Estoy eternamente agradecido a las personas que leyeron mis horribles primeros borradores y me dieron su opinión. Sé que no es fácil leer trescientas páginas con personajes poco creíbles y giros arguméntales inexplicables, y luego elaborar una respuesta útil y penetrante que por otro lado no me anime a tirarme por un puente. Pero de algún modo lo lograron y gracias a ellos conseguí terminar lo que puede parecer una novela: Beth English, Roxanne Jones, Gregory Lister, Lindsay Lyon y Dennos Widmyer.
Charles Thiesen, mi mentor (o yo el suyo, siempre me olvido), ha leído más borradores de los que ya se pueden contar y siempre me ofreció su estímulo cuando me desanimaba y su consejo cuando lo necesitaba.
Kassy Humphreys me dio toneladas de ideas justo en el momento en que las necesitaba y, por si fuese poco, me dejó saquear grandes parcelas de su carrera en este libro. Como ella misma dijo: «Sería divertido si no fuera mi vida».
Luke Janklow, mi agente, continúa siendo la persona más digna de confianza, más dispuesta a dar aliento y en general más formidable en todos los sentidos que puede encontrarse en el Universo entero.
Y mi más sincero agradecimiento a mi editor, Bill Thomas, a quien debo que la versión final de este libro se parezca muy poco a la que le vendí al principio. Eso es bueno, confíen en mí. Me ayudó a convertir un libro que me gustaba en un libro que me encanta.
Y Jen, mi esposa, es perfecta. Siempre.