Soy una mujer afortunada. Cuento con una estructura de apoyo formada por amigos voluntariosos, inteligentes y fieles.
Mi grupo de escritura —Maggie Doran, Marie Johnson, Geri Kaeo y Madge Walls— ha sido indispensable en la elaboración de este libro. Dot Bergstrom, Carol Bearman, Ross Nodem y los del Banana Farm Writer’s Retreat me ayudaron en la perspectiva de la vida. Tonia, Steve, Susan, Nancy, Mike, Peggy, Polly, Jeannie y Pam me ayudaron en la perspectiva eterna. Bob Gutzmer, Pauline Merner y Clarice Cox siguieron creyendo en mí; Susan Bredesen me recogió del suelo cada vez que empezaba a llorar y a patalear, y Melissa Ann Singer sacó amablemente este tierno manuscrito de la estantería y me ayudó a consolidarlo.
Esta escritora necesita sobre todo la estabilidad constante, el amor y las risas (junto con unos cuantos momentos de tensión) que generosamente aportan una sorprendente variedad de familiares: de sangre, naturales y políticos, pero sobre todo Evan, Eron y Nikki.