Escena tercera

(Alrededor de las nueve de la noche del mismo día. Aunque detrás de la casa el cielo ofrece un tono crepuscular rosado, una luna llena de septiembre de intensidad casi deslumbradora da a la fachada de la casa un brillo fantasmal. Los perros ladran como demonios a través de los llanos campos del Delta. El porche de la casa de los Meighan está vacío. Pasado un momento se abre lentamente la puerta de tela metálica y aparece poco a poco Flora Meighan. Su aspecto es desolador. A la luz de la luna sus ojos tienen una limpidez inexpresiva, sus labios se entreabren ligeramente. Avanza con las manos extendidas, a tientas, hasta que llega a una de las columnas del porche, donde se detiene y permanece en pie quejándose un poco. Lleva el cabello suelto y en desorden. De la cintura para arriba va desnuda, exceptuando una banda color rosa rasgada que rodea su pecho. En sus hombros y brazos desnudos son visibles unas rayas oscuras, y a lo largo de una mejilla una mancha. Un hilillo oscuro, ya seco, desciende desde la comisura de la boca. Estas señales más aparentes se las cubre con una mano cuando sube Jake al porche. Ahora se le oye acercarse canturreando).

JAKE: A la luz — a la luz — a la luz — de la luna plateada.

(Instintivamente Flora se refugia en la zona de sombra que marca el tejado del porche. Jake está demasiado cansado y se siente demasiado triunfante para reparar en su aspecto). ¿Cómo está mi niña? (Flora emite un sonido quejumbroso). ¿Cansada? ¿Demasiado cansada para hablar? Pues así estoy yo. Demasiado cansado para hablar. Demasiado cansado para decir una puñetera palabra. (Se deja caer en los escalones, con un gemido y casi sin mirar a Flora). Veintisiete vagones de algodón. Eso es lo que he desmotado desde las diez de la mañana. Una faena de hombres.

FLORA (Con voz ronca): Ajá… Una faena… de hombres…

JAKE: Veintisiete vagones de algodón.

FLORA (Repitiendo inconscientemente): Veintisiete vagones de algodón.

(Ladra un perro. Flora suelta un risa ahogada)

JAKE: ¿De qué te ríes, cariño? Supongo que no de mí.

FLORA: No…

JAKE: Menos mal. El trabajo que acabo de echar fuera no es cosa de risa. Arreé a esa cuadrilla de negros como un carretero. No tienen cerebro en su cuerpo. Sólo tienen cuerpos. Hay que arrearles, arrearles, arrearles. No comprendo siquiera cómo comen los negros sin que alguien les diga que se lleven la comida a la boca. (Ella se ríe de nuevo, como si se le derramase agua de la boca). ¡Eh! Tienes una risa de… Demonio. He acabado un faena formidable.

FLORA (Lentamente): Yo no me jactaría de ello…

JAKE: No estoy jactándome de ello, no hago más que decir que he hecho una buena faena, estoy rendido y quisiera un poco de aprecio y no palabras displicentes. Cariño…

FLORA: Yo no… (Ríe otra vez). Estoy diciendo palabras displicentes.

JAKE: Encargarse de un trabajo considerable, y acabarlo, y decir que está acabado, yo no llamaría a eso jactarse.

FLORA: No eres tú el único que ha tenido faena.

JAKE: ¿Quién más que tú sepas?

(Pausa)

FLORA: Quizá crees que yo me lo pasé muy bien.

(La risa se le derrama otra vez)

JAKE: Te ríes como si tuvieses una buena trompa. (Flora se ríe). ¿Con qué te emborrachaste? ¿Con veneno de las cucarachas o con colonia contra los mosquitos? Creo que te hago la vida bastante fácil, trabajando como un carretero para que tú puedas pagar a un negro que lave y haga el trabajo de la casa. ¡Una mujer como un elefante que es tan frágil como un minino, ésa es la mujer que tengo yo!

FLORA: Claro… (Ríe). ¡Me la haces fácil!

JAKE: Todavía no te he visto levantar un dedo. Eres hasta demasiado vaga para vestirte. Siempre danzando por la casa medio desnuda. Vives en las nubes. En lo único que piensas es en decir: «Dame un Coca-Cola». Bueno, ándate con cuidado. El Gobierno ha creado un nuevo departamento. Lo llaman M. I. Quiere decir Mujeres Inútiles. Están ya en marcha planes secretos para eliminarlas.

(Se ríe de su broma)

FLORA: ¿Planes secretos en marcha?

JAKE: Para eliminarlas.

FLORA: Eso está bien. Me alegro de saberlo.

(Se ríe de nuevo)

JAKE: Vuelvo a casa cansado y no puedes esperar para regañarme. ¿Por qué estás enfadada ahora?

FLORA: Creo que fue un error.

JAKE: ¿Qué fue un error?

FLORA: Meter las manos en la plantación del Sindicato…

JAKE: No estoy muy seguro. Teníamos una mala racha. El Sindicato comprando todas las tierras de por aquí y dejando a los antiguos cultivadores sin sus salarios… Han arruinado a casi todos los establecimientos mercantiles de Two Rivers County. Y después montan su propia desmotadora para desmotar su propio algodón. Por algún tiempo pareció como si fuera a quedarme en la miseria. Pero cuando se quemó la desmotadora y el señor Vicarro decidió que era preferible hacer un pequeño negocio conmigo… ¡yo diría que la situación mejoró mucho!

FLORA (Ríe débilmente): Entonces puede que tú no entiendas la política de buena vecindad.

JAKE: ¿Que no la entiendo? ¡Pero si soy yo quien la inventó!

FLORA: ¡Vaya! ¡Qué invento! Lo único que puedo decirte es… que espero que estés satisfecho ahora que has desmotado veintisiete vagones de algodón.

JAKE: Vicarro estaba muy contento cuando se fue.

FLORA: Sí. Estaba muy contento.

JAKE: ¿Qué tal lo pasasteis?

FLORA: Lo pasamos bien. Estupendamente.

JAKE: No parece mal muchacho. Adopta una actitud inteligente.

FLORA (Riendo sin poder contenerse): Y tanto que sí.

JAKE: ¿Supongo que le harías los honores de la casa?

FLORA (Con una risita): ¡Le hice una jarra de limonada fría!

JAKE: Con un poco de ginebra, ¿eh? Así es como la cogiste. Una bebida fría no estaría mal ahora. ¿Quedó algo?

FLORA: Ni un sorbo, señor Meighan. Nos la bebimos entera.

(Se deja caer en el balancín)

JAKE: ¿Así que no te aburriste tanto, después de todo?

FLORA: No. No me aburrí ni pizca. Tuve una agradable conversación con el señor Vicarro…

JAKE: ¿De qué hablasteis?

FLORA: De la política de buena vecindad.

JAKE (Riendo entre dientes): ¿Qué piensa él de la política de buena vecindad?

FLORA: ¡Oh! (Risita). Cree que es… una buena idea. Dice…

JAKE: ¿Eh? (Flora ríe débilmente). ¿Qué dice?

FLORA: Dice…

(Se ahoga de risa otra vez)

JAKE: Sea lo que fuere, debe ser muy divertido.

FLORA: Dice (Controlándose) que no cree que vuelva a montar otra desmotadora. ¡Te va a encargar a ti que le desmotes todo el algodón que tenga!

JAKE: Ya te dije que había adoptado una postura muy inteligente.

FLORA: Sí. Mañana piensa volver… con mucho más algodón. Quizá otros veintisiete vagones.

JAKE: ¿Sí?

FLORA: ¡Y mientras tú haces el trabajo yo le atenderé y le serviré limonada!

(Tiene otro ataque de risa)

JAKE: Cuanto más hables de esa limonada más me apetece. Una combinación de limonada, ¿eh? ¿Un Tom Collins?

FLORA: Creo que va a seguir viniendo el resto del verano…

JAKE (Levantándose y desperezándose feliz): Bueno…, pronto, ya pronto vendrá el otoño. Vendrán noches más frescas.

FLORA: No creo que eso… lo impida…, aunque…

JAKE (Abstraído): Ya es más fresco el aire. No deberías estar aquí sin la blusa, nena. Si cambia el aire puedes atrapar un buen resfriado.

FLORA: No soporto nada encima de la piel.

JAKE: No es el calor el que te produce todas esas ronchas, es el exceso de bebida. Ronchas como los borrachos y nariz de borracho, eso es lo que tienes. Voy a entrar al baño. Cuando salga (Abre la puerta de tela metálica y entra) iremos en coche a la ciudad y veremos qué dan en el cine. Corre y métete en el coche.

(Flora ríe para sí. Abre despacio el bolsillo de cabritilla y saca un paquete de kleenex. Se toca suavemente aquí y allá, muriéndose de risa)

FLORA (Se levanta agarrándose a la cadena del balancín): No soy una… nena: ¡Mamá! ¡Mamá! Eso es lo que soy…

(Acunando al bolsillo en sus brazos avanza despacio y con ternura hasta el borde de las escalera. La luna ilumina plenamente su cara sonriente y estropeada. Ella comienza a mecerse y a inclinarse suavemente, acunando al bolsillo en sus brazos y canturreando)

¡Duerme, niño, duerme, — en lo alto del árbol!

¡Si el viento sopla, — la cuna se mecerá!

(Baja un escalón)

¡Abajo se vendrá el niño, con cuna y todo!

(Ríe y mira extasiada e inexpresivamente a la luna)

Telón