas, la del gato, la respostona, la desmayadiza, la dorada, la del novio en pelo, la honruda, la del persuadido novio, la contrasta celos, la conquista bolsas, la testamentaria, la estratagemera, la del serpentón, la del trasgo, la conjuradora, la mata viejos, la barqueada, la loca vengativa, la astorgana, la despachadora, la santiaguesa, la de Julián, la burgalesa, la salmantina, la ama salamanquesa, la papelista, la excusa barajas, la castañera, la novia de mi señor don Pícaro Guzmán de Alfarache, a quien ofrezco cabrahigar su picardía para que dure los años de mi deseo».

Estos epítetos son cifra de los más graciosos cuentos, aunque no de todos los números, porque son muchos más. Pero porque aquí se ponen tan sucintamente, remito al lector a la tabla siguiente.