Ante todo y muy especialmente, muchas gracias a mi marido, el señor Sue Me. No estoy segura de lo que esperaba cuando se casó conmigo hace diecisiete años (por si acaso os lo estáis preguntando, teníamos cinco cuando nos casamos), pero tengo la firme sospecha de que no era lo que acabó consiguiendo. Gracias por tu apoyo. Sé que no siempre ha sido fácil, pero tú has estado a mi lado a pesar de todo. O por lo menos estabas ahí cuando por fin confesé lo que me gustaría escribir…
Abrazos, besos y amor infinito para mis dos hijos. Lo que más deseo en el mundo es que no os haya marcado para siempre toda esa comida a domicilio, tanto plato de papel y no dejar de oír: «Sí, mamá está escribiendo. Sí, otra vez».
Todo mi cariño y agradecimiento para Danielle y Cyndy. La historia no sería la misma sin vosotras (lo de tapar los ojos fue idea tuya, Danielle, y fue perfecto). No quiero ni pensar en cómo habría quedado la novela sin las dos.
Gracias a Ccchellesss por los sobres.
A Amy, que nunca se rindió, y a Gereurd por seguir siempre adelante.
Mi más profundo agradecimiento, respeto y admiración a todos los trabajadores de Penguin, por ser el equipo de gente más alucinante con el que he trabajado en mi vida.
Jhanteigh, nunca olvidaré el día que recibí tu correo electrónico mientras conducía y cómo paré en el aparcamiento más cercano para poder leerlo. Siempre te agradeceré que vieras algo en mí (y nunca volveré a pasar por delante de un Burger King sin sonreír).
Claire, eres para mí un ancla en este mundo tan loco. Gracias por tu paciencia, guía y dirección.
Gracias también a cualquiera que me haya ayudado de cualquier forma; ojalá mi memoria fuera lo bastante buena como para poder acordarme de todos vuestros nombres. Hay un pedacito de vosotros en todo lo que hago.
Y a la señora K., una vez más, no tengo palabras. Gracias por ser una verdadera amiga. Soy muy afortunada de tenerte en mi vida. Nunca podrás librarte de mí.