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El sabio Salomón

Ya va siendo hora de que nos ocupemos de Salomón. El gran monarca de Israel hereda de su padre, el rey David, un estado poderoso, aunque poco evolucionado, un pueblo de incultos pastores nómadas que él eleva, en tan sólo treinta y nueve años de reinado (del –961 al –922), a la categoría de gran imperio. Este rey de un pueblo que habitaba en chozas de paja y adobe y en tiendas de piel de cabra arma una flota capaz de navegar hasta los confines del mundo conocido en busca de metales y productos exóticos y reúne en su capital a los mejores artífices del mundo para que construyan templos y palacios (Fig. 25).

En vida de Salomón se elevaron muchos templos en Israel, pero su obra más famosa, la que dio testimonio imperecedero de su sabiduría, fue el Templo. Un Templo construido para albergar dignamente el santuario del Arca de la Alianza.[67]

Salomón deseaba construir un templo magnífico. Pero en el nómada pueblo de Israel no existían los oficios de arquitecto, cantero, carpintero o fundidor, necesarios para levantar un edificio. Salomón tuvo que buscar técnicos y obreros especializados en el extranjero.

Salomón solicitó de Hiram, rey de la vecina Tiro, el personal y los materiales que necesitaba. Tiro era la más poderosa de las naciones fenicias y su flota mantenía contactos con todo el mundo conocido. A Hiram no le resultó difícil complacer a su poderoso vecino.[68]

El rey de Tiro designó arquitecto a un tal Hiram o Abhirán (no es coincidencia que rey y arquitecto tengan el mismo nombre). El arquitecto convocó artífices de distintos países. Se reunieron los materiales. Se allanó el solar. Se orientó la obra. Finalmente, comenzó la construcción del Templo de Salomón.

También comenzaron los problemas. Los trabajadores de tan variadas procedencias hablaban lenguas distintas y no se entendían. El fantasma de la confusión de lenguas que dio al traste con la torre de Babel pesaría sobre el ánimo del rey. Pero Salomón era sabio y contaba con la inspiración de Yahvé, a quien estaba destinado el Templo. Salomón ideó un sistema de signos, una especie de código con el que los obreros del Templo se comunicaban sobre la base del círculo. Así nació el diagrama llamado péndulo o sello de Salomón, el primer lenguaje especializado del mundo.

¿Un lenguaje especializado?

En efecto. Imaginemos el encuentro de dos matemáticos que hablan idiomas distintos. No pueden conversar en sus respectivos idiomas, pero trazan números, signos, ecuaciones y fórmulas. En lo que se refiere a su disciplina matemática, no encontrarán obstáculo alguno. Hablan un idioma especializado que sólo ellos entienden.

El sistema que llamamos péndulo de Salomón sería, pues, un idioma reservado a gentes escogidas. La construcción del Templo convocó durante siete años a un grupo de iniciados procedentes de distintos puntos del mundo.

¿Siete años para levantar una especie de granero rectangular de unos cincuenta y cinco metros de largo por veintiocho de ancho y quince de alto?

Ciertamente, estaba construido de sillares de piedra caliza y forrado con planchas de cedro y ciprés y sus paredes estaban decoradas con figuras de querubines, palmas y flores, pero, en cualquier caso, siete años parece demasiado tiempo para construir un edificio tan simple, particularmente, si tenemos en cuenta los enormes recursos económicos y humanos que Salomón allegó para tal empresa.

Debe de existir otra explicación. Quizá el congreso del rey y sus sabios especialistas trabajó en otras cuestiones. Quizá lo del Templo sólo era un pretexto o un símbolo.

A la entrada del Templo colocaron dos colosales columnas de bronce llamadas Jakim y Boaz.

Entre los maestros que trabajaron en el Templo había uno llamado Jaquín (del que derivan Jacques, Yago, Santiago y sus equivalentes). Jakin en vasco significa sabio. Diversas cofradías de masones se titularon «los hijos del maestro Jacques» y se proclamaron herederos de los conocimientos del Templo de Salomón transmitidos a través de la arquitectura gótica europea.

Según otra versión, las dos columnas Jakim y Boaz fueron obra personal de Hiram. En sus remates inscribió significativamente el signo de la flor de lis.

Otra leyenda habla de unos obreros que hicieron mal su trabajo y asesinaron al gran arquitecto. ¿Se referirá a que no supieron guardar el secreto o a que se rebelaron contra los planes de Salomón?

Los obreros díscolos fueron castigados con la lepra. Sus descendientes, los agotes del Pirineo, llevarían una pata de oca como señal infamante.

La fama de la sabiduría y riqueza de Salomón atrajo a la reina de Saba, un lugar al sudoeste de Arabia, el actual Yemen. Cuando comprobó, satisfecha, que la sabiduría y riqueza de Salomón sobrepasaban lo imaginable, se enamoró de él y vivieron un apasionado idilio. En la tradición judía, la reina de Saba es el demonio femenino Lilit, que se disfrazó de mujer hermosa para tentar a Salomón. Lilit es la diosa babilónica de la Luna, la primera mujer de Adán a la que está consagrado el sauce.[69] La reina de Saba es la Diosa Madre en la versión maléfica que el judaísmo, religión solar, ofrece del principio matriarcal.

La condición demoníaca de Lilit se manifestaba en sus pies de palmípeda. El astuto Salomón consiguió, mediante una argucia, examinar las piernas de la reina de Saba, que ella se empeñaba en ocultar. La condujo a una cámara cuyo suelo estaba alfombrado de espejos y ella creyó que era agua y, con un gesto muy femenino, levantó sus ropas para evitar que se mojaran. Salomón descubrió entonces que su enamorada tenía los pies de pato.[70]

La reina de Saba con pies de pato. Como los agotes, los malos obreros del Templo condenados a la lepra (Fig. 26).

¿Qué sentido tienen estas leyendas?

La construcción del Templo de Salomón encubre el magno esfuerzo del rey judío por reunir a los sabios del mundo con objeto de hallar el Shem Shemaforash, la fórmula del nombre del Dios Primordial o principio básico que armonice los principios solares y lunares.

La reina de Saba es una sacerdotisa matriarcal que concurre a la asamblea. El secreto de la reina de Saba estriba en su pata de palmípeda, su pata de pato o de oca, marca de su pertenencia al culto de la Diosa Madre, puesto que la primera representación de la Diosa Madre es el Huevo que pone la palmípeda.

Entre los antiguos egipcios, Geb, dios de la tierra, lleva en la cabeza una oca o pato. Su hembra pone el Huevo del Sol.[71] Lo mismo significa la transformación de Zeus en cisne para llegarse a Leda y el pie palmeado de la Mere Lusine o Melusina francesa, versión medieval de la Diosa Madre.

La pata de palmípeda origina diversos símbolos universales del matriarcado: la flor de lis, la vieira o concha de Santiago y esos tres trazos convergentes que aparecen en los escenarios jiennenses de nuestra historia.

La historia de los canteros malditos que asesinan a Hiram, el gran arquitecto de Salomón, y se ven obligados a llevar el símbolo de la pata de la oca como emblema infamante parece una fabulación posterior a Salomón, cuando sus sucesores derogan el sincretismo solar-lunar y regresan a los cultos patriarcales. Los constructores malditos que llevan la señal de la Diosa Madre son los que se mantienen fieles a la tradición matriarcal en un mundo dominado por dioses masculinos.

Encontramos la flor de lis en las columnas del Templo de Salomón, las sublimes Jakim y Boaz, y también la encontramos en el tocado de la Diosa Madre Hathor. En el santuario jiennense de la Diosa Madre debieron ofrecer los peregrinos panecillos votivos con los tres trazos de la pata de la palmípeda. Como queda dicho, el símbolo se repite en el ladrillo encontrado en el manantial de la Malena en 1969, en la portada del libro santo del gitano sanador y en una inscultura de las peña de Castro.

Otro símbolo universal de prosapia salomónica es el Nudo de Salomón o esvástica del Miño, la imagen del laberinto en tres dimensiones, tres o más sogas que se enlazan sin que se les vean los cabos, para simbolizar la unión y la dificultad del conocimiento o la unidad esencial del triple principio de los santuarios matriarcales, el nudo gordiano que cortó Alejandro.

Salomón permite la construcción de templos a los dioses extranjeros de sus esposas (tuvo setecientas legítimas, amén de trescientas concubinas). El Templo sólo fue un pretexto. La única justificación de su obra y el único desvelo del rey fue la Sabiduría, el Conocimiento. En esa empresa invirtió los recursos de un próspero estado que controlaba las principales rutas caravaneras de la región; para eso sacrificó incluso una parte importante de su reino cuando tuvo que saldar su deuda con el rey de Tiro.[72]

Los desvelos de Salomón rindieron su fruto porque accedió a los más secretos y ocultos conocimientos del mundo: «Dios otorgó a Salomón sabiduría y gran entendimiento y anchura de corazón, como la arena del mar. La sabiduría de Salomón sobrepasaba la de todos los hijos de Oriente y la sabiduría toda de Egipto».[73]

Egipto y Oriente, los polos del conocimiento, según la Biblia, habían rendido su sabiduría secreta a Salomón.

Las tradiciones orientales recogidas por el Corán aluden a un Salomón al que están sometidos «el viento tormentoso» (XXI, 81), los genios o espíritus que «buceaban para él y obraban obra» (XXI, 82; XXVI, 17 y 20), y que el rey conocía «el lenguaje de las aves» (XXVII, 16-17).

Ya está el Templo construido. Ya está el Arca de la Alianza en su sanctasanctórum. «Entonces dijo Salomón: Yahvé, has dicho que habitarías en la oscuridad. He edificado una casa para que sea tu morada eternamente» (I Reyes, VIII, 12, 13).

Queda el Arca de la Alianza encerrada en la oscuridad. Nadie volverá a verla jamás. Tan sólo el Sumo Sacerdote puede penetrar en el sanctasanctórum, y sólo una vez al año. La oscuridad y el secreto engullen el Arca, que ya no vuelve a mencionarse en la Biblia. Se torna tan inaccesible como el inaccesible Dios de Israel.

No pasaría mucho tiempo sin que diversos avatares históricos acarrearan repetidos saqueos de los tesoros del Templo. Sin embargo, el Arca no aparece. Como si se la hubiese tragado la tierra.

¿Dónde estaba el Arca realmente?

El Templo que Salomón diseñó era simple: una gran sala rectangular con otra más pequeña en la cabecera, el sanctasanctórum, donde estaba el Arca. Por consiguiente, había dos niveles de suelo y el sanctasanctórum, a un nivel más elevado, sobre una roca. ¿Ocultaba esta roca una cámara subterránea disimulada que los saqueadores del Templo no descubrieron? Salomón debió preverlo todo, especialmente cuando, en sus últimos años de reinado, se adivinaba que la grandeza de Israel no duraría mucho.

Para los egipcios, cada pirámide se asentaba sobre otra invertida y subterránea. La exterior representaba la divinidad del faraón, la oculta, la de la Gran Diosa o Diosa Madre, su esposa ritual.[74] Salomón, casado con la hija del faraón, heredero de una tradición religiosa de origen egipcio (la propia Arca de la Alianza), estaba muy influido por Egipto. Es probable que al Templo exterior correspondiese otro subterráneo. Quizá no debajo de él, lo que podría ser complicado, dado que se asentaba sobre la roca viva, sino más bien en otro lugar secreto.

Una insistente tradición rabínica sostiene que el Arca de la Alianza se enterró. Otra asegura que el profeta Jeremías la ocultó en una caverna.[75]

La sabiduría de Salomón se confina, a su muerte, al reino de lo subterráneo. Un mito nos ofrece las claves de la interpretación. El más humilde animal subterráneo, el ratón, debe avisar a los espíritus que trabajan para el rey de que Salomón ha muerto: «Salomón no les advirtió de su muerte sino un animal de la tierra (que) mordisqueó el extremo de su báculo y cuando el rey se desplomó (su muerte) se les manifestó a los espíritus». (Corán XXXIV, 13).

El báculo de Salomón es el cetro. Símbolo del poder real, pero también la vara de medir, símbolo del sabio arquitecto, e incluso la vara de los antiguos prodigios de la magia que Moisés y Aarón sacaron de Egipto. El ratón que roe el báculo es un animal sagrado de la Diosa Madre.[76] El significado de la alegoría está claro. Al final, triunfa la Diosa Madre, su ratón roe el poder de Salomón y da con él en tierra. Los espíritus que seguían trabajando para el rey creyéndolo vivo representan la continuidad de su obra que la Diosa Madre interrumpe.

A la muerte de Salomón, hacia el –922, el reino se dividió en dos Estados distintos, Israel y Judá. Jerusalén y el Templo quedaron en Judá, un Estado pobre y aislado, que sobrevive penosamente durante diecinueve generaciones, hasta que en –587 cae en poder de Babilonia.[77]

El tesoro del Templo sufrió continuas mermas. El año –918 el rey Roboam entregó una parte al faraón Sesac (Sensok I), que había invadido su reino, para que desistiera de atacar Jerusalén. En el año –800 ocurre otro tanto cuando el rey sirio Jazael planea atacar la capital y Joás se ve obligado a entregarle el tesoro del Templo.[78]

En –587 Nabucodonosor II sitió Jerusalén durante año y medio, destruyó la ciudad e incendió el Templo. A los que contemplaban aquellos muros calcinados, les parecería que el Arca de madera habría ardido.

El tesoro de las ofrendas del Templo engrosó la tesorería del conquistador. Pero el tesoro esotérico, el de la sabiduría de Salomón, llevaba tiempo en su sanctasanctórum secreto, accesible tan sólo al Sumo Sacerdote y a su sucesor.

Nabucodonosor deportó a los habitantes de Jerusalén a Babilonia. Los judíos permanecerían allí (la «cautividad de Babilonia») hasta el –515, cuando, ya bajo el dominio de los persas, se les permitió regresar a Jerusalén y reconstruir el Templo.

Resultaría prolijo narrar los avatares históricos que acaecieron a la vieja ciudad y a su nuevo Templo. Así es que avanzaremos en el tiempo hasta el año 70, cuando las legiones romanas de Tito asaltan Jerusalén e incendian el Templo reconstruido.

¿Encontraron los legionarios de Tito el escondite sagrado del Arca hasta entonces inviolado? Los romanos hallaron objetos rituales de los tiempos de Salomón que se habían librado de anteriores saqueos, lo que confirma la existencia de una cámara secreta. Ninguna fuente afirma que capturaran el Arca de la Alianza. Aunque, caso de que dieran con ella, ¿qué era el Arca de la Alianza para un legionario romano? Un desvencijado baúl de madera, que contenía un revoltijo de antiguallas de barro, madera o piedra. Los saqueadores pudieron arrancar las planchas de oro que forraban el Arca y arrojar el resto al fuego.

Los romanos encontraron un tesoro de objetos preciosos que Tito exhibió en su desfile triunfal en Roma. La procesión del vencedor está inmortalizada en un relieve del Arco de Tito en el que distinguimos el candelabro de siete brazos del Templo llevado por los legionarios.

El tesoro de Salomón quedó depositado en el templo de Júpiter capitolino con otros objetos sagrados procedentes de diversos países sometidos. En 410, el rey godo Alarico conquistó Roma y trasladó el tesoro a Tolosa, la capital de su reino. Pero en 507, Alarico II, presionado por francos y burgundios, se vio obligado a abandonar Tolosa para replegarse a sus posesiones de España. El tesoro se puso nuevamente en camino y fue a parar a algún lugar de la península Ibérica, probablemente, al mítico palacio o cueva de Jaén donde siglos más tarde lo buscaría Tariq.

La sugerencia era tentadora. Los avatares del tesoro del Templo explicaban que templarios y calatravos informados en Tierra Santa buscaran la Mesa de Salomón en Jaén. Pero esta hipótesis suscitaba algunas preguntas difíciles de responder.

En primer lugar, ¿qué relación existía entre la Mesa y el primitivo santuario de la Diosa Madre? La críptica oración de los gitanos la establecía y otros indicios la corroboraban. Algunas casas antiguas del Jaén medieval se adornaban con tres o cuatro circunferencias enlazadas, el símbolo geométrico del Nudo de Salomón, emblema de la Sabiduría y el Conocimiento del Gran Rey y representación del triple principio de la Diosa Madre. En otros lugares del barrio se repetía la estrella de David… (Figs. 27 y 28).

¿Y la flor de lis que adornaba las columnas del Templo y que es también emblema de la Diosa Madre oriental, Astarté? El esquema más simple de la flor de lis, los tres trazos convergentes, adornaba el libro del gitano sanador y aparecía en ciertos relieves de la catedral, en los adornos de la moldura gótica de la calle Valparaíso. ¿Quién ordenó tallar aquella cenefa? El obispo Suárez, el iniciado inspirador de los jeroglíficos del coro catedralicio…

Las piezas del rompecabezas encajaban. Además, existía un cerro de los Lirios, nuevamente la flor de lis, integrado en la telúrica línea recta que discurría por los lugares santos mencionados en la oración del gitano, y aquel cerro estaba colocado bajo la advocación de una Virgen antigua.

Una Astarté del siglo –VII o del –VIII encontrada en Cástulo, cerca de Jaén, tocada con su característica flor de lis y llegada directamente desde la otra fachada del Mediterráneo donde, por aquel tiempo, reinaba Salomón, confirmaba la existencia de contactos directos entre estas tierras y las de Fenicia y Palestina de los tiempos salomónicos.[79] Y el hecho de que el testimonio más típico fuese precisamente una imagen de la Diosa Madre tocada con la simbólica flor de lis demostraba el intercambio de creencias entre estas tierras (Figs. 29 y 30).

Había una relación entre el culto de la Diosa Madre y los secretos de la sabiduría de Salomón. Indagamos al respecto.

Los secretos de Asia y del remoto Occidente se habían unido en la empresa de construir el Templo de Salomón para que el sabio rey sintetizara la esencia misma del mundo. Salomón concilio los principios solares y lunares en pugna, lo que se simboliza en la superposición de triángulos que forma la estrella de su emblema o sello, la estrella de seis puntas. El triángulo con el vértice hacia abajo es, desde las primeras imágenes prehistóricas, símbolo de lo femenino y de la Diosa Madre. En la venus de Torredelcampo marca el pubis femenino. Por el contrario, el triángulo con el vértice hacia arriba representa lo masculino. En la superposición y entrelazamiento de estos dos triángulos se contiene la unión ideal de los dos principios, la boda que el rey sabio celebra en su Cantar de los Cantares, la esencia mística de la sabiduría de Salomón.[80]

Hasta Salomón, el judaísmo había sido predominantemente solar, pero el rey rompe con esta tradición para aglutinar, en síntesis feliz, los principios solares y los lunares.[81] La boda mística de estos principios se refleja en algunos símbolos salomónicos. Las columnas del Templo, Jakim y Boaz, representan la unión y complementariedad. Jakim es «yikkon»; es decir, “el que se establecerá”, el Sol, mientras que Boaz es “en ella fuerza”, la Luna.[82] Jakim es el dios del Año Creciente y el sol recién amanecido; Boaz es el dios del Año Menguante y de los vientos destructores.[83] Jakim es la dorada decadencia: Boaz asciende, es el verde crecimiento.[84]

¿De qué medios dispuso Salomón para transmitir la sabiduría que allegó en sus obras? El secreto está en la palabra y, más exactamente, en la potencia que se esconde tras ella.

Según la Cábala, a cada objeto o ser de la creación corresponde un nombre que contiene su esencia. El nombre secreto evoca la cosa designada, contiene la cosa misma. Borges lo ha enunciado poéticamente:[85]

en las letras de rosa está la rosa

y todo el Nilo en la palabra Nilo.

El hombre moderno no se sustrae a la función mágica de la palabra. Todavía persisten palabras tabú que designan lo que no se debe nombrar: la culebra, por ejemplo, a la que se llama bicha o señorita… O el verbo morir, reemplazado por diñarla, pasar a mejor vida y otras paráfrasis.

El poder que Dios concede a Adán sobre las criaturas antes de la caída, en los días felices del paraíso, depende precisamente de la capacidad de Adán de nombrar a los animales, es decir, de conocer el nombre secreto de cada uno de ellos, lo que implica entenderse con ellos y dominarlos. En esto consiste, también, la sabiduría de Salomón. Salomón tiene el poder de hablar a plantas y animales y «se hace obedecer por los espíritus».[86]

En la tradición oriental, ampliamente reflejada en el Corán, cada animal o cada objeto de la Creación está habitado por su propio genio o espíritu. El dominio de Salomón sobre los genios es consecuencia de su conocimiento del Shem Shemaforash, Nombre del Poder o Grandísimo Nombre, como indistintamente lo denominan las fuentes orientales.[87] Este nombre o fórmula universal estaba grabado en el sello de Salomón, la estrella de seis puntas que configura la Mesa de Salomón.[88]

Lo que nos conduce al problema del principio de la Creación o de Dios.

El nombre de los dioses antiguos es secreto. Cada dios tiene un nombre exotérico, postizo, pero el verdadero nombre es secreto, esotérico. En el nombre secreto de Dios reside la invocación y su poder.

En la Antigüedad, una vez que se descubría el nombre secreto de un dios, los enemigos de sus seguidores podían utilizarlo para perjudicarlos con su magia.[89]

La fórmula divina hallada por Salomón resumiría a la divinidad toda del universo, al dios primigenio de la Creación, al principio esencial aglutinante de lo masculino y lo femenino. El secreto de Salomón era el secreto de la Creación, el Nombre del Poder, la palabra todopoderosa Dios contenida en la palabra Dios; el nombre secreto del que se derivó la Creación, el Shem Shemaforash, el nombre cuyo conocimiento era equiparable a la posesión de todo su infinito poder.

Como siempre, el poeta lo ha enunciado mejor que los filósofos:[90]

Y, hecho de consonantes y vocales,

habrá un terrible Nombre, que

la esencia cifre de Dios y que la Omnipotencia

guarde en letras y sílabas cabales.

Adán y las estrellas lo supieron

en el Jardín. La herrumbre del pecado

(dicen los cabalistas) lo ha borrado

y las generaciones lo perdieron.

A Salomón se le atribuye, en la tradición judía, el conocimiento del Verbo Divino del que el nombre IHVH, el Yahvé o Jehová de nuestras Biblias, sólo sería un sinónimo permisible. Éste sería el Shem Shemaforash, Nombre del Poder o Grandísimo Nombre.

El conocimiento de la lengua de los pájaros, que las leyendas judías e islámicas atribuyen a Salomón, simboliza el conocimiento de estas verdades fundamentales.[91]

El secreto de la sabiduría de Salomón residía, por lo tanto, en su conocimiento del Nombre del Dios primordial, una fórmula precisa que encerraba el ideal de la Creación y su potencia. Esta fórmula estaba expresada en su sello. En Oriente, el sello acabó asimilándose al anillo, donde a veces se transportaba el sello, por motivos de seguridad. Pero este anillo de Salomón en el que está inscrito su sello es fruto de una tradición tardía. En la tradición más antigua, el sello de Salomón, el formulario del Nombre del Poder o Nombre de Dios no es otro que la Mesa. Así entendemos que la Mesa sea espejo de conocimiento donde se reflejan, a un tiempo, las siete regiones del mundo.

La firme y universal creencia en la existencia de un legado salomónico que desvelaba los secretos del mundo y que contenía la clave de la Creación fue firmemente compartida por intelectuales cristianos, musulmanes y judíos a lo largo de la Edad Media. Esto explica que, en distintas épocas y lugares, circulasen documentos mágicos atribuidos a Salomón. Los más difundidos fueron los Mafteah Shalomoh o «Clavículas de Salomón», con las que el mago podía fabricar el sello de Salomón y trazar el círculo mágico o Mándala que concentra la energía divina sobre el mago.[92]

Entre los libros salomónicos de tradición hispánica se encuentran el Llibre de Poridat, manuscrito de la biblioteca Barberini de Roma, que contiene una serie de tablas o formularios de sabiduría oculta.

Con la décima, «la que Dios enseñó a Adán en el Paraíso», «se lograrán maravillas porque esta tabla es sobre todas las tablas en fuerza y en poder, y es el secreto de la sabiduría: donde hay 1360 caracteres que representan todas las cosas creadas, regenerables y corruptibles en este mundo».[93]

Otro libro, llamado Tabulae Salomonis, popular entre los ocultistas de la Baja Edad Media, ofrecía distinta versión.[94]

Es evidente que existía una tradición fundada de la existencia de un legado secreto de Salomón.